Read Time:8 Minute, 22 Second

Mientras ultimo mi comentario sobre La visita (The Visit), el regreso al cine de terror de M. Night Shyamalan, que parece que es lo que toca hablar en estos días, déjenme que trate de ir caldeando el ambiente con la presentación de Creep, una película que comparte con la mencionada importantes características. Para empezar, el formato found footage o metraje encontrado, que para los no duchos en estas terminologías son aquellas películas rodadas cámara en mano y jugando a que todo es real y espontaneo, como los famosos casos de El proyecto de la Bruja Blair (The Blair Witch Project, 1999, de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez), [REC] (2007, de Jaume Balagueró y Paco Plaza) o Paranormal Activity (2009, de Oren Peli). A continuación, también tienen en común al productor Jason Blum, y aquí es donde empieza lo curioso, porque Blum, a través de su productora Blumhouse, es el propietario de la franquicia Paranormal Activity (de la que lleva cinco entregas), y el productor de The Bay (2012, de Barry Levinson), Eliminado (Cybernatural, 2014, de Leo Gabriadze), Mockingbird (2014, de Bryan Bertino), Area 51 (2015, de Oren Peli) o La horca (The Gallows, 2015, de Travis Cluff y Chris Lofting) entre otras. ¡Y todas son found footages! Es como una fijación, o como si este individuo tuviera un plan para acabar él solito con la historia del cine a base de minarla por medio de estas películas que por lo general son tan feas… En honor a la verdad, Blum tiene fama de ser bastante selectivo, y lo cierto es que el catálogo de producciones Bloomhouse es muy recomendable (y no solo hace found footages, también produjo Insidious, Sinister, Lord of Salem, Oculus, y un largo etcétera). Pero tanta incidencia en este subgénero en general está empobreciendo mucho la escena actual de cine de terror. Mis motivos para decir esto ya los expliqué en mi reseña de La horca,  en su primer párrafo. Me gustaría que lo releyeran, porque en realidad no quiero decir que todas estas películas sean necesariamente malas, sino que necesitan un sentido de ser así que lo habitual es que no tengan.

He querido hablar de Creep, de hecho, porque es de las que se salvan. Dejando de momento aparte La visita, es el found footage que más me ha gustado este año junto con Así en la Tierra como en el Infierno (As Above, So Below), la de John Erick Dowdle. Algo así como el equivalente a lo que me supuso ver el año anterior Afflicted (de Derek Lee, Clif Prowse) o cómo no, las dos primeras entregas de V/H/S (en la tercera se estrellaron). En Creep la cámara forma parte de la premisa argumental, lo cual ya marca una diferencia a su favor. Y el alcance de su propuesta está suficientemente acotado, y descansa sobre todo en la relación entre los dos únicos personajes, como en La huella (Sleuth, 1972, de Joseph L. Mankiewicz). Naturalmente también adolece de esos momentos en los que de manera típica quedan a la vista las costuras, como cuando la cámara sigue grabando (para que el espectador pueda ver) en situaciones en las que, en la vida real, sería raro mantener la cámara encendida. Pero sobre todo la película funciona gracias a la incómoda relación entre los personajes, siendo que la cámara en mano aporta proximidad y primeros planos (y conversaciones mirando a cámara) que resultan muy inquietantes.

En Creep solo hay dos personajes, y también es prácticamente la obra de dos personas: Mark Duplass (guion, producción e interpretación de uno de los personajes) y Patrick Brice (dirección, guion e interpretación del otro personaje). Duplass es sobre todo actor, su rostro nos sonará de películas como Safety Not Guaranteed (2012, de Colin Trevorrow), Mercy (2014, de Peter Cornwell) o La noche más oscura (Zero Dark Thirty, 2012, de Kathyn Bigelow); pero también dirige sus propios cortos y ha llegado a ejercer de productor, como en la divertidísima Bad Milo (2013, de Jacob Vaughan). La idea de Creep es suya, la tuvo guardada durante años con la intención de hacer la película por sí mismo, pero al tener que admitir que pasaban los años sin llegar a ponerse a rodarla, decidió hablarle de ella a Patrick Brice. Brice era director, había hecho hasta el momento cortos, y había conseguido reconocimientos y algún que otro premio con uno documental, Maurice (2012), en el que entrevistaba a Maurice Laroche, el que fuera propietario del último cine porno en cerrar en la ciudad de París. Quería dar el salto al largometraje, y entonces conoció a Duplass. Parece ser que la esposa de Brice tiene un negocio de guardería, y cuidó de los hijos de los Duplass. A raíz de esa coincidencia los hombres se conocieron, y a Duplass le pareció que el estilo “hablar a la cámara” del corto Maurice de Brice, le venía como anillo al dedo a su película, que por entonces se llamaba Peachfuzz (pelusa de melocotón).

Después de mucho hablar del proyecto y de tener ambos muy claro lo que querían, los dos hombres se liaron la manta a la cabeza, y se fueron cinco días solos a una cabaña en las montañas de San Bernardino, en Crestline (California). Allí rodaron improvisando, sobre la base de apenas unos folios de notas, y volvieron a Los Angeles con Peachfuzz cien por cien rodada. Al menos el 50% de aquello que rodaron forma parte del film definitivo que hoy conocemos como Creep.

Aquella primera versión era, a decir de sus autores, una especie de versión muy incómoda de Mi cena con André (My Dinner with André, 1981, de Louis Malle. Dos hombres interpretados por ellos mismos (para Brice era su primera vez como actor) se reúnen porque uno, Duplass, ha contratado al otro, Brice, para que documente su vida. Así daba comienzo una entrevista, a menudo mirando a cámara, en la que las cosas se van poniendo progresivamente raras. Les enseñaron la película a muchas personas, y por sus reacciones poco a poco se fueron dando cuenta del enorme potencial para el suspense y el terror de su material.

Con la película en plena fase de metamorfosis, Duplass se la enseña también a Jason Blum, a quien conoce de haber trabajado en alguna producción suya (por ejemplo Mercy), y éste se muestra entusiasmado. Les asegura a Brice y a él que está recibiendo diariamente varias películas con formato found footage, y que la suya le pareció muy auténtica, y le hizo sentir de nuevo la fascinación que sintió la primera vez que vio Paranormal Activity. Así que se mete de lleno en la segunda fase del proyecto, y aporta el conocimiento que hay en Blumhouse de este formato de películas de terror, sobre todo a través del asesoramiento de Gregory Plotkin, el montador de todas las secuelas de la citada saga y que recientemente ha debutado también como director de su última parte (hasta el momento), Paranormal Activity: The Ghost Dimension. La película dejó de llamarse Peachfuzz y adoptó su título definitivo Creep. Dejaron el cincuenta por ciento del metraje tal y como lo habían rodado en la primera versión, y la otra mitad la replantearon y la rodaron de nuevo.

Creo que ya se me ha notado, la película me ha gustado, la encuentro un ejemplo muy recomendable de lo que el found footage puede dar de sí. A pesar de eso, no me cabe duda de que todo el tramo final de desenlace es un pegote, un añadido de esta segunda vuelta, cuando Peachfuzz dejó paso a Creep como película de terror, cometiendo el pecado de las soluciones impactantes pero fáciles. También hay otro momento tramposo más o menos a la mitad, en el que ambos hombres empiezan a actuar raro, como si desde el guion quisieran que dudaras de por dónde va a venir el giro, si el excéntrico y cargante entrevistado va a resultar un psicópata, o por el contrario el que tiene algo oscuro que ocultar es el entrevistador. Y la ambigüedad en sí no está mal, pero en este caso no funciona, porque es solo en ese tramo, como si no viniera a cuento.

Por el otro lado, sin embargo, tenemos a dos personajes muy bien perfilados (y cómo aguanta el tipo el personaje de Brice, y cómo intuimos sus ganas de salir corriendo, cuando ni siquiera le vemos en pantalla –él es quien sujeta la cámara-), una situación turbadora, y varios momentos de gran incomodidad y mal rollo, como la escena de la bañera, que de puro histriónica te deja turbado; o la noche del clímax casi entera, hasta que empieza la parte tramposa a la que me referí antes. También hay de por medio en la historia una máscara de hombre lobo, y lo que tiene que ver con ella, historia incluida, también es bastante sugerente. Esta máscara dicen los autores que la compraron en un bazar cualquiera, y tuvieron/tuvimos suerte, pues es todo un hallazgo.

Creep se hizo el circuito de festivales el año pasado, Sitges incluido, con buenas críticas en general. Posteriormente se ha estrenado con bastante éxito en plataformas de Video bajo demanda, desde julio se puede ver en Netflix, y recientemente incluso ha gozado de un tímido estreno en cines de la mano de la distribuidora The Orchard. A pesar de esta difusión tan minoritaria, le ha ido lo suficientemente bien como para que Blumhouse se plantee realizar una secuela. Mark Duplass ya ha dicho que él no está interesado, así que de hacerse será con otro psicópata nuevo. A Patrick Brice la ha ido muy bien este año. Presentó The Overnight, su segunda película en el Festival de Sundance de este año, y la recepción en general ha sido muy positiva. Pero ni ha confirmado ni ha rechazado su posible implicación en Creep 2 .

Supongo que con Brice o sin él, la última palabra sobre si llegará a existir esta secuela la tiene Jason Blum, el rey del found footage.

Por cierto, ¿cuántas películas hay que se llamen Creep?

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

Deja un comentario