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El heterodoxo Sherlock Holmes de Guy Ritchie ha vuelto a traer a la palestra a un personaje que en realidad nunca ha perdido vigencia ni actualidad. Prueba de ello son las innumerables versiones que del célebre detective se han hecho, tanto en cine como en televisión. Algunos decididamente apócrifos (como el Dr. House), otros sencillamente heteróclitos e “infieles” a los relatos originales, pero con personalidad propia. Aquí te traemos un grupo de diez de los más curiosos y atípicos, a la par que interesantes.

Pastiche sobre canon

Las diferencias entre el detective original creado por Arthur Conan Doyle y la versión re-imaginada por John Watkiss y llevada al cine por Guy Ritchie son notables. Pero eso nunca debería ser un hándicap para realizar una buena película: existen numerosos títulos protagonizados por el maestro de los detectives que se han alejado más o menos de su versión literaria, y muchas de ellas han alcanzado altas cotas de genialidad o como mínimo han destacado por la originalidad de sus propuestas. Repasamos en este texto diez de ellas en breves reseñas:

ELEMENTAL DR. FREUD
“The Seven-Per-Cent Solution” (1976)
Sherlock Holmes: Nicol Williamson
Dr. Watson: Robert Duvall
La dama: Lola Deveraux (Vanesa Redgrave)
El villano: Baron von Leinsdorf (Jeremy Kemp), Profesor James Moriarty (Lawrence Olivier)

Lo recuerdo a la perfección: cuando terminé de leer el canon (1) (y creo que como le ha ocurrido a más de un Holmesiano) renegaba de lospastiches (2), equivocadamente, puesto que prejuzgaba con mucha facilidad. Dominado por el síndrome “Kellog’s” (lo original es siempre lo mejor) me picó la curiosidad cuando un amigo me prestó la novela “Elemental Dr. Freud” (1974), por aquello de que el autor eraNicholas Meyer, afamado guionista y director de buenas películas como “Los pasajeros del tiempo” (1983) o un par de destacables títulos de la saga “Star Trek”: la segunda, “La ira de Khan” (1982), y la sexta, “Aquel país desconocido” (1991). Me lo tomé con ciertas dosis de cinismo, por que el argumento anunciado en la contraportada me echaba muy para atrás: ¿¿Un Sherlock Holmes adicto a la cocaína viaja engañado por el Dr. Watson a Viena para ser tratado por el Dr. Freud?? ¿¿Y además resulta que todo lo contado en el mítico relato “El problema final”, donde se narraba el enfrentamiento entre Holmes y Moriarty, era un embuste de Watson para defender el honor de su amigo?? (Cargándose de paso el del Profesor, pero bueno, eso es otra historia). Creí que no iba a pasar de las veinte páginas.

Terminó convirtiéndose en uno de mis libros favoritos, y sin duda creo que aunque empatada a estas alturas con otras, una de mis versiones alternativas de Holmes predilectas.

La novela se convirtió en un sorprendente best-seller y fue llevada al cine en 1976 por Herbert Ross, un director que ejemplifica el termino “artesano”. El reparto fue muy adecuado: Nicol Williamson daba vida a un muy alterado y nervioso Holmes en la primera parte del film y lograba tanto transmitir el sufrimiento del personaje debido a sus adicciones, como su genialidad, y se convertía en el héroe conocido por todos durante la segunda parte de la historia, cuando un misterio requería de sus habilidades. Por su parte Robert Duvall daba vida al mejor Doctor John H. Watson que he visto jamás en la historia del cine, comedido, noble, leal, aventurero y honesto. Hasta mantenía esa cojera que aparecía y desaparecía en los relatos originales de Doyle. Por su parte Lawrence Olivier daba vida en una aparición especial al “malvado” Moriarty, y uso el entrecomillado por que sus “actos de maldad” en esta historia son muy diferentes a los perpetrados en el canon: el verdadero villano de la función era el Baron von Leinsdorf (Jeremy Kemp) que intentaba secuestrar a la cantante Lola Deveraux (Vanesa Redgrave). Por su parte el Dr. Freud, que se convierte primero en salvador, y después en colaborador del detective, dibujando un paralelismo entre los métodos de ambos bastante singular, era interpretado por el siempre capaz Alan Arkin. Una producción muy cuidada, un guión donde las piezas encajaban casi a la perfección, un respeto a los detalles casi obsesivo (el deseo de emular las ilustraciones de Sydney Paget para el Strand olas referencias a relatos del canon, perfectamente colocadas y estudiadas la emparejan con “La vida privada de Sherlock Holmes, de Billy Wilder), un reparto a la altura y un perfecto sentido de la aventura de repente me hacen sentir una nostalgia que por edad no debería de tener, pero que me lleva a pensar en un tiempo en que las producciones de este tipo no estaban enfocadas únicamente al público adolescente.

Meyer volvió a escribir sobre Holmes, en la inferior pero también muy destacable “Horror en Londres” (1976, editada en España por Ultramar) y con “El ángel de la música” (1996, editada en España por Ediciones B), la cual no he podido leer todavía pero cuya éxito crítico es muy inferior al de sus dos pastiches previos.

EL DETECTIVE Y LA DOCTORA
“They Might Be Giants” (1971)
Sherlock Holmes: En realidad Justin Playfair, un hombre enloquecido que cree ser Sherlock Holmes, es interpretado por George C. Scott.
Dr. Watson: Doctora, en este caso. La psiquiatra que le trata, Mildred Watson, es interpretada por Joanne Woodward.
La dama: En este caso, “Watson” y “dama” vienen a ser lo mismo.
El villano: Bleavins Playfair, el hermano de Justin que quiere quitárselo de en medio, es interpretado por Lester Rawlins.

Una verdadera curiosidad es este interesantísimo título dirigido por Anthony Harvey. No es verdaderamente aplicable aquí el ser unpastiche, puesto que el personaje principal no encarna a Sherlock Holmes, si no a un hombre que perdió el norte tras la muerte de su mujer y cree, tras sufrir una crisis nerviosa, ser la encarnación del detective. Tratado por una psiquiatra, de apellido Watson, para intentar curarle, poco a poco ella se sentirá cada vez más atraída por él, convirtiendo la historia en un insólito caso de fólie a deux, una locura compartida que les llevará a recorrer las calles en busca del malvado Moriarty hilvanando pistas sin sentido alguno.

Parecido a un “Quijote” moderno, la contagiosa locura de Justin Playfair irá arrastrando a todos los personajes del título, desde el bibliotecario que cree ser la Pimpinela Escarlata hasta a su malvado hermano, el personaje que obliga al espectador a recordar que existe un mundo real y cruel ahí fuera, hasta llegar a su antológico cuarto de hora final, cuando se pierda ya toda la coherencia, desaparezcan las tramas secundarias como por arte de magia (aunque a saber si fue así debido a los tijeretazos que sufrió la película en la sala de montaje), y se acerquen Playfair/Holmes y Watson a ese túnel al final del camino, en una conclusión estremecedora…Memorable la actuación de la pareja protagonista, y a pesar de ser una comedia, termina por dejar un regusto muy amargo.

Otro título con Sherlock Holmes de por medio que no funcionó en taquilla, en parte debido al poco interés por parte de la productora por el film, que lo recortó de mala manera, algo que se nota en su visionado. Merece ser recuperada, no tanto por su carácter holmesianosi no por la calidad de su propuesta.

EL CRUCIFIJO DE SANGRE
The Crucifer of Blood (Telefilm, 1991)
Sherlock Holmes: Charlton Heston
Dr. Watson: Richard Johnson
La dama: Irene St. Claire (Susannah Harper)
El villano: Jonathan Small (Clive Word)

“El crucifijo de sangre” merece la categoría de “insólita” por dos razones: primero, por adaptar una peculiar obra de teatro escrita por Paul Giovanni y estrenada en 1978 (3), también músico e intérprete ocasional que tenía un breve papel en la única e irrepetible (por muchosremakes chapuceros que quieran hacer) “The Wicker Man” (1973), de Robin Hardy. Lo que tenía de especial la obra de Giovanni es que se trataba de una adaptación de la segunda novela de Sherlock Holmes escrita por Arthur Conan Doyle, “El signo de los cuatro”, pero cambiando algunos personajes e introduciendo un nuevo y sorprendente acto hacia el final, que llevaba a la sorpresa a todos aquellos que estaban viendo la obra y creyendo que estaban siguiendo una adaptación fiel del libro. Por decirlo de otro modo, la obra empezaba siendo “canónica” y se convertía en un pastiche debido a su chocante desenlace.

El segundo motivo, sin duda, es por el actor que da vida a Holmes. El más yanqui de los americanos encarnando al inglés más británico: Charlton Heston. Más allá de la curiosidad para el espectador, y del capricho para el actor, existen elementos que son prácticamente imposibles de amalgamar: Heston interpreta el rol con corrección, al fin y al cabo todo el telefilme está puesto a sus pies y a su servicio, empezando por la dirección por parte de su hijo, Fraser C. Heston (futuro director de la más aprovechable de lo que parece a simple vista“La Tienda”, (“Needful Things”, 1993), pero salvo alguien que no tenga la más puñetera idea de quién es Sherlock Holmes y que representa le va a resultar prácticamente imposible asociar una imagen con la otra. Pero es cierto que queda curioso, y ya que la película sucede en un “universo alternativo” al de Conan Doyle, su Holmes termina por resultar hasta simpático.

Lástima que su hijo diera todavía la impresión de estar bastante verde para ponerse tras las cámaras de proyectos de esta envergadura por que en ocasiones el film acusa de cierta falta de ritmo y se deja caer por falta de solvencia en demasiadas ocasiones en el tedio más absoluto. Y a pesar del buen elenco que acompaña a Heston (en especial James Fox, excelente como siempre en su papel de Alistair Fox) la obra no logra destacar entre la larga e interminable (esperemos) lista de títulos protagonizados por el hermano de Mycroft Holmes más allá de por su carácter de rareza.

MURDER ROOMS: LOS OSCUROS COMIENZOS DE SHERLOCK HOLMES
Murder Rooms, (Serie de TV, 2000-2001)
Sherlock Holmes: No tenemos Holmes, pero sí al Dr. Bell (Ian Richardson)
Dr. Watson: No tenemos Watson, pero sí a el Dr. Conan Doyle (Robin Laing en el telefilme inicial, Charles Edwards en los restantes cuatro episodios)
La dama: Elspeth Scott (Dolly Wells), cuyo recuerdo Doyle será incapaz de olvidar.
El villano: Depende del episodio

Una de las sorpresas que deparaba el nuevo siglo a los Sherlockianos era un nuevo proyecto televisivo por parte de la BBC que iba a contar con guiones del prestigioso guionista, escritor y crítico David Pirie (reciente jurado en una de las últimas ediciones del Festival de Sitges debido a sus famosos libros sobre cine de terror). La novedad iba a ser que no iba a estar protagonizada por Holmes y Watson “per-se” (todavía estaba reciente la serie protagonizada por Jeremy Brett), si no por Arthur Conan Doyle y el profesor Joseph Bell, la reconocida por el escritor influencia viviente que le llevó a crear al detective consultor. El reconocido actor británico Ian Richardson fue el encargado de dar vida a Bell, logrando quitarse la espina de no haber podido interpretar el detective más allá de dos telefilmes a mediados de los ochenta, precisamente, debido al éxito de la serie de Granada protagonizada por Brett que eclipsó al proyecto paralelo que debía protagonizar.

El telefilme que dio de sí la mini serie es una interesante especulación sobre la relación entre Bell y Conan Doyle (Robin Laing, anteriormente visto en “Band of Brothers”) que parte de la base de que Bell y sus asombrosos métodos de deducción fueron la inspiración directa para Holmes -a este respecto la escena final es estupenda-, y que Doyle fue su ayudante -al estilo Watson pero con mucho más protagonismo, de hecho a lo largo de la serie prácticamente Doyle será la estrella- en una oscura trama de asesinatos en el Londres victoriano. Una versión de Holmes mucho mas humana y desde luego, falible, como demuestra el final de la trama… con todo, una tv movie digna de verse.

Sobre el resto de la serie, “Los Ojos del Paciente” tiene una intriga muy bien construida aprovechando elementos del relato del canon “La Ciclista Solitaria”. Todavía mejor resultaba “El Reino de los Huesos”, con muchas referencias no solo a Holmes -no podía faltar una referencia a”La Rata Gigante de Sumatra”- si no a “El mundo Perdido“:la conferencia a la que asiste al principio del episodio Doyle, de un aventurero que se va adentrar en una meseta sudamericana, el “Pabellón Summerlee”, referencias a “la casa de Lord Roxton”, y sobre todo la aparición de el Profesor Rutheford, el cual fue la inspiración directa del Profesor Challenger (4), del mismo modo que Bell de Holmes.

“La Estratagema del Caballero Blanco” tenía una aparición estupenda del excelente Rik Mayall, que realmente borda su papel de Teniente Blaney, rival de Joseph Bell, alejado aquí del todo de los soberbios papeles cómicos los que nos tiene acostumbrado. Importante episodio también por que es donde Doyle ya se avanza a las teorías de Bell -¿no le dijo Bell a Doyle “sabes de sobra que Sherlock Holmes eres tú” en la vida real?- Excelente también “La Silla del Fotógrafo”, capitulo donde lo fantástico tiene mucha más mordiente y nos muestra los primeros pasos de Doyle relacionándose con el espiritismo..

Mencionar en lo extraordinariamente lograda que está la ambientación y la fotografía, pero si, es de lamentar que la edición sea bastante cutre, estilo VHS, por parte de la casa “DVD Spain”. (¿¿??). A pesar de sus destacables logros artísticos, la serie no tuvo continuidad y es una lástima. Pero por suerte no sería la última vez a lo largo de la década que la BBC recurriría a Doyle y sus creaciones.

BASIL, EL RATÓN SUPER-DETECTIVE
The Great Mouse Detective (1986)
Sherlock Holmes: Barry Ingham (Basil de Baker Street)
Dr. Watson: Val Bettin (Dr. David Q. Dawson)
La dama: Olivia Flaversham (voz de Susanne Pollatschek )
El villano: Profesor Ratigan(voz deVincent Price)

Basada en un libro infantil (“Basil of Baker Street”, escrito e ilustrado por Eve Titus), “Basil” es una de las películas más infravaloradas en la historia de Disney, poseedora de un guión agudo y exquisito, una animación brillante y un gran trabajo de doblaje por parte de los actores, en especial Vincent Price, el cual se encuentra en su salsa poniendo la voz al maléfico Profesor Ratigan, protagonista de algunas de las escenas más oscuras y violentas dentro de la animación de aquellos tiempos, pero también de uno de los números musicales más destacables de la historia de la animación: la canción “The World’s Greatest Criminal Mind”, compuesta por Herny Mancini con letras de Larry Grossman y Ellen Fitzhugh.

Pero ante todo, “Basil” es un homenaje a la figura de Sherlock Holmes con todas las de la ley. El ratoncito detective vive en el 221 B de Baker Street y escucha a los reales Holmes y Watson (la voz del primero son grabaciones de Basil Rathborne interpretando el papel), a los cuales imita, y una vez entre en escena el Dr. Dawson (un homenaje al Watson interpretado por Nigel Bruce, de la saga interpretada por Rathborne) se mete de lleno en la aventura de rescatar al padre de la afligida Olivia Flaversham de las garras de su archi-enemigo, el diabólico Ratigan, una suerte de Moriarty igual de malvado y temible.

A pesar de su calidad, la película no funcionó bien en taquilla (para seguir con la negra racha de Holmes en pantalla grande durante los 80). Eran tiempos extraños para Disney, que venía del fracaso de “Tarón, el calderon mágico” y en aquellos días le hacían sombra las producciones de Don Bluth, siendo de hecho “Fievel y el nuevo mundo” la película que eclipsó las aventuras del ratoncito detective. Aun faltaban tres años para el estreno de “La sirenita” y para que la corona de la animación cinematográfica volviera a su cabeza.

Un último apunte: en el relato canónico de Doyle, “La aventura de Peter el negro” (disponible en “El regreso de Sherlock Holmes”), el detective hace referencia a un colaborador llamado Basil… ¿viviría este entre las paredes de su casa?

EL REGRESO DE SHERLOCK HOLMES /
EL RETORNO DE SHERLOCK HOLMES
The Return of Sherlock Holmes (1987)
Sherlock Holmes Returns (1993)
Sherlock Holmes: Michael Pennington, Michael Higgins
Dr. Watson: Margaret Colin (Jane Watson) , Debra Farentino (Dra. Winslow)
La dama: En ambos casos es la contrapartida femenina de Holmes.
El villano: Carter Morstan (Barry Morse) en la primera, James Moriarty Booth (Ken Pogue) en la segunda

¡Como pasa el tiempo en tan solo seis años! En lo que respecta a las TV movies, en ese lapso de tiempo puede notarse una abismal diferencia en la forma de dos telefilmes,… aunque el argumento al que se hagan frente sea prácticamente el mismo: Sherlock Holmes se criogeniza y despierta en distintas épocas, finales de los ochenta y primeros noventa. Y en los dos casos tendrá contrapartida femenina, en el primer caso la bisnieta del Doctor Watson, Jane, una joven detective interpretada con simpatía por Margaret Colin, la cual encuentra el cuerpo del detective en una propiedad de Boston que ha heredado, y en el segundo por la Dra. Winslow, que habita en el 1994 de Baker Street en… San Francisco y descubre que el propio Holmes se había congelado en el tiempo por voluntado propia con un aparato que el mismo había construido. En ambos casos, una vez superado el choque cultural por parte del viajero del tiempo, se pondrá de detective a enfrentarse a criminales de distinta ralea, en la primera un agente del FBI renegado, un descendiente de Moriarty en la segunda.

El aspecto de telefilme ochentero es decisivo y matador en el título de 1987, dirigido por el muy televisivo Kevin Connor, con el ritmo y los tiempos de ese tipo de producciones, amén del mismo estilo de diseño de producción e iluminación. Vamos, que a ratos uno cree estar viendo un episodio de “Remington Steele” o de una producción Lorimar de la época, y le hace envejecer muy, muy mal. El Holmes encarnado por Michael Pennington (4) es correcto y físicamente adecuado, y su contrapartida femenina ofrece bastante chispa y energía. Otro detalle a mencionar es que al estar la película no disponible actualmente en DVD en nuestro país, el único modo de dar con ella es en una edición VHS que tiene un doblaje espantoso, uno de aquellos que puede hacer imposible el visionado de un film. En definitiva, “una producción simpática e intrascendente”, como la definió Leonard Maltin. (7)

La TV Movie de 1993 es un caso contrario a la de 1987 en lo que a popularidad se refiere: ha sido editada en DVD en nuestro país, de hecho hasta fue uno de aquellos títulos que regalaba la revista Tiempo cuando el DVD empezaba a imponerse sobre el VHS, y ha terminado siendo habitual encontrársela en cajas de saldo o de segunda mano. El autor de la idea (básicamente un calco de la de 1987), guionista y director del asunto es Kenneth Johnson, famoso por ser el creador de la mítica serie “V” y desarrollado del concepto de “Alien Nation” para la televisión. En este caso Holmes es interpretado por Anthony Higgins, el cual había dado vida al malvado Profesor Rathe en“El secreto de la pirámide” y la dinámica que mantendrá con la Dra. Amy Winslow (Debrah Farentino, actriz muy habitual en serie de TV, como en la reciente “Eureka”) será muy semejante a las producciones tipo “misterio-y-romance” que popularizó “Luz de luna” durante los años 80. El villano era un descendiente de Moriarty, en un derroche de originalidad, y Holmes contaría como apoyo con su propio grupo de Irregulares de Baker Street, una especie de pandilleros semi-adolescentes en su versión moderna. Sin embargo la obra tenía más dinamismo que la previa (usaba muy imaginativamente los zooms para resaltar las deducciones de Holmes) y dejaba varias puertas abiertas en pos a una posible continuación (evidencia mucho su condición de episodio piloto) que no llegaría a llevarse a cabo. A pesar de sus contras, se me antojó un título muy amable y digerible. Será por que uno ha crecido con las producciones de Johnson…

EL SECRETO DE LA PIRÁMIDE
Young Sherlock Holmes / The Pyramid of Fear (1985)
Sherlock Holmes: Nicholas Rowe
Dr. Watson: Alan Cox
La dama: Elizabeth Hardy (Sophie Ward)
El villano: Profesor Rathe (Anthony Higgins)

La película de Barry Levinson parte de una premisa interesante: ¿Qué habría ocurrido si Sherlock Holmes y el doctor John H. Watson se hubieran conocido durante sus años de Instituto? Esta pregunta podría dar de sí a un sinfín de variables sobre ambos personajes, pero en el caso que nos ocupa, la respuesta parece ser que ambos hubieran vivido una serie de aventuras, más cercanas a las de Indiana Jones (en especial a la segunda entrega del aventurero interpretado por Harrison Ford) y a las de otras producciones de la factoría Spielberg, que no a las narradas por Arthur Conan Doyle.

Y es que el toque spielberguiano del film está presente en todas partes, en la fotografía, en el uso de fanfarrias que ponen énfasis a las acciones de los personajes, en las escenas de acción donde las situaciones se resuelven de un modo muy deus ex machina, en el modelo básico de lo que es el bien y lo que es el mal (no se le hinca el diente a asuntos como, por ejemplo, los motivos por los cuales el malvado de la historia desea vengarse de los ingleses, los cuales arrasaron todo su pueblo, por ejemplo; es un villano simplemente porque sí). No por ello deja de ser un film de aventuras muy entretenido con algunos homenajes (los justos) a los legendarios personajes, incluso superior a muchas producciones destinadas a un público juvenil que asolaron las carteleras en aquellos años, teniendo un poquito más de miga las acciones que llevan a los dos personajes a comportarse como tal, y que en parte justifican cómo serán en años venideros…

Finalmente, indicar que la película resuelve, a su particular manera, algunas de las cuestiones que han intrigado a los seguidores holmesianos desde hace más de un siglo: Su rechazo a las mujeres, de doóde sacó la pipa y el abrigo Inverness (de nuevo, la pipa es de calabaza, como las que usaba Rathborne, y el abrigo lo popularizó William Gillette en su obra de teatro sobre el personaje), cómo conoció al inspector Lestrade (que si nos atenemos al canon holmesiano, si fuera tal y como se dice en la película ya sería casi un anciano en las novelas de Doyle)… y en los créditos finales, una última sorpresa, quizá la más estimulante de todas.

El resultado final es una obra divertida y carente de pretensiones, con algo más de tragedia de lo que suele ser habitual en este tipo de filmes (y que realmente funciona). No es descabellado imaginar que la película debería haber sido la primera entrega de una saga centrada en los años mozos del dúo de Baker Street, sin embargo, el fracaso considerable en taquilla (costó más de 18 millones de dólares y recaudó poco más de 4 en Estados Unidos) dio al traste con cualquier posibilidad de secuela.

SIN PISTAS
Without a Clue (1988)
Sherlock Holmes: No existe, pero el pícaro actor Reginal Kincaid (Michael Caine) se hace pasar por él.
Dr. Watson: Ben Kingsley
La dama: Leslie Giles (Lysette Anthony)
El villano: Profesor Moriarty (Paul Freeman)

Sherlock Holmes jamás existió: eso es al menos lo que plantea esta divertida comedia estrenada en 1988 y dirigida por el eficaz Thom Eberhardt. En su lugar, era el Dr. Watson (excepcional en un papel Ben Kingsley) el cual resolvía todos los casos y se veía obligado a crear al detective en sus novelas para poder disfrutar de una cierta intimidad y poder vivir sin el temor hacia a sus enemigos. Pero el éxito de su creación le supera (en un amable paralelismo con la vida de Arthur Conan Doyle) y Watson se veía obligado a contratar a un actor en paro para que interprete a Holmes de cara al público: el borrachuzo, torpe y cobardica Reginald Kincaid (Michael Caine, también brillante desarrollando su vis cómica). Cuando el éxito de Holmes empiece a abrumarle y la sombra de Kincaid/Holmes empiece a pesarle demasiado, Watson descubrirá que no será tan fácilmente quitárselo de encima: su editor no quiere ni oír hablar de que el propio Doctor protagonice las historias…

Tanto como buddie movie victoriana, como comedia de aventuras, el sólido y amable film de Eberhardt deja en evidencia a la reciente producción de Guy Ritche, en cuanto a interacción entre los dos personajes principales e incluso en la creación de gags. No obstante “Sin pistas” se basa en un guión sólido y un gran trabajo de actores, mientras el reciente estreno intenta dirigir su fuerza a través de un trabajo visual en ocasiones (demasiadas) un tanto dado a los excesos.

A pesar de ser un título muy recomendable, tanto para los seguidores del detective como para aquellos que simplemente quieran disfrutar de una comedia de elegante humor británico, de nuevo la cinta no funcionó excesivamente bien en taquilla, sin poder ser considerada un fracaso, y dividió bastante a la crítica en su día. El prestigioso crítico Roger Ebert dijo de ella: “para satirizar algo, primero hay que trascenderlo. Y el universo de Holmes y Watson es un ejercicio tan completo en auto-sátira que es casi imposible superarlo. La sátira consiste en burlarse de aquello que se toma a si mismo demasiado en serio, y las historias de Sherlock Holmes nunca cometen ese error: son cómplices de su propio humor”. (7)Aunque tenga algo de razón, sobre todo en lo que dice sobre los relatos originales, más que una sátira a mi sin embargo “Sin pistas” me parece un brillante ejercicio de parodia muy auto-consciente, que por otro lado funciona a un nivel muy coherente consigo mismo y su universo, que no es el de Doyle, sino otro parecido pero no exactamente igual.

LA VIDA PRIVADA DE SHERLOCK HOLMES
The Private Life of Sherlock Holmes (1970)
Sherlock Holmes: Robert Stephens
Dr. Watson: Colin Blakely
La dama: Gabrielle Valladon (Genevieve Page)
El villano: Hmmm… es complicado de decir, en este caso.

Sherlock Holmes no era tan alto como lo describía Watson. Ni era un violinista exageradamente bueno, más bien normalito tirando a amateur. No vestía de manera estrafalaria ni era infalible en su trabajo. Como ser humano, de carne hueso, capaz de vivir en un mundo donde se ha convertido en un mito y en el que puede leer las aventuras que ha vivido narrada por su compañero en las mismas, Holmes tiene las mismas virtudes y carencias que cualquiera. Pero incluso desde esa perspectiva, el genial Billy Wilder dibujó una versión inolvidable del personaje, y una obra magnífica, capaz de soportar sin problema el paso del tiempo y que fue capaz de vencer incluso los considerables tijeretazos que sufrió por parte de sus productores y seguir resultando un clásico inigualable. (8)

En la obra del director austro-húngaroco-existen los dos Holmes: la versión hinchada y exagerada sobre sus múltiples talentos que describe Watson en sus escritos y la verdadera, mucho más sensible y aquejada de una carencias afectivas que humanizan a Holmes de un modo que nunca llegó a ser visto en la obra de Doyle (y que en parte le dan sentido al título del film), pero que sin embargo tampoco le contradicen. Por su parte, Watson siente un considerable afecto que casi llega a la adoración, algo que tiene una lógica interna aplastante si nos lo tomamos como un Watson que vive en el “exterior” de sus relatos y es el encargado de haber convertido a Sherlock Holmes en lo que es para el público. Ambos funcionan con la misma dinámica de un matrimonio perfectamente compensado, y también en cierto modo el estilo de amistad de dos adolescentes que han entrado en la edad adulta con la misma dinámica de sus años juveniles: la necesidad de ser adorado de uno es equilibrada por la necesidad de adorar del otro. Así, cuando entre en juego Gabrielle Valladon, “la otra mujer” al margen de la platónica relación de Holmes con Irene Adler, toda la parafernalia misógina y cruel contra las mujeres del detective se irá viniendo abajo, algo de la cual será muy consciente el buen doctor, que empezará a temer por el resquebrajamiento de su relación.

En si misma, “La vida privada de Sherlock Holmes” es el pastiche definitivo, y si se hubiera respetado el orden y el montaje original que Billy Wilder tenía pensado para ella, se hubiera vislumbrado una continuidad episódica que se perdió por el camino. Una colección de relatos ocultos que comenzaba del modo clásico del pastiche: se descubrían unos textos inéditos por parte del Dr. Watson, en este caso guardados para la posteridad debido a que resultaban demasiado escandalosos para la época. Todo tiene una coherencia aplastante y una concordancia perfecta con el canon (en el cual Watson llegó a indicar que “escribía sobre los triunfos de Holmes, no sobre sus fracasos”: bien, aquí vemos que esa norma se la saltó para disfrute de los lectores del futuro). En su relato póstumo Watson se sincera y escribe el relato en el cual abandona la exageración y el triunfalismo para mostrar al gran detective como falible, con un punto romántico e incluso manipulable.

Pero más allá de todo el contenido psicológico de ambos personajes, que podría dar de si para muchos más comentarios, no solo de un espléndido libreto con unos diálogos de una calidad que personalmente pocas veces en mi vida me he encontrado: el diseño de producción y vestuario es exquisito, los decorados son muy parecidos a lo que casi cualquiera podría imaginar del 221 B de Baker Street o del Club Diógenes, la banda sonora de Mikos Rosza es magistral… y el trabajo de los protagonistas es formidable, empezando por Robert Stephens, que dibuja a un Holmes irónico y presumido como el original, pero capaz de transmitir una gran humanidad en su mirada debajo de su coraza, siguiendo por Colin Blakely, que hace olvidar con suma facilidad la primera opción pensada para el papel (el titán de Peter Sellers, nada menos), la seductora Genevieve Page, capaz de convencer al espectador de que una mujer verdaderamente puede seducir a Holmes, y finalizando por el siempre inmenso Christopher Lee, en el papel de Mycroft Holmes (9), el hermano de Sherlock poseedor de una inteligencia como mínimo equiparable a la de su hermano y que sin embargo conocerá también el amargo sabor de la derrota intelectual, aunque quede disfrazada de victoria ante los ojos del resto de mortales. Incluso con todos sus cortes, las malas críticas y el fracaso financiero que conoció en su día, la pareja Holmes / Wilder se muestra invencible, y logran conseguir que el Maestro de todos los Detectives pueda presumir de haber protagonizado, como mínimo, una obra maestra de la historia del cine.

Y el décimo: ¿qué tal una versión de Sherlock Holmes por José Luis Garci..?.

Notas

1. “Canon” es el título que reciben las “Sagradas Escrituras”, es el modo de llamar al conjunto de relatos y novelas sobre Sherlock Holmes escritas por Arthur Conan Doyle.

2. “Pastiche”, por el contrario, son aquellos títulos no escritos por Conan Doyle protagonizados por Holmes y Watson. Pueden mezclarlo con personajes reales (Karl Marx, Sigmund Freíd) o ficticios (Drácula, Fu-Manchú), o hacerle moverse por cualquier género de la literatura, no limitándose solo al misterio victoriano. La imaginación es el límite.

3. La obra fue todo un éxito en Broadway, logrando más de doscientas representaciones. Stephen Spinella dio vida a Holmes, una jovencita Glenn Close a Irene St. Claire y Jeremy Brett, que terminaría siendo una de las imágenes definitivas del personaje, interpretaba al Dr. Watson.

4. El Profesor Challenger y su equipo de aventureros (el Profesor Summerlee, su rival y colega, el cazador y aventurero Lord John Roxton y el joven periodista Ed Malone, narrador de sus aventuras) protagonizaron, aparte de la célebre “El mundo perdido”, varios relatos y novelas de Arthur Conan Doyle: “La zona envenenada”, “El día que aulló la Tierra”, “La máquina desintegradora” y “El país de la bruma”.

5. Al espiritismo Arthur Conan Doyle le dedicaría una fe absoluta e inquebrantable durante los últimos años de su vida, llevándole a escribir auténticos disparates sobre el tema, con mucho encanto, pero disparates al fin y al cabo, como “La nueva revelación”.

6. Como informaba el especialista en Holmes Jaime Gabaldà Méndez en el Jezail Bulletinº20 (primer trimestre del 2006), el boletín del Círculo Holmes de España, en un artículo dedicado a dicho film. El mismo texto nos indica que Pennington bordaría después en la radio al personaje de Moriarty en una emisión de “El problema final” junto a Clive Morrison, el habitual Holmes radiofónico de la BBC.

7. Extraído de “Las películas de Sherlock Holmes”, por Chris Steinbrunner y Norman Michaels, editado en España por T&B Editores/Cacitel en 1998)

8. Aprovecho para matar dos pájaros de un tiro y hacer un par de recomendaciones virtuales: una indicando la existencia, para todos aquellos holmesianos que aún no la conozcan, de la página web sobre el universo victoriano y Conan Doyle en general, y Sherlock Holmes en particular, editada por el experto en la materia Carlos Díaz Maroto, y en la que escribo ocasionalmente, y además, adjunto un enlace con la primera parte de un excepcional estudio sobre la película de Billy Wilder, escrito por Fran Abril, y que merece ser leído al detalle: es una absoluta delicia:

http://belakarloff221b.wordpress.com/2010/01/13/la-vida-privada-de-sherlock-holmes-1/

9. ¿Sentía según I.A.L. Diamond y Billy Wilder una especial antipatía Watson por Mycroft? Mientras que en el canon el hermano de Holmes es descrito como obeso, en la película nos es mostrado con el atlético físico de Lee. ¿Una venganza por parte del Doctor a modo de burla?

 

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