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Cuando estrenaron Hostel, el nombre de Quentin Tarantino figuraba más grande que el de Eli Roth en el cartel, aún cuando el autor de la misma era el segundo. Ahora Roth devuelve el favor a la historia, avalando a cineastas como Nicolas Löpez o como en este caso: Jon Watts. Clown es la primera película de Watts, en la que el modo en que se hizo posible el proyecto, el cómo conocieron a Eli Roth, es casi tan interesante como la película en sí.

Rodar una primera película es difícil para un director sin experiencia en el largometraje. Y está claro que el mundo no es de los que esperan las oportunidades, sino de los que se las crean.

Corría el año 2010 cuando Eli Roth se vio sorprendido por todas las vías de comunicación posibles por felicitaciones y preguntas acerca su nueva película de terror, surgida por sorpresa (qué en secreto lo has llevado, Eli) y que tenía por elocuente título Clown. Tenía muy buena pinta, como de convertirse en un nuevo hit, salvo por un detalle: que Eli Roth no sabía de qué le estaban hablando, no había rodado ninguna película nueva.
Interesándose por el origen de esa información errónea, Roth descubrió que circulaba por Internet un tráiler, éste:

El tráiler era un fake, por supuesto. Era un tráiler falso, primero por decir que era de la nueva película de Eli Roth, y segundo… porque investigando un poco más no costaba descubrir que ni siquiera existía la película.

A Roth, uno de los nombres clave del cine de terror actual, con éxitos como Hostel o Cabin Fever, e incluso una figura icónica y conocida del mundillo por sus colaboraciones con otros, como su papel del tío del bate en Malditos bastardos de su amigo Quentin Tarantino… le pareció que el tráiler era fabuloso. Si en algún momento también estuvo molesto por que hubiesen usado su nombre, no lo ha llegado a admitir. Al contrario, en cada entrevista se declara ferviente simpatizante de la osadía de aquella estrategia viral, y sobre todo, admirador de la calidad intrínseca del tráiler. Y el hecho de que se reutilice música de Hostel para darle mayor verosimilitud al estilo Roth, le pareció una genialidad por su detallismo. También él había rodado un tráiler falso, Thankgiving, como breve aportación al Grindhouse de Tarantino y Rodriguez, y conocía bien las peculiaridades de este formato. Así que se puso a buscar a los autores, y los encontró.

Detrás de todo estaban Jon Watts y Christopher D. Ford, con experiencia dirigiendo videoclips, publicidad y televisión, pero interesados en realizar películas de terror; declarados fans de Eli Roth, y fans del cine de terror de los 80, sobre todo de los slashers. Roth ya había producido películas de otros, como 2001 maniacos (2005, de Tim Sullivan), y recientemente había conseguido mucha credibilidad en este campo con el éxito de El último exorcismo (The Last Exorcism, 2010, de Daniel Stamm). Además, en aquel momento estaba trabajando por promocionar al chileno Nicolás López, al que había tomado bajo su protección. Así que decidió hacer lo mismo por Jon Watts y su compañero, y preguntarles que cómo andaban de proyectos. Y resultó que Clown, aquel falso tráiler, se correspondía con una idea para un largometraje completo que Watt y Ford estaban desarrollando de verdad.

El “tráiler falso” es una modalidad de cortometraje que se puso de moda hace algo menos de diez años. Tiene la ventaja evidente de no necesitar un guion desarrollado y que no padece nunca problemas de ritmo. Sin contar los trailers de ficción contextualizados en otra película, como los de “Scrooge: la noche en que el reno murió” que formaba parte de Los fantasmas atacan al jefe (Scrooged, 1988, de Richard Donner) como muestra del carácter anti-navideño del personaje de Bill Murray, o el famoso Hamlet de Jack Slater (Arnold Schwarzenegger) en El último gran héroe (Last Action Hero, 1993, de John McTiernan), los falsos trailers se hicieron populares como modalidad en sí misma a raíz de Grindhouse (2007, Quentin Tarantino & Robert Rodriguez), en la cual ya hemos dicho que uno de los falsos trailers era precisamente de Eli Roth (los otros tres eran de Robert Rodriguez, Edgar Wright y Rob Zombie). Pero también ha habido otros casos muy famosos, como el World’s Finest (2004) de Sandy Corolla, falso tráiler de una película en la que Batman y Superman se encontraban (y sí, es el mismo Sandy Corolla que unos años antes nos dejara boquiabiertos con su corto –completo, no solo tráiler-Batman: Dead End, en el que Batman se las veía con Alien y Depredador…).

Algunos falsos trailers molan tanto, que los fans por un lado y los propios cineastas por otro, comenzaron a soñar con que esas películas tan locas se hicieran realidad. La primera película basada en un falso tráiler fue Machete (2010, de Robert Rodriguez), Pero ya hay alguna más, como el también notable caso de Hobbo With a Shotgun (2011, de Jason Eisener).

Eli Roth llevó Clown y Aftershock (2012, de Nicolás Löpez) a Vertigo Films, y cerró un trato sobre la distribución de ambas. Respecto a la típica pregunta que se suele hacer en estos casos: ¿cuánto de Eli Roth hay en la película? ¿Hubo intromisión? Parece ser que la respuesta es nada y no, ya que Watts y Roth llegaron al acuerdo de que Roth le dejaría hacer la película que quisiese y como quisiese, siempre que fuera capaz de hacerla con muy poco dinero y no se pasase del presupuesto.


Pero hablemos de la película


Clown
es una de esas películas como el famoso vaso, que puede verse medio llena o medio vacía. No cabe duda de que el material es potente desde el mismo tema, y por el lado positivo tiene la creación de un nuevo monstruo con toda su mitología, y el siempre aterrador asunto de los asesinos de niños, junto con un buen puñado de escenas que oscilan entre lo oscuro y lo delirante. Pero por otro lado, si no es una película mejor es por su absoluta falta de decisión a la hora de quedarse con un punto de vista claro, el sujeto narrativo parece que deambula vagabundo a la vez que lo hace el protagonista: el protagonismo es del pobre diablo que se está convirtiendo en demonio contra su voluntad, pero a veces se adopta un tono impersonal de slasher, en tercera persona; y otra veces parece la historia de una mujer cuyo marido está metido en algo difícil de creer; y otras de la historia del niño, que no sabe si echar de menos a su padre o tenerle miedo… En realidad la película va mutando de rato en rato y trata de todo esto, sin terminar de aprovechar ninguna de las opciones. Tal vez por eso, habiendo mucho potencial, da la sensación de estar tan alargada.

Podría haber dado más de sí, así y todo es una auténtica bolsa de chuches para el fan que no padezca la hipertrofia crítica tan característica en nuestros días, repleta de elementos divertidos. El sarcasmo de todo el arranque, cuando aquel tipo se ve obligado a vestir el traje de payaso en situaciones como el trabajo o en la intimidad con su mujer, bien merece unas risas. Tiene gore y alguna que otra burrada, aunque no se atreva a romper el tabú de mostrar el asesinato de alguno de los niños dentro de plano. Y sobre todo, tiene al propio Eli Roth divirtiéndose al final de la película, caracterizado como monstruo. Y ya se sabe que la diversión es contagiosa…

No tan enfocada como Stitches (2012, de Connor McMahon), el juguetón slasher coulrofobico reciente. Pero lo cierto es que tanto ella como Clown podrían buenamente derivar en buenas franquicias.

 

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