Read Time:8 Minute, 24 Second

Personalmente me gustaba más el título que tenía la película durante la mayor parte de su proceso de producción: Wellcome to Harmony. Claro, Extinction va más a saco, enmarca directamente la película en el subgénero post-apocalíptico e incluso la relaciona intuitivamente con el cine de zombis. Pero yo creo que Wellcome to Harmony da una idea más ajustada de por dónde van los tiros. Sí, Extinción tiene lugar nueve años después de la Tercera Guerra Mundial, en la que se emplearon armas químicas y nucleares, que han llevado al ser humano a su práctica extinción, al planeta a una especie de nueva era glacial, y a muchas de las víctimas de las armas biológicas las ha transformado en monstruos devoradores de carne humana, cuyo mordisco te contagia de un virus que convierte al afectado en otro monstruo como ellos (es decir: el mecanismo de propagación de los zombis). Hasta ahí de acuerdo, es una película sobre supervivientes al Fin del Mundo. Pero el quid de la cuestión en el film de Miguel Ángel Vivas es otro: es el odio entre dos hombres, para colmo aparentemente los dos últimos hombres vivos sobre la faz de la tierra, que viven uno junto al otro, con una calle de por medio, rodeados de precariedad, necesidades y vestigios del mundo que ya no existe, agonizantes en su soledad, y aterrorizados por la posibilidad de un ataque de los monstruos/zombis, y así y todo incapaces de colaborar, de formar una alianza. Su rencor es mucho más fuerte que el miedo o la necesidad, como en una de esas rivalidades bigger than time que se llevan tanto en los pueblos pequeños. Ese es el gran tema, y no los zombis, que salen pocos, o la lucha por sobrevivir, aunque también se trata de eso.

Extinción está basada en la novela corta de Juan de Dios Garduño “Y pese a todo” (Ediciones Dolmen, línea Z, 2014). Aunque no era la primera novela del prometedor autor sevillano, su estilo conserva un cierto regusto a fan (en el mejor sentido de la palabra), a work in progress (en el sentido de autor en plena maduración todavía) de los que apetece seguir para comprobar a dónde llegan. “Y pese a todo” tiene gancho, se lee en un pispás con sumo placer, y ya contiene la mayoría de temas de la película, especialmente el de la soledad de esos hombres aislados por sus propios sentimientos. Cuando Miguel Ángel Vivas terminó con la promoción de la excelente Secuestrados (2010), se puso a buscar guiones para su siguiente película, y Borja Pena, productor de Vaca Films, le pasó la novela de Garduño. A Vivas le encantó el relato precisamente por lo que he destacado, y porque en realidad se trata de un drama humano (“una historia que llega al corazón”, asegura él de manera ya más opinable) en un contexto de terror, y no una historia de terror sin más. Es algo que el espectador debería saber de antemano para evitar las decepciones que se ha podido llevar más de uno que esperase una visión tan cruel y contundente como la que aportó el director al home invasion en su anterior film, trasladada al subgénero de zombis. Extinción recuerda a Soy leyenda (I am Legend), más a la novela original de Richard Matheson que a sus desafortunadas adaptaciones al cine, y a La carretera (The Road), en este caso sí tanto a la novela de Cormac McCarthy como a la adaptación (2009) de John Hillcoat. Tanto la novela en la que se basa como ella en sí misma abundan en homenajes (en la novela hay uno muy explícito a Stephen King al situar la acción en Bangor que en la película se pierde), no se puede decir que Extinción suponga una evolución o una novedad en su temática. Sin embargo, sí supone un nuevo prisma, valioso e interesante, enriquecedor.

Los protagonistas (dejo aparte todo el rato a Lu, la niña interpretada por Quinn McColgan) envuelven con su dolor una cotidianidad que, en esto sí es como en todos los relatos del Apocalipsis, ha perdido su  sentido pero que es necesaria para poder continuar. Patrick (el televisivo Matthew “Perdidos” Fox) vive sumido en una contradicción entre sus fuertes tendencias a regodearse en su propia autodestrucción (luego comprenderemos que en ello también hay sentimiento de culpa), y sus instintos de cazador/recolector, un survivalista a lo Robert Neville que de día consigue alimentos y materiales y se noche se emborracha y llora. Su aspecto en sí mismo es el de un Robinsón Crusoe decadente. Por su parte Jack (Jeffrey Donovan) vive con su hija de nueve años (era un bebé cuando todo pasó y los monstruos mataron a su madre), y lucha denodadamente por construir para ella una infancia de aspecto lo más normal posible, con sus pequeños detalles y rutinas, tales como ver dibujos animados (una y otra vez los mismos DVD de cuando todavía había niños en el planeta)  y lavarse los dientes cada noche antes de acostarse. Todo es artificial, un decorado en el interior de la cárcel en la que viven, rodeados de verjas y espinos para mantener alejados a los monstruos. La mejor parte de la película es la primera mitad, que es en la que se desarrolla todo esto (y sé que los enemigos de que Extinciónhaya resultado un drama estarán en contra de esto que digo).  La descripción de la rutina en ambas casas, y las emociones subyacentes a las miradas furtivas que cada vecino le echa al otro… ¡esa es la película que prefiero y que me ha gustado!

Los monstruos, digamos que se les puede llamar zombis por aquello de que te convierten en uno de ellos al morderte, pero no tienen mucho más en común con esa mitología (ni en versión lenta ni en versión corredora), y más bien se parecen a los ¿vampiros? del “Soy leyenda” de Will Smith (I am Legend, 2007, de Francis Lawrence) o a las criaturas ciegas como topos de Neil Marshall en The Descent (2005). En cualquier caso funcionan, son suficientemente fieros cuando aparecen, y los efectos especiales son considerablemente buenos.

Sobre la novela de Juan de Dios Garduño se han realizado algunos cambios, la mayoría de ellos muy positivos desde un punto de vista cinematográfico, obra de los autores del guion, el propio Miguel Angel Vivas y Alvaro Marini, que fuera director del departamento de desarrollo de Filmax. La razón de la rivalidad entre los dos hombres es solo relativamente interesante, y en la película está mejorada al haberla retorcido una vuelta más. El carácter de ambos está bien dibujado, pero en cierto punto la película se plantea la manera de reorientar lo íntimo y dramático hacia una resolución y un climax, y a partir de ahí la película cae mucho.  Concretamente, entre lo peor de Extinción están las absurdas e inconexas escenas en las que a Matthew Fox se le empieza a ir la olla y comienza a tener alucinaciones auditivas (episodio que recuerda mucho a la ida de olla similar de Rick Grames en The Walking Dead tras la muerte de Lori), o el personaje (entero, de principio a fin) de Clara Lago, que no pinta demasiado. O sí: llega como bisagra, poco engrasada y menos verosímil todavía, al clímax final (¿conocen esa sensación de cuando una película parece que está siendo empujada hacia su resolución precipitada, verdad?), entretenido como (casi) toda escena de acción, pero que no es de lo que más destacaría.

Buena fotografía de Josu Inchaustegui (normalmente operador de cámara), el aspecto técnico de Extinción es tan notable como esperábamos de cualquier película de Miguel Angel Vivas, a quién, lo confieso, sigo desde su corto I’ll See You in my Dreams (2003), que también era de zombis (aunque muy Evil Dead), solo después vi Reflejos (2002), su debut. En este caso, y tras el prólogo (necesario, pero lo más convencional de la película), opta por un estilo clásico, adecuado para lo pausado del ritmo y la naturaleza emotiva de lo que cuenta. Le saca mucho partido al frío y la nieve, y a los interiores. Su puesta en escena está muy estudiada, confirmando lo que sospechábamos de su estupenda manera de trabajar a partir de los tours de force en espacios cerrados de Secuestrados. La producción oficialmente es una coproducción hispano-húngara (a pesar de los actores norteamericanos), y ha sido posible gracias al apoyo de muchos padrinos, entre los que destaca también Jaume Collet-Serra, y buena parte del equipo técnico que ya hemos venido conociendo en las mejores películas de Filmax (como el montador Miguel de la Madrid, etc).

Con sus pros y sus contras, en cualquier caso creo que podemos dejar de referirnos a Miguel Angel Vivas como “prometedor” y pasar a hablar de él como alguien que hace películas interesantes. Y Extinción, es una película que merece la pena.

Aunque al final, la extinción anunciada por el título no tenga lugar. El final es suficientemente esperanzador, la “cepa zombi” ha desaparecido, a los monstruos que campan por el mundo se les puede vencer (porque somos más inteligentes que ellos, porque podemos diseñar armas con las que reconquistar el que fue nuestro mundo), hay más seres humanos organizándose, y que el símbolo final de “la familia” (en su concepción tradicional: el hombre, la mujer y la niña) no deja lugar a dudas sobre la continuidad de la especie. ¿Y saben qué? Que ese final feliz me decepciona un poco, porque ni corresponde con el título, ni me parece que haya sido un cambio de suerte hacia el que se haya transitado de una manera coherente.  Ahí se encuentra el peor de los fallos de la película, que pide a gritos otra dirección de desarrollo. Algo que en la novela no se echa en falta, pero claro, son dos medios distintos.
Juan de Dios Garduño, quien nos costa que vive comprensiblemente en estos días como en un sueño gracias al estreno de esta adaptación (cosas de leerle en Facebook), diría: “Y pese a todo, el mundo giraba”.

 

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

Deja un comentario