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David G. Panadero siempre es una persona interesante con la que hablar además de un continuo activista de la divulgación de nuestros géneros favoritos: el fantástico, el terror y, en su caso muy sobre todo, la serie policiaca. Sea por Prótesis, la revista especializada que realiza desde 2002 y que es sin duda la actividad que le ha hecho más conocido, o por cualquiera de sus otros proyectos y aportaciones, podríamos haber charlado con él y plasmarlo en esta página en cualquier momento. Pero es que además ahora es especialmente pertinente porque David acaba de autoeditarse Terror en píldoras, un librito hecho con mucho cariño y dedicado a repasar las películas fantásticas de episodios y apenas dentro de cuatro meses saldrá a la venta su primera novela: Los viejos papeles.

Primero vamos a charlar con él sobre Terror en píldoras, una obra que sin duda no satisfará las ansias enciclopédicas de los lectores más completistas y que no está hecha tampoco para convertirse en obra de consulta, pero que supone un diálogo inteligente entre autor y lector y un conjunto de sugerencias muy provechosas que estamos seguros que muchos aficionados van a disfrutar. A continuación, charlaremos inevitablemente de Prótesis, la publicación mítica, histórica e imprescindible consagrada a la serie negra. Y finalmente, David nos presentará su novela y sus proyectos actuales.

TERROR EN PÍLDORAS

Nos gustaría saber qué es Terror en píldoras para ti, cómo te lo planteaste y cómo te gustaría que fuera tomado por los lectores.


Terror en píldoras
es un librito, cómo bien dices (1), y que además nace con vocación de ser un librito eternamente inacabado. Se podría ampliar hasta el infinito. Más que ser exhaustivo y completista, como libro docto y doctrinal en el que se den todas las respuestas, se trata de una obra orientativa que apela a la intuición. Muy de “aficionado” en el buen sentido, escrito con entusiasmo. Es simplemente un entretenimiento, una serie de propuestas para el espectador.

Soy consciente de que un libro sobre este mismo tema podría haber sido más extenso. Y de hecho va a crecer: puedo adelantar que para octubre voy a autoeditar una segunda edición a la que le hemos cambiado la portada y las ilustraciones, de las que se ha encargado Fernando Cámara (el co-director de Memorias del Angel Caído), y en la que además he hecho correcciones de documentación que me sugirieron amigos como Luis Alberto de Cuenca; aparte de que he añadido un nuevo capítulo.

Pero incluso esta segunda edición seguirá siendo un libro inacabado, que busca más la diversión que el afán didáctico. Diversión e incentivo a leer otros libros y a ver cine.

Dices que en la segunda edición has añadido un capítulo nuevo… ¿De qué trata?

Es una reflexión final. Algunas personas me señalaron tras leerlo que echaban en falta un conclusión, una tesis. Tú sabes que suele pasarnos a los que escribimos: tenemos clara una idea que queremos plasmar, escribimos, y pasados unos meses nos damos cuenta de que en realidad la idea no está lo suficientemente desarrollada. Así que este nuevo capítulo vendría a ser justamente la conclusión que quiero aportar. Además relaciona todo lo dicho con el cine actual, y con este momento que estamos viviendo, que es el peor y el mejor posible a la vez para que aparecieran otra vez películas episódicas. El peor porque se estilan cada vez más presupuestos mastodónticos y un cine de alardes visuales, pero también el mejor porque tal vez se está rompiendo el encorsetamiento de la duración estándar de metraje y se están diversificando los formatos de duración, como los 52 minutos de las series de HBO u otras duraciones alternativas que a través de Internet pueden ser viables y en una sala de cine no.

Ahora hay una generación que está muy acostumbrada a los clips y la información en píldoras, con el éxito de plataformas digitales como YouTube y similares

Eso es. Es un lenguaje emergente. Incluso hay convenios entre productoras y compañías de teléfonos móviles para elaborar videos, y las descargas, y en Francia ya hay cineastas que cuelgan 20 minutos de su película, y si te gusta tienes la posibilidad de acceder al resto. La tecnología puede romper barreras, relanzar y hacer evolucionar todos estos pequeños formatos de los que las películas ómnibus eran hasta ahora los receptáculos habituales.

Volviendo al libro, contiene textos muy heterogéneos, sin una unidad de tono clara y extensiones muy diversas: hay artículos de análisis en profundidad como el de En compañía de lobos [(The Company of Wolves, 1984, de Neil Jordan)] junto a lo que serían una estrictas reseñas breve, como Creepshow [(1982, de George A. Romero)].

La verdad es que el libro es también una prueba para ver cómo me desenvuelvo en la autoedición, para lo cual cogí diferentes materiales e intenté aglutinarlos. Y tú percibes, y tienes mucha razón, que es un tanto anárquico. Lo cual tiene su parte buena y su parte mala. Su parte buena es que puedo jugar más con la complicidad, dejarme llevar, y después de comentar a raíz de Las tres caras del miedo [(Il tre voli della paura, 1963, de Mario Bava)] toda clase de referencias, y lo que dijo Molina Foix, y lo que dijo tal o dijo cual, luego sobre En compañía de lobos ponerme a hablar de psicología profunda, de Baudrillard, y… hasta de la Teoría del Caos si me apetece. Es un libro muy cómodo para en cada cápsula volcar un entusiasmo particular.

La tesis principal del libro desde su introducción vendría a ser que las películas de episodios tienen una especial relación con la tradición de la narrativa oral. ¿Más que cualquier otro tipo de película? ¿Eso no sería aplicable a cualquier tipo de narrativa moderna?

Puede que sí y puede que no, depende de qué película de episodios. Evidentemente cuando tú ves una película o lees una novela, el autor te está contando a ti una historia. Pero ese marco narrativo en el que alguien se dirige a un público se suele difuminar para que salga a primer plano un marco de ficción, un marco diegético, en el que unos personajes realizan su misión autónomamente, sin que nadie, un demiurgo como el escritor, les ordene. Sin embargo, lo característico del cine de episodios, al menos en muchas de ellas, es que ese plano de la comunicación directa, que es el que más gracia me hace y más me divierte, sale completamente a la superficie. Se da un marco protagonista de la película para un narrador que es, por así decirlo, más real que cualquiera de las pequeñas historias que conforman el contenido de la película. De hecho ni se disimula el carácter de ficciones de esas historias. Es una comunicación muy primaria y muy fuerte.

Te refieres a los anfitriones y narradores típicos de estas películas, a esa “historia” que sirve de nexo de unión a las demás, como ese Dr. Terror echando sus cartas…

Eso es: a Peter Cushing en Dr. Terror [(Dr. Terror’s House of Horrors, 1964, de Freddie Francis)], a Burgess Meredith en El jardín de las torturas [(Torture Garden, 1967, de Freddie Francis)] dirigiéndose directamente al espectador, a Boris Karloff en Las tres caras del miedoincluso descubriendo el backstage de la película y el artificio del cine…

¿Cómo seleccionaste las películas?

Traté de elegir películas de episodios que reflejasen distintas etapas del cine, desde el cine mudo hasta principios de los 80, que es la época que más me interesa de la historia del cine, y es la época más propicia para la serie B. Por otro lado, todas esas obras tienen un respaldo literario, y adaptan clásicos de la literatura fantástica. Si te fijas, son todas decimonónicas.

Pero luego, dejándote arrastrar por ese espíritu anárquico que ya hemos comentado, hay un poco de todo. Incluyes incluso La zíngara y los monstruos [(House of Frankenstein, 1944, de Erle C. Kenton)], que puede tener un guión con estructura episódica, pero no es realmente una película de episodios.

Sí, tienes razón. Admito que es un libro caprichoso. Pero siempre he pensado que La zíngara y los monstruos es un título que hay que reivindicar, estructurado además como serie de pequeños episodios.

Y metes Creepshow que vía Stephen King sale del cómic, un cómic del siglo XX, aunque es verdad que en este caso hay un anfitrión y las historias están enmarcadas en viñetas que no disimulan su carácter de invenciones, tal y como has contado hace un momento.

En el caso de Creepshow no adapta ninguna obra literaria del XIX como dije, pero cumple todos los demás criterios, y yo creo que aquellos cómics EC y Warren en cierta manera recogían el espíritu de la narración terrorífica europea anterior, y simplemente la adaptaban a la realidad norteamericana de los años 50. Ahora los personajes son gente que se divorcia, yupis estresados, padres de familia intolerantes… pero por debajo están trasladando el cuento tradicional. En clave de cómic, claro.

Me ha encantado que eligieras Tres casos de asesinato [(Three Cases of Murder, 1955, de David Eady, George More O’Ferrall y Wendy Toye)], que es un título que normalmente no se suele meter en primera línea de clásicos, pero que a mí desde que la vi por primera vez de niño me marco.

Es impresionante. Sobre todo The picture, me imagino. Yo veía The picture y me daba cuenta de que otra más moderna que me gusta muchísimo como es Más allá de los sueños [(What Dreams May Come, 1998)) de Vincent Ward, se puede decir que no innova tanto y a lo mejor hace de forma aparatosa lo que Wendy Toye hacía de forma muy sencilla.

El otro día fui al cine a ver El retrato de Dorian Grey, y para mi sorpresa veo que la presenta Ealing Picture. Una productora que de alguna forma sigue viva… o herederos… Yo no tenía noticia.

Sin embargo la productora por antonomasia de películas de episodios, que es
la Amicus, tiene una presencia bastante pequeña en el libro, representada tan sólo por Dr. Terror que además no es una de las reseñas más extensas.

Es cierto. Pienso que Amicus daría para un libro entero. Lo que yo pretendía era dar una visión panorámica de la literatura que da pie a la narración episódica, y de las películas a lo largo de la historia, prefería guardarme ese as en la manga. Y no sé si me apetecerá, o llegará el momento, o lo podré hacer, pero creo que Amicus merece un libro entero. Sería un libro muy divertido para escribir, y que yo sepa no hay nada escrito en castellano sobre eso.

Está autoeditado. ¿Dónde se puede encontrar, cómo se ha distribuido y cuánto cuesta?

La edición en papel se ha distribuido por varias librerías madrileñas: la principal Estudio en Escarlata; en la librería de la filmoteca también está, y en algunas otras librerías especializadas. Luego también se ha distribuido en algunas tiendas de Barcelona, como Norma Comics, o Freaks… Y saltando a otras ciudades se puede encontrar en León, Cádiz… Pero sobre todo se está vendiendo muy bien por Internet. Gracias a la promoción que permite Facebook y la Red en general, ha habido mucha gente que ha conocido el libro y que lo ha comprado en la tienda virtual de Estudio en Escarlata. Precisamente al ser autoeditado he querido ponerle un precio muy ajustado: el libro cuesta sólo 5 euros. Teniendo en cuenta que no estoy pagando a ningún distribuidor, me pareció que es un precio muy razonable para que si alguien lo compra por correo, no pague demasiado.

Por otro lado hay una edición en ebook que se puede descargar desde el portal todoebook.com. La descarga cuesta 2,50 euros.

PROTESIS

Tú eres ante todo conocido como el autor y alma mater de Protesis, la revista/fanzine española sobre serie negra y policiaco decana en España y la más importante que ha habido sobre ese género.


Empezaste a hacer Prótesis en el año 2002, al principio a modo de fanzine, pero poco a poco las cosas comenzaron a madurar y hacerse grandes. ¿Qué recuerdos tienes de los primeros tiempos de editar Prótesis? ¿Cuales son tus orígenes?

Bueno, me tendría que remontar un poquito más atrás, concretamente hasta 1997. Entonces yo era un estudiante de periodismo que tenía muy clara su vocación: la literatura y el cine. Aparte de escribir ficción me gustaba mucho la crítica, me sigue interesando muchísimo la crítica cultural. Así que estando todavía en la universidad comencé a colaborar en algunos medios como Ad astra, que fue una revista que dirigía Armando Boix, el escritor que también fue el primer director de la revista Stalker también. Ad astra se distribuía en diskettes, por lo que pienso que debió de ser una experiencia pionera de las revistas digitales, aunque debido a eso yo no la llegué a ver nunca, colaboraba sin verla. Después colaboré en Stalker, en Gigamesh… en definitiva me fui introduciendo en todos estos ámbitos. Publiqué mi primer libro sobre Dark City [Dark City: Mientras la ciudad duerme, colección Cult Movies 13 de la editorial Midons]… Es decir, que cuando llegué a Prótesis ya tenía el hábito de la escritura y me movía en círculos de divulgación y comentario sobre literatura y cine.

Respecto a Prótesis, yo provenía del cine fantástico, era mi gran pasión de adolescencia y juventud y el terreno que más me interesaba. Hasta que durante la carrera cayeron en mis manos dos libros que cambiaron mi vida: eran La camisa del revés y Prótesis, ambos de Andreu Martín. Aquello me impacto no sabes de qué forma. Me puse a tirar del hilo, seguí con otras obras de Andreu y de otros escritores, y entré de lleno en este género que me cautivó. De pronto descubrí que todo aquello que me gustaba, como aquellas novelas de Ramsey Campbell de rituales y de bosques y demás, o las novelas más bestias de Jim Thompson o Thomas Harris, podían escribirse ambientadas en Barcelona o en el Pirineo catalán y además reflejando nuestra realidad social: al igual que las películas de Eloy de la Iglesia o José Antonio de la Loma, eran novelas que reflejaban la época constitucional, el nacimiento de la democracia, la violencia, Fuerza Nueva, toda un tiempo de conflictividad social que me atraía mucho por haberlo vivido en mi infancia. De golpe todos esos temas los veía plasmados en unas novelas que además de ser intrigas muy duras y potentes, me estaban hablando de cosas que yo conocía o que había oído. O que recuperaban nuestras costumbres, como cuando en la novela Prótesis, cuando el policía, el Gallego, para a los sospechosos y lo primero que pide es que le enseñen la palma de las manos: él piensa que si la mano es fina, y el tío no tiene pinta de trabajar en la oficina, seguramente es un delincuente. Y esa lógica que a lo mejor hace treinta o cuarenta años funcionaba aquí en España, esas costumbres, las recuperé gracias a estas novelas, junto a todo un ambiente que me llamaba mucho la atención.

Fundé Prótesis inmerso en ese furor, alentado por lo valiosas que me parecían esas novelas, y que en España no había nadie que se estuviese ocupando de recuperar de manera especilizada. Mi idea inicial era hacerlo como un fanzine, pero varios amigos como Juanma Santiago, Luis Prado o Miguel San José, de Calamar Ediciones, me sugirieron que ampliara la oferta y apostara más alto y lo convirtiera en una revista, y ayudaron a que se hiciese realidad. En concreto Miguel San José contribuyó con la maquetación y me buscó imprentas accesibles, Juanma y Luis me pusieron en contacto con distribuidores… De esa forma Prótesis surgió como una revista modesta pero entusiasta, hecha con más vehemencia que medios, pero que aún siendo así, teniendo en cuenta cómo está ahora el mundo editorial, tenía cierta entidad. Vender entre 600 y 800 ejemplares de cada número tampoco era moco de pavo.

De pronto la cosa se comenzó a retroalimentar: Prótesis había surgido de tu entusiasmo por ciertos escritores, y gracias a la revista llegas a conocerlos, entras en su círculo y ellos llegan a colaborar en la revista. ¿No es así?

Sí, y eso que al principio me tuve que ganar la confianza de todo el mundo y demostrarles que trabaja bien y que me lo tomaba en serio. Lo que yo no quería es que ningún autor dijese algo como: “Mira este niñato”, porque cuando empecé con Prótesis yo tenía 26 años. Pero es verdad que con el paso del tiempo poco a poco fueron los propios escritores los que no solo aceptaron la revista, sino que quisieron colaborar, se convirtieron en amigos y empezamos a compartir proyectos.

Gracias también a Prótesis, Juan Carlos Poujade y Paris Álvarez, de La factoría de ideas, que de hecho eran los distribuidores de la revista, me propusieron que dirigiera una colección de novela policiaca: Calle Negra [la colección llegó a publicar 33 títulos].

Incluso a nivel personal, es cierto que la revista me abrió muchas puertas: me empezaron a llamar para conferencias y mesas redondas de universidades, cursos de criminología… Ámbitos, curiosamente, un poco alejados de lo que es inicialmente el fandom

Claro, porque en España no había nadie estudiando seriamente todo esto, y eso te convirtió a ti en una referencia…

No lo sé, pero me temo que para entonces es verdad que no había mucho, no. En los 80 sí que hubo gente. Javier Coma, que escribió sobre género de aventuras, cómic, música jazz, etc., también escribió sobre novela negra. O en la misma época estaban Salvador Vázquez de Parga [autor de tratados como De la novela policiaca a la novela negra, La novela policiaca en España o La novela popular en España] o José F. Colmeiro [La novela policiaca española: teoría e historia crítica], que también estudiaron el género desde un ámbito más académico. Pero desde una posición fandom, de crear afición, y sobre todo en el momento en que sale Prótesis, pienso que no lo había.

Casi a la vez que lancé Prótesis empezó Zeki también con La gangsterera, pero lejos de vernos como competencia conseguimos aglutinar a más lectores y colaborar en crear grupos de lectura, iniciar actividades, crear encuentros… y ahí se consiguió fomentar afición también. Todo esto precisamente antes de que la novela negra se pusiera de moda como ha sucedido posteriormente. Nosotros ya predicábamos todo aquello entonces. Así que contestando a tu comentario, supongo que en cierto modo sí, entre 2002 y 2005 Zeki y yo éramos los puntos de referencia en materia de novela negra, y alguien aficionado a ella en España… es verdad que de una forma u otra se acercaba a nosotros.

En cualquier caso, es adecuado y oportuno admitir aquí que cualquier protagonismo que pude haber tenido con Prótesis durante unos años en este ámbito cultural, ya lo he perdido. Y no me importa en absoluto. Han cambiado las reglas, ahora la partida es otra. Ahora tanto Zeki como yo llevamos blogs y páginas web, como tanta otra gente, y todo está más democratizado.

Has mencionado que la novela negra se ha puesto de moda últimamente, y acabas de decir que hay bastante gente en Internet ya ocupándose del género. Esto, sumado con eventos como
la Semana Negra de Gijón, Getafe Negro, etc, ¿viene a significar que hoy es un excelente momento para el género?

Bueno, la Semana de Gijón son los veteranos… date cuenta de que llevan más de veinte años en activo. Una ciudad de provincias, que en cierta semana del año de golpe y porrazo se llena de escritores, todos en los bares, los restaurantes, paseando… ¡Eso es tremendo! Durante la Semana Negra la ciudad late.

Sí que hay muchas cosas hoy. Y sobre todo se está editando muchísimo, tanto que yo me pregunto si no hay ya más gente escribiendo novela negra que leyéndola, o incluso más gente hablando de novela negra que leyéndola. El miedo que tengo es que en ello haya mucho de moda, y que no se esté sobredimensionando, y que en un momento de crisis, que en cierto modo ya ha llegado, no haya pastel para todos. Todos los momentos de auge, tanto de la novela policiaca como de cualquier otro tema, se han iniciado, han tenido sus apogeos, y se han acabado. Por ejemplo, vuelvo a los 80 y pienso en cuando estaba la Editorial Sedmay, Juan Madrid debutando, Andreu Martín ganando el premio Círculo del Crímen, Vicente Aranda haciendo la película Fanny Pelopaja [(1984)], Pedro Costa empezando con El caso Almería [(1983)], etc… era un apogeo, y luego disminuyó. Más tarde a finales de los 80 volvió a levantar el vuelo con fuerza y por algún motivo aparecieron casi a la vez tres colecciones de novela policiaca: la de Jucar, la de Versal y la de Laia. Pero aquello de nuevo duró un tiempo y luego se agotó. Y ahora estamos en la situación de que aquella euforia se ha multiplicado por mil, pero ya veremos dónde estamos tan solo dentro de cinco años.

Curiosamente, en este momento de auge en el que se está editando tanto, Prótesis ha dejado de editarse en papel, y se ha refugiado en Internet a modo de web. ¿Qué pasó?

Llevamos viviendo en Internet desde 2009. Para que cada número de Prótesis llegue a buen puerto hay que tener mucho tensón, mucha fuerza y mucho tiempo. Y algunas de estas cosas empezaron a flojearme en el ámbito de lo personal… Perdí uno de mis principales trabajos y empecé a preparar oposiciones, que se juntó con otras circunstancias graves, como la enfermedad de mi madre. Necesitaba ese tiempo, no podía dedicarlo a la revista… Así que me retiré por así decir, y pensé en continuarlo como blog. Internet me permite organizarme mejor.

¿Crees que en un momento como el actual tiene sentido hacer una revista en papel? ¿Volverá algún día Prótesis a ese formato?

Sobre ese tema estamos todos… Ahora mismo es muy difícil distribuir una revista en papel. Cuando yo empecé Prótesis en el 2002, incluso viniendo de la total independencia y del fandom, entró sin problemas en todas las superficies. Ahora no, ahora todo son trabas. Yo pienso que hoy podrían hacerse ediciones en papel como gesto hacia los lectores, como un detalle; se me ocurre que estaría bien un anuario, un especial, un extra…Con la opción que brindan las imprentas digitales y la posibilidad de hacer tiradas muy cortas, sería una buena posibilidad, y que vayan exclusivamente dirigido a suscriptores, aficionados, etc., a los que se les podría vender o sortearlos o lo que fuera. Pero lo óptimo hoy es mantener la comunicación a través de la web o el blog. Internet además no lo veo como un vehículo de sustitución, sino que aporta como la inmediatez, o que te pueden leer desde cualquier parte. Lo mismo se puede acceder desde Australia que desde Canadá…

También creo que tiene mucho futuro y va a ser muy interesante explorar los formatos tipo ebook. El problema de lo digital es que leer en la pantalla cansa mucho, además hay muchas distracciones, que si recibes un correo, que si tienes minimizado a la vez no sé qué… Sin embargo, poder descargar un texto de un medio digital independiente, y llevármelo en un ebook a leérmelo tirado en el sofá como si fuera un libro o una revista convencional, es muy interesante.

Hablemos un poco de novela negra. Has dicho que en su momento te atrajo entre otras cosas porque reflejaba muy bien cómo eran las cosas que habían pasado o que estaban pasando en España en la calle: los aspectos más reales del momento político, el ambiente de las ciudades y los pueblos, etc. ¿Crees que la novela negra española actual sigue reflejando igual de bien la actualidad? ¿Se podría llegar a comprender qué es España ahora leyendo estas novelas?

Yo creo que no. Siempre he sido de los que he defendido que aquellas novelas negras de los 70 y 80, e incluso las películas, te ayudan a comprender la transición mucho mejor que un manual de historia. Por más datos que recopile sobre esos momentos, esos procesos políticos, no puedo hacerme una idea de que pasaba allí o cómo lo vivía la gente. Sin embargo, y respecto a las novelas que me gustan, aunque sean fabulaciones falsas y reconstrucciones ficcionadas, a nivel humano me parecen más verdaderas que cualquier libro de historia.

En líneas generales, ahora no persiste la misma actitud que llevaba a escribir aquellas obras. Quizás sea natural. Cuando se sale de una dictadura, con unas circunstancias políticas tensas, se da la necesidad de reafirmar la libertad a lo bestia, en todas las artes, no solo en la novela; también en el cine, y ahí tienes por ejemplo las películas de Bigas Luna (Bilbao, Caniche, etc), en la música, con el rock progresivo de Bloque o la eclosión de un rock callejero, etc. Todo tendiendo a la radicalidad. Ahora vivimos un momento completamente opuesto, en el que todas las formas expresivas se intentan acomodar al mercado, y lo que menos interesa es molestar. La novela negra de entonces era la expresión más radical de una serie de personas que habían ejercido el periodismo, o que habían corrido delante de la policía. La de ahora es fruto de escritores profesionales que seguro que son técnicamente superiores, pero a mí, en líneas generales, me resultan más fríos. No veo ese sentido del compromiso, sino una intención de amoldarse a una política de género sin más. Lo cual es muy lícito también, pero yo estoy más interesado en otra clase de novelas, me siento más cercano a ¿Hay árboles en Guernica? de Juan Antonio de Blas, aLas calles de nuestros padres de González Ledesma, a Días de guardar de Carlos Pérez Merinero, o a Prótesis de Andréu Martín.

Decía Juan Madrid en una de sus frases más célebres, sobre todo en el momento en el que la dijo, que “la policía más que protegernos, parecía que nos vigilara”. ¿Crees que esto sigue siendo así?

Yo creo que ahora es más vigente incluso. ¡Y ojalá los que nos vigilasen fueran la policía! ¡Mira, allí mismo hay una cámara! Hoy vivimos en un mundo de tecnología, estamos expuestos continuamente a las tecnologías de la información y la comunicación, y se puede estar dando una vigilancia absoluta, donde las empresas privadas colaboran con las fuerzas de seguridad [Nota de redacción: invito al lector a investigar por Internet sobre el sistema SITEL, por ejemplo].

¿Y qué me dices de todas estas temáticas que a nivel popular tienen tantos adeptos, y que se engloban bajo el epígrafe peyorativo deconspiranoia? Quiero decir, el New World Order, el terrorismo de estado, las organizaciones secretas, el peso de las corporaciones en las decisiones mundiales, etc. ¿Crees que no se están reflejando en las novelas actuales?

No es que no se estén tratando esos temas, sí se está haciendo, incluso, o especialmente, dentro del terreno del betseller. Pero no dentro del género de la novela negra, sino dentro del thriller y del thriller de ciencia ficción. Tal vez estos géneros supongan hoy en día lo que la serie negra eran hace treinta años. Y no deja de ser curioso que incluso escritores de ciencia ficción muy potentes como William Gibson, que se ocupaban de la novela futurista hace quince o veinte años, ahora están haciendo thrillers. Y thrillers además con un conocimiento de nuestra sociedad, de sus resortes, del funcionamiento de las fuerzas de seguridad, de cómo funciona la policía, de cómo funciona una investigación… que se les están escapando a demasiados escritores de novela negra propiamente dicha, tendentes en su lugar a una nostalgia, a la evocación de un ambiente y de un espíritu. Te digo más, y sé que es una de tus películas favoritas: Videodrome podría funcionar como una magnífica película de espionaje. O Existenz. Me hablan más del mundo actual que L.A. confidencial, que no deja de ser un “chico conoce chica”, policías corruptos y demás…

Lo que ha pasado quizás es que el mundo ha terminado alcanzando a aquel futurismo que describían esos escritores, sobre todo los de cyberpunk, los que ya anunciaban cosas como que no habría países ni intereses nacionales, sino corporaciones multinacionales. Y ese futurismo es ya.

Claro. Me gusta mucho la óptica en la que William Gibson, por ejemplo, en la novela Mundo espejo o en País de espías, cómo habla de la tecnología y cómo la integra en nuestras vidas cotidianas: llevamos un teléfono móvil en el bolsillo, tenemos un sensor en casa que si hace más calor se activa y pone el aire, etc, ya estamos rodeados por todas partes por tecnología y dependemos de ella. Y lo que están haciendo estos escritores de “nueva” serie negra es integrar también esa tecnología, no llevándola hasta el final de sus últimas consecuencias futuribles, que eso sería la ciencia ficción pura, sino reflejando cómo ha impactado también en los viejos temas de la criminalidad, la marginalidad… Por ejemplo, si antes un detective para averiguar algo se iba al barrio de Tetuán hasta dar con la persona, ahora tal vez lo mira antes por Google.

Cuando el crimen profesional se ampara bajo el derecho que le otorga una bandera, ya no se llama crimen: se llama espionaje o servicio secreto. ¿Te interesa también el género de espías?

Sí que me interesa, pero voy a ser sincero, no he sido muy asiduo, no tanto como de otros tipos de novela. Confieso además que soy muy despistado, soy mal espectador. Muchas veces, incluso cuando veo una película de James Bond, al segundo giro argumental ya me he perdido. Pero como tema claro que me atrae.

Hemos comentado que hoy en día parece que se está viviendo un apogeo de publicar mucha novela negra en España. ¿Pero y el cine? ¿Por qué el cine no se está contagiando de esa moda y no surgen muchas películas de serie policiaca?

Bueno, vamos a ser un poco autocríticos. Puede ser que el cine policiaco español no esté dando unos resultados magníficos, pero tampoco todo lo que se publica en el mundo editorial es bueno, hay que seleccionar. Hay que ser un lector bastante activo para encontrar cosas que te gusten. Y respecto al cine, casi voy a discrepar, yo pienso que sí que se hacen bastantes películas. No echo en falta que haya más. Ahora mismo tenemos directores en activo como por ejemplo Mariano Barroso, a mí Éxtasis (1996) u Hormigas en la boca (2005) me parecen estupendas. O por ejemplo David Carreras, su segunda película, Flores negras (2009), es precisamente una película de espionaje bastante sólida y bastante dura además. Patxi Amézcua ha hecho buenos guiones de cine, y como director me gusta su película 25 kilates(2008). Ese ambiente de barrio, un poco de buscavidas, esa solidaridad entre delincuentes quizás vista de una forma un poco romántica… No creo que haya malas películas.

Recomiéndanos algunos libros actuales, los que más te gusten que recuerdes al primer impulso.


La versión del Minotauro
, de Francis P. Fernández, es un libro que además he tenido el gusto de prologar. Creo que es uno de los libros recientes que valen la pena. Francis es un tío que no ha intentado complacer, y ha escrito partiendo casi de un desahogo. El argumento arranca de una hipótesis: qué pasaría si un grupo de militares denunciaran ante La Haya a un ex presidente por crímenes políticos, y a partir de ahí se suceden una serie de purgas en las veremos que los que se supone que solucionan los problemas son los mismos que los están causando, y se van dando una serie de ambivalencias muy complejas, muy duras y muy potentes.

O fíjate, un clásico: Francisco González Ledesma, al que siempre he seguido con muchísimo interés, ahora ha vuelto a sacar una novela con el nombre de Silver Kane otra vez, el pseudónimo que usaba en la posguerra. La novela se llama La dama y el recuerdo. Tengo la experiencia de que colaborando en La Factoría de Ideas, en la colección Calle negra, yo seleccioné las que a mi juicio son las cuatro mejores historias escritas por Silver Kane. Y él ahora, desmarcándose de todo, ha vuelto a hacerlo y ha escrito la que para mí es otra de las grandes. Me gusta mucho su ingenuidad voluntaria, su romanticismo, el aire aventurero, los cowboys, la libertad… Es una novela muy pulp.

¿Qué te pareció la versión en cine de Celda 211, por Daniel Monzón?

Mal, no me gustó. La historia es muy convencional, tanto en la película como ya lo era en el libro. Ahora bien, en el libro Pérez Gandul juega con la distancia, ve los personajes desde fuera, no se involucra, se permite el humor y busca las contradicciones. Es un libro con un punto de vista que no es en absoluto unívoco. Por el contrario la película tiene varias cosas que no me gustan: un protagonismo excesivo de los dos papeles principales, el resto de personajes parecen un poco como salidos de El jueves; un esteticismo que no sé a qué viene: para reflejar el ambiente de la cárcel no hace falta iluminar con alógenos. Creo que retrata de una manera muy ternurista el ambiente de la cárcel. Un preso en la cárcel puede ser un tío normal como tú y como yo, y no como Malamadre. Aparte de que Monzón no tiene gran habilidad para filmar planos de masas: son planos muy estéticos y muy poco expresivos… No, en general no me gustó.

¿Y qué te parece el fenómeno de moda de Stieg Larsson, la trilogía Millenium?

No las he leído, lo haré pero todavía no las he leído y no voy a opinar. Aunque aprovecharé para decir que pienso que la duración ideal de las películas es de de hora y media, y de las novelas no más de doscientas veinte páginas. Ahora la tendencia parece que es al contrario.

LOS VIEJOS PAPELES

Ahora van a salir dos libros tuyos. Háblanos de ellos

Sí, primero va a salir mi novela de debut, que se titula Los viejos papeles. Ya he firmado con una editorial, y permite que no te diga cuál es; ya habrá tiempo de contarlo. Es una primera novela, soy un escritor joven, debutante, y todo lo normal en estos casos, pero es una novela bastante confesional en la que parto de retratar mi amistad con el escritor Carlos Pérez Merinero, ya anciano, casi retirado, como quién dice. A partir de ahí empiezo a ficcionar, y hago una historia sobre un joven periodista y un escritor de novela popular del oeste retirado, que se conocen en el curso de una investigación literaria, les llega a unir un enigma relacionado con libros, y todo ello les lleva a tener que indagar en el pasado. El reto de esta novela era, frente a la abundancia de novelas y películas actuales que se desarrollan en muchas localizaciones, tratar de hacer una historia que transcurriera básicamente en el salón de una casa y con dos personas. Además aprovechando la narración oral de que uno le cuenta al otro lo que pasó hace cincuenta años, y las consecuencias que todo eso tiene en el presente. Es una novela muy de sofá orejero y cafelito.

El segundo libro es un libro de cuentos, cuentos urbanos, algunos de misterio, otros thrillers, otros costumbristas sencillamente. Siguiendo el tono de los escritores que me gustan de la transición, como Juan Madrid, Andreu Martín, o el propio Merinero. Cuentos centrados sobre todo en Madrid. Hay cuentos más personales, de vivencias propias, otros que no lo son tanto… El principal halago que me han hecho, personas que lo han leído en manuscrito, es que son cuentos tan variados que parecen escritos por personas distintas, porque siempre me preocupé de utilizar herramientas o recursos de estilo diferentes en cada cuento para no repetirme y no aburrirme. En cierto modo son como experimentos narrativos que llevan a un fin, claro, son historias cada una con su entidad. De este libro prefiero no precisar todavía la editorial, ya que no es un tema tan cerrado como con Los viejos papeles, la novela. Pero tiene pinta de que también saldrá entre este año y primeros del que viene.

Por fin el escritor de crítica de libros pasa al otro lado. ¿No te preocupa que ahora otros vayan a hablar de ti?

No, está muy bien. Yo lo veo muy bien. También creo que, sabiendo cómo son las cosas y que a menudo nos dejamos llevar por la amistad, y los escritores y la gente del mundillo somos muy corporativos, la recepción general del libro será tal vez amable. Pero si aparece gente con el arrojo de meter el dedo en la llaga, yo estaré encantado. También yo soy consciente de mis defectos, soy un escritor que empieza, y tampoco me preocupa demasiado el perfeccionar los libros. No es que se me caigan, pero tampoco me tiro cinco años escribiendo un libro. De modo que cuando me señalen defectos, muchos ni me van a coger por sorpresa porque yo soy consciente de ellos.

¿Aparte de tus libros y de Prótesis, andas en algún proyecto más?

Sí, estoy colaborando en la web culturamas.es, una página que también se ha iniciado este año, que dirige Javier Vázquez Losada. Un sitio muy ambicioso, que lleva mucho trabajo, con un equipo de colaboradores fijos de más de cuarenta personas hablando de arte, de pensamiento, de filosofía, de teatro, de música, de cine, de videojuegos… Y allí en cine tengo una columnita mensual, llamada Fuera de campo, que es uno de los recursos cinematográficos que más me gustan, como cuando se oye el silbido de Peter Lorre y aunque él todavía no ha aparecido sabes que va a suceder algo. La intención en esa columna es recopilar títulos de los últimos años que sin llegar a ser de la liga de las más tiradas, por así decir, no sean tampoco superproducciones ni títulos de esa primera línea archicomentadas. Y recuperar un poco esos títulos. Para que te hagas una idea, últimamente he hablado de Memorias de Queens de Dito Montiel, o una de las próximas que voy a escribir, una muy buena española que es Zulo de Carlos Martín Ferrera… Ese tipo de películas que a lo peor pasan desapercibidas, es de las que creo que vale la pena hablar.

Notas

1. Que Terror en píldoras sea un librito lo digo en la presentación que encabeza esta página y se lo dije también a él en persona. Y quiero que se entienda bien, sin connotación peyorativa alguna: De forma literal, el libro mide 18 x 11 cm, y tiene 125 páginas, es decir, es un libro pequeño, muy portable; de forma figurada, el propio David describe en esta entrevista sus intenciones, que son las de ofrecer una lectura amena y casi espontánea, es decir, es un libro ligero.

 

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