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Parece que el cine de género europeo desde hace media década está viviendo un tímido intento de revalorización a través de Festivales, fanzines, revistas más o menos especializadas. Los cineastas europeos viendo sus raíces secas están volviendo sobre sus pasos para descubrir el legado que nos dejaron nuestros predecesores y que actualmente parece totalmente perdido. Esperemos que sea así. Sin embargo de momento nos queda mucho camino que recorrer y mucho material para ver y tasar, ya que la cantidad de obras que se realizaron durante ese período resulta muy extensa, cuando no inabarcable para el que quiera estudiarlas de forma exhaustiva y en profundidad.

En él no encontrarán una reseña de todas (1) las películas que se realizaron durante el período ya que ello requeriría un esfuerzo de investigación, búsqueda y captura aún mayores, con unos medios de los que no dispone el humilde escriba que ahora está en el teclado. Sin embargo algún día espero poder llevar a cabo la tarea de un estudio auténticamente pormenorizado del mismo para poder ofrecérsela a todos ustedes. Al final de cada capítulo se ofrecen unas breves fichas con información de las películas del género tratadas.

Prefazione 

Breve marco histórico

Italia, década: 1960. Su cine es uno de los más deslumbrantes del mundo. Sus fábulas conquistan las pantallas de toda Europa, llegando hasta el otro lado del océano con igual éxito. Fellini acompaña a Bava, Visconti se proyecta junto a Argento. Atacado por todos los frentes, Hollywood, por una vez, vio su intachable poderío ensombrecido y los grandes estudios californianos, haciendo ver que no querían, temblaron desde sus cimientos. Las estructuras del cine clásico agonizaban entre los gritos de jóvenes airados que pedían una renovación, tanto formal como estética y narrativa. Una renovación que estallaba desde las más altas cotas de la intelectualidad burguesa hasta el cine de barrio obrero más periférico.

De la misma forma que los jóvenes de la primera y la segunda etapa neorrealista, la nouvelle vague o los angry young men, los cineastas europeos de películas (mal llamadas) de género recogieron las estructuras clásicas y las reventaron desde dentro para crear una nueva sensibilidad creativa, consciente o inconscientemente (2).

Así tenemos el horror gótico británico, con la Hammer como punta de lanza, además de sus películas de ciencia-ficción y “monstruos”, la comedia francesa, el polar también de nuestro país vecino. Y así con tantos otros géneros que en la década de los 30 y 40 habían alcanzado su apogeo en Los Ángeles durante la época dorada del Sistema de Estudios, para luego llevar una decadencia agonizante hasta que, como decía, la recogieron los europeos (3). Pero si existió un país en toda Europa donde los géneros se renovaron, dónde existió una industria y unos cineastas dispuestos a todo, incluso a tener éxito más allá de sus fronteras, sacando una victoria de su empeño, ese país fue Italia.

Italia, patria del conde Luchino Visconti, de Roberto Rossellini, Vittorio De Sica o Federico Fellini (entre otros), grandes cineastas que han trascendido a la historia con letras de oro, renovando la forma de entender el cine de su tiempo, revolucionando el lenguaje cinematográfico. A su sombra encontramos decenas de creadores, la mayoría de ellos dedicados al cine tanto como los de arriba, pero menos reconocidos, ya que ellos se dedicaban a un oficio que no siempre compensa: El cine popular. Un tipo de cine que busca, en algunos casos simplemente hacer dinero aprovechando modas y títulos norteamericanos de éxito (4), en otros, lo que es de agradecer, a ganar el sueldo con dignidad y esmero de artesano, y, en casos contados, a dejar rienda suelta a los instintos creativos… y a cualquier tipo de instintos. ¿Pero es que acaso todo esto no ocurre también con el pretendido cine (también mal llamado) “de vanguardia”?

Bien, todo esto daría pie a otro artículo y ahora no es el momento así que perdonen mi digresión. Guárdense en un bolsillo de la mente este breve marco histórico reseñado más arriba y, como si tuviésemos una máquina del tiempo, volvamos otra vez a los inicios…

Italia, década: 1960. El cine de género italiano vendía sus películas en todo el mundo con gran éxito. En el western, el más sacrosanto de los géneros yankis, no en vano se sitúa la acción en su territorio patrio, Sergio Leone, el más conocido, y muchos otros menos conocidos pero con grandes joyas (5) en su haber, sorprendían a propios y extraños con una manera de entender el western nunca antes vista, demostrando que los italianos también sabían morir con las botas puestas; la ciencia ficción no era sólo propiedad de los anglosajones, cineastas valientes y todoterrenos como Antonio Margheriti se dedicaron a ella con éxito en las salas, en algunos casos desbancando a los propios americanos. El peplum, de larga tradición en el país transalpino, conoció su época de mayor gloria, siendo éste el género que trascendió en primer lugar de Italia a Estados Unidos y no al revés, como ocurrió con los otros géneros. Las comedias de Peppino, Totò y Franco e Ciccio llenan hasta los topes las pantallas italianas con su típico humor nacional, incluso localista, por encima de maestros de la alta comedia como Ernst Lubitsch o Billy Wilder, además de crear marcos de estilo narrativo que décadas más tarde nos llegaron hasta España en forma de Jaimito o Pajares y Esteso; e incluso se atrevieron con dos de los géneros más típicamente hollywoodienses, el thriller y las historias de psychokillers, dando como resultado de ello algo único y diferente: El giallo, el sangriento thriller a la italiana.

Pero todo no eran días de vino y rosas: En medio de giallos, spaghetti westerns y peplums, se extendió una sombra, para muchos una sombra anecdótica, para otros una llamada poderosa a la oscuridad, hecha de espejos y niebla (6), de belleza y maldad, dónde la muerte de largos cabellos caminaba de la mano con la inocencia en su danza macabra hacía la venganza. La sombra del horror gótico.

Pero, ¿realmente existió un género llamado “horror gótico” en Italia? La respuesta la encontrarán a partir de ahora en el viaje que tengo la modestia de ofrecerles, un viaje al corazón del miedo, mejor dicho, della paura, que espero que disfruten, si pueden…

Notas
1. El criterio que he seguido para incluir ciertas películas en mi artículo puede ser ampliamente discutido (como Il lago di Satana o las dos películas de Morrisey), por ello quiero aclarar que me he basado en diversos criterios de selección: Primero la nacionalidad de producción y los propios artífices de la misma, pero sobre todo el hecho de que cumplan los rasgos estilísticos, narrativos y cinematográficos, propios del género del horror gótico italiano, de los cuales hablo más abajo. También he incluido películas que, no siendo estrictamente pertenecientes al horror gótico, contienen muchos elementos de estilo de este género (como Il Boia Scarlatto o Riti, magie nere e segrete orge nel trecento).

2. Como comenta Sergio Leone: “Nosotros sólo queriamos hacer los westerns que nos había gustado tanto ver, los de Ford y Hawks…” Fue luego cuando se encontraron que tenían entre manos algo totalmente distinto.

3. En algunos casos literalmente: La Hammer compra sus licencias a la Universal para poder explotar sus monstruos clásicos o sus películas de ciencia ficción de grandes monstruos e invasiones alienígenas, género típico de la decada de los 50, que vivió una breve gloria, transposición de los miedos de la época más cruda de la Guerra Fría. Alrededor de la conocida productora británica (fundada por catalanes afincados en Inglaterra) surgieron otras como la Amicus.

4. En algunos casos existieron verdaderos profesionales de la explotación, de la copia, como Umberto Lenzi o Sergio Martino. Sin embargo en algunas de sus películas encontramos varios morceaux du bravoure.

5. Como Keoma, de Enzo G. Castellari; Los cuatro del Apocalipsis, de Lucio Fulci; Django, de Sergio Corbucci, y tantos otros. Los centenares de westerns italianos, de características narrativas, dramáticas y formales diferenciadas, acuñaron un apelativo propio, inicialmente rechazado por considerarse despectivo, aunque necesario para definir esta nueva realidad: “spaghetti western”.

6. Nunca mejor dicho: Los espejos y la niebla son dos de los elementos icónicos del horror gótico italiano, elementos todos que más adelante trato en profundidad.

Nascimento dell’orrore
Características de género. Antecedentes del horror gótico cinematográfico: El gótico literario, el peplum, los folletines de aventuras y las novelas pulp.

Una mujer. Alta. Silenciosa. Fúnebre. Inmaculada. Largos cabellos oscuros enmarcando la siniestramente pálida efigie derramándose encima de su silueta espectral hasta las mismas sombras que parecen seguirla. Se diría que su mirada no es de este mundo. En su mano sujeta tirante dos fieros cancerberos, perros que tampoco pertenecen a este mundo, si no al averno, dispuestos a llevarse consigo al desprevenido, al incauto que se deje seducir por la mortuoria belleza de su señora. A su alrededor se arremolinan las viejas ruinas de lo que parece un antiguo cementerio poblado solo por sombras y huesos sin nombre. Y en el centro de todo, Ella, con la mirada más turbia y siniestra que podrían prestar unos ojos bañados de extraña pureza.

Así empezó todo. La mujer: Barbara Steele. La película: “La máscara del demonio”. Todo aquel que alguna vez vio la pieza maestra de Mario Bava recuerda esta imagen en sus retinas, no es fácil llegar a olvidar las facciones de Barbara Steele envuelta en un sudario blanco, de pie en el decorado fúnebre que rodean las ruinas de una cripta y con un hálito que parece convertirla mismamente en un espectro. Con esta película el horror gótico hecho en Italia alcanzó una popularidad que no perdería hasta que el publico, bien entrados los setenta, abandonó al género por completo junto al cambio de los tiempos, cansados ya de los viejos monstruos y fantasmas vengativos, hasta el injusto abandono y total olvido de hoy en día, al que son sometidas incluso las figuras más destacadas, como mucho reducidas a meras notas a pie de página de los manuales “bienpensantes” del cine de terror; cuando no a la loa y adoración exacerbada y sin motivo alguno por parte de algunas revistas especializadas, que convierten algunas de las obras más infames del género en auténticas cult-movies, cosa que hace más mal que bien ya que ahuyentan a cualquier posible aficionado.

Para hablar de horror gótico tenemos que remontarnos unas cuantas décadas antes del estreno de “La maschera del demonio”. Los manuales que he tenido la ocasión de leer siempre inciden en el hecho de que la primera película de terror, y, además, de horror gótico, de Italia, fue “I Vampiri”, de Riccardo Freda. A pesar de eso, rastreando influencias, podemos detectar que los elementos góticos han estado presentes en muchas películas anteriores al estreno de la película de Freda.

No en vano el folletín y la literatura gótica, emparentados los dos con la literatura romántica y más tarde la corriente realista-naturalista, durante su etapa en papel (finales del siglo XVIII hasta inicios del XX) fueron cogidos de la mano, compartiendo y mezclando características. Así el drama romántico y la tenebrosa historia de venganzas de ultratumba (por poner dos ejemplos), en muchas ocasiones solo fueron separados por fino hilo narrativo, mezclándose en un género híbrido que dio como resultado historias como El Monje, de Matthew G. Lewis o varias de las novelas de la musa gótica Ann Radcliffe, por no hablar de las hermanas Bronttë, especialmente la joven Charlotte. En este punto se hace necesario hacer hincapié en algunas de estas características que conformaron el género de la literatura (y la pintura) de raigambre gótica ya que, como veremos más adelante, las comparte con muchas de las películas del género. En Italia, mucho más que en el horror gótico británico o americano, se comparten elementos con sus homónimos literarios, especialmente en lo que he tenido por llamar “período clásico”, con películas como Danza Macabra. A muy grandes rasgos y sin diferenciar etapas:

• Gusto por la exageración y la impostura, los arrebatos emocionales, los sentimientos pasionales que llevan a los personajes a la condenación, casi siempre a la autocondenación por situaciones relacionadas con un amor descontrolado y en muchas ocasiones no correspondido o con trabas de por medio. En el horror gótico cinematográfico esto se verá reflejado no solo en las historias, si no también en el estilo manierista, sobreactuado se diría, de los actores.

• Presencia de elementos fúnebres, siniestros o macabros, que hacen referencia en todo momento al destino fatal de sus protagonistas, enrareciendo la atmósfera hasta truculentos finales de pesadilla. Las viejas ruinas que remiten a pecados del pasado, los cementerios, mansiones olvidadas, callejones oscuros, claros a la luz de la luna llena…

• Sobre todo el elemento sobrenatural será lo que diferenciará principalmente la literatura gótica de sus hermanas romántica, orientalista, de folletín… Espectros vengativos, vampiros, diablos, lamias, brujería, muertos vivientes, etc. Serán los personajes que transitarán, a veces muy brevemente, por las historias citadas.

• En muchas ocasiones la acción se sitúa o empieza en un pasado relacionado con la Edad Media, debido al gusto de los románticos por esa etapa de la historia. Aunque en la literatura romántica se tendió hacia una idealización de la Edad Media, en la literatura gótica encontramos varios ejemplos de una presentación totalmente tenebrista e incluso realista de la época, con clara presencia de la Peste Negra, el fanatismo religioso, la Inquisición y sus torturas, la miseria, la lepra…

• El erotismo y las situaciones morbosas, relacionando en fatal abrazo a Eros y Tanatos. Es este punto especialmente fuerte en las películas italianas, mucho más evidente que en las británicas y más explícito que en las americanas. Sobre todo a partir de los 70 el descenso hacía el erotismo, en ocasiones pornografía, será incesante hasta que se agoten todos los recursos y mecanismos.

• La muerte como forma de destino implacable, avisada ya desde los inicios de la narración a los personajes protagonistas.

• El humor macabro, irónico, ácido, presente en las situaciones más inesperadas. No es un elemento excesivamente común, pero si puede estar presente en muchas novelas.

• Presencia predominante de fuertes contrastes. Por ejemplo personajes de belleza idealizada, contrastada con seres monstruosos; las luces y las sombras; los personajes lujuriosos con otros virginales e inocentes.

• La acción se sitúa en países alejados o exóticos para el propio lugar de origen del autor, Herencia del orientalismo del s.XVIII. Mientras que la literatura gótica, sajona y alemana, situaba gran parte de sus obras en España, Italia, o países árabes, en el gótico cine italiano o español se produce un efecto inverso muy curioso, situándose las obras en las brumas de países del norte de Europa, muchas veces adaptando autores de esos países: Rusia (Tolstoi, Chejov), Inglaterra (Stoker), Alemania…

Algunos de estos elementos también formarán parte de la novela folletinesca y romántica, que se verán traspasados a los géneros italianos del peplum y de aventuras. Por algo fue Riccardo Freda uno de los artífices de la primera criatura del género de horror en tierras italianas: él llevaba años realizando películas plagadas de elementos de folletín y herederas de la tradición romántica decimonónica, su filmografía anterior a “I Vampiri” estaba dedicada de lleno a las historias de época, entre las que destacan: “Beatrice Cenci” (1956, año anterior a I Vampiri); de la que Lucio Fulci realizará un acertadísimo remake en 1969, más inspirado en la obra de Antonin Artaud, acaso sea esta la mejor película de Fulci; también de Freda tenemos: “Teodora, imperatrice di Bisanzio” (1954), “Áquila Nera” (1946), “Il cavaliere misterioso” (1948) o “Il Conte Ugolino” (1949). Todas ellas están pobladas de personajes arrebatadores, muchas veces condenados, duelos por amor y pasión, la presencia amenazante de la muerte y en algunos casos estaban situadas en países y tiempos muy alejados del propio espectador.

Algunas de estas películas también contendrán muchos elementos fantásticos y sobrenaturales, especialmente las centradas en las figuras de Maciste y Hércules. Por ejemplo la magnífica “Maciste all’Inferno”, (Guido Brignone, 1925) que debe mucho a Benjamin Christensen y a su obra maestra Häxan (1922), con escenas de violencia y desnudos, al igual que Häxan, inusitados para 1925.

Este “peplum fantástico” contendrá muchas veces elementos pertenecientes al gótico en mayor medida que el resto de películas de género: los decorados tenebristas, los planos decididamente “sexy” en las pieles de actores y actrices, la fotografía cuajada de sombras, la aparición de personajes como vampiros o demonios… Con el nacimiento del horror gótico propiamente dicho, en 1957, el peplum fantástico seguirá su andadura, esta vez con muchos más elementos siniestros, ya liberado. Esta película en concreto, “Maciste all’Inferno”, será objeto de un remake en 1962 por el propio Freda, ya con el gótico instalado en las pantallas, con un tratamiento mucho más tenebrista y estetizante. Bava realizará con pocos medios, pero muchísima imaginación y oficio, otra joya como es “Ercole al centro della terra”, con un demoníaco Christopher Lee y un inusitado set de Cinecittà plagado de sombras. Otros títulos menores serían “Maciste contro il vampiro” (1961, Sergio Corbucci) o “Maciste contro i mostri” (1962, Guido Malatesta).

Si bien es cierto que el empeño de realizar películas de horror en Italia puede estar debido al auge de productoras europeas como la Hammer, no es acertado decir que nace como una mera explotación de estas, ya que tiene unas características formales muy alejadas de los cánones británicos. Hay cierta influencia de las películas Hammer en las producciones italianas, eso es innegable, pero en ellas, como en la propia Hammer, también hay influencias de la más antigua Universal, de los filmes de época de Max Ophüls y Raoul Walsh… Se ha de decir asimismo que sin el éxito de los británicos es muy poco probable que alguna vez hubiese existido un horror all’italiana pero no a nivel conceptual, si no de producción.

Es necesario hacer referencia a la influencia de los fumetti neri, novelas pulp de horror con mucho éxito en la época, en su mayoría inspiradas en el thriller, pero también con una vertiente cercana al horror, con personajes como vampiros y brujas, y con un contenido mucho más fuerte en todos los aspectos (sexo, violencia) que las propias películas, ya que en estas era usual que se cebara la censura. Novelas dentro de series como Kriminal o Satanik, más centradas en el giallo (“amarillo” en italiano, haciendo referencia al color de sus portadas), o “I racconti di Dracula” o “KKK – I Classici dell’orrore” dedicadas al horror gótico. Los autores de dichas novelas, como los propios cineastas, tomaban pseudónimos ingleses en una esperanza quizá de mezclarse con el éxito americano y británico (algo de lo que más adelante hablo).

Gran parte de la crítica, especialmente en la propia Italia, siempre estuvo en contra tanto de películas como de novelas pulp de horror, tachándolas de vicios perniciosos para la juventud y fuente de males impíos, hasta la muerte del género a finales de los 70. Sin embargo existió una excepción en Francia de la mano de los críticos de la revista Midi-Minuit Fantastique, que desde 1963 revalorizaron la obra de Freda, Bava o Margheriti, encontrando en su justa medida el valor de las joyas del horror gótico producidas en Cinecittà.

Haciendo recuento: Tenemos por un lado la larga tradición folletinesca y de peplum de la cinematografía italiana que “preparó el terreno” para las futuras historias de horror; por otro lado tenemos la tradición literaria gótica, especialmente sajona, que influenciará de forma intensa dicho manierismo de los cineastas italianos; el éxito de las producciones Hammer y de género de horror europeo facilitó el inicio de un horror italiano ya que los productores de dicho país vieron el proyecto como rentable, no olvidemos que este tipo de género estaba principalmente dedicado al público de cines de barrio de la periferia. Sin embargo las características del horror gótico italiano serán, en muchos casos, bien diferenciadas del resto de Europa; también la popularización del horror por parte de las novelas, fumetti neri, de la época, allanó el camino a las producciones cinematográficas, siendo estas, a veces, incluso adaptaciones de las primeras.

Y con todo esto dicho vamos a seguir nuestro viaje hacia el corazón del terror: El alumbramiento de la primera película de horror gótico en Italia y el establecimiento de las características propias que definirán el género.

Albores (1900 – 1957) 

Vuelta a un oscuro pasado
De “I vampiri” (1957) a “L’orribile segreto del dottore Hichcock” (1962)

Del propio Freda se dice que era un tipo arrebatador como las películas que filmaba, en palabras de Barbara Steele: “Si la dolly se rompía, Freda hacía desplazarse la cámara sobre la alfombra. Nada podía parar a ese hombre. Era obstinado, emotivo, impetuoso, pasional y jugador de azar compulsivo.” En 1957 Freda desafió a sus productores, Ermanno Donati y Luigi Carpentieri, a financiarle un film de horror que él rodaría en doce días. Italia carecía por completo de tradición cinematográfica basada en el horror, pero la empresa se llevó a buen puerto: Freda terminó el guión en una semana y rodó la película en menos de dos semanas. Sin embargo dos días antes de terminar surgieron problemas entre oficiante y pagador y Freda abandonó el set de rodaje. Entonces entró en liza un fantástico cameraman, Mario Bava, colaborador del propio Freda y un maestro como Raoul Walsh, para acabar la película. Mario Bava será una de las piedras angulares del horror gótico, ya no solo en Italia, si no que será uno de los más magníficos cultivadores del thriller y del fantástico de todos los tiempos.

Freda siempre se negó a utilizar monstruos sobrenaturales propiamente dichos para sus películas, según él “Creo en un tipo subliminal, psicológico, del horror. Nada de vampiros o monstruos, por favor, son vulgares, ridículos. Mi teoría es que el auténtico terror puede ser representado con elementos cotidianos: El monstruo más terrorífico es aquel vecino que corta la garganta de su mujer.” (Como vemos, unas teorías no muy alejadas de las expuestas por Álex de la Iglesia durante su presentación de La Comunidad) Es por ello que en todas sus películas de terror, tanto las dedicadas al horror gótico, como las más cercanas al giallo (“A doppia faccia”, “L’iguana dalla lingua di fuoco”) Freda mostrará la monstruosidad de sus personajes mediante retorcidos procedimientos psicológicos.

La psicología de los personajes así como varios de los ambientes tratados en “I Vampiri” serán capitales para la siguiente película, una joya del horror europeo largamente olvidada: “Il mulino delle donne di pietra”, de Giorgio Ferroni. Rodada tres años después de I Vampiri (1960), Ferroni lleva a cabo una utilización impecable de la puesta en escena en esta coproducción italo-francesa, situada en una Holanda del siglo XIX totalmente creíble. Siguiendo la tradición del género, la atmósfera de aparente normalidad se va contaminado del elemento perturbador de la psique humana desarrollada hasta sus últimas consecuencias por el horror-científico clásico mezclado con las pasiones desenfrenadas de unos personajes devorados por la desidia hasta un final absolutamente memorable. Sin embargo, podemos decir que la película se resiente por ciertos altibajos en la dosificación de la tensión, algo que Freda dominaba pero que a Ferroni parece escapársele en algunos momentos además de cierto maniqueísmo de los personajes “bondadosos”, elemento por otro lado bastante tradicional en el género del horror ya desde “The Black Cat”, aquella obra magistral con los dos titanes Bela Lugosi y Boris Karloff, donde dicho maniqueísmo es aprovechado para dar un toque siniestro a la supuesta “bondad”, cosa que también aparece en otro clásico como es “El malvado Zaroff” y es que no siempre la bondad es lo que parece. Punto y aparte merece el personaje de Elfi, una auténtica muerta viviente devorada por la lujuria, que lleva a la condenación todo aquello que le rodea.

De esta película hay mucho a destacar: Los (in)creíbles decorados, los colores oscuros que predominan en unos planos cuajados de rojo (el color que simboliza el pecado y que tiene mucha presencia en la propia película en forma de sangre) y colores primarios muy delicados; los personajes devorados por sus pasiones y de una psicología bastante compleja para los cánones del género (¿influencias hammerianas?) especialmente los personajes de los dos doctores; también resultan muy sorprendentes las escenas oníricas-alucinógenas, que se dirían de vanguardia; además de la aparición de numerosas metáforas dramáticas y visuales que esconden realidades mucho más siniestras detrás (como por ejemplo, y por encima de las demás, el incesto). Y finalmente el desarrollo de la trama, que debe mucho a Poe del que toma varios elementos prestados, pero también a Leroux, Hoffmann y, sobre todo, a Maupassant, en la mejor tradición gótica. Aparte la película es un trasunto de la tradicional, “Los crímenes del museo de cera”, y remite a otros clásicos como “Ojos sin rostro” (1959) o “Gritos en la noche” (1962), de nuestro Jesús Franco.

Es curioso como Ferroni, cineasta con mucho oficio y ninguneado por la crítica, como un Sergio Corbucci o un Fernando di Leo, que tienen en su haber un puñado de inapreciables westerns y películas policíacas, sólo intervino dos veces en el cine de horror y las dos con gran acierto: Para darle la bienvenida con este “Il mulino” y mucho más tarde para darle la despedida, en 1972, plena etapa decadente del gótico, con otra joya: “La notte dei diavoli”, de la que hablo en el tercer capítulo de este artículo.

Pero si “I Vampiri” o “Il mulino delle donne di pietra” fueron dos obras notables pero no plenamente redondas, es con la llegada de Mario Bava y su opera prima, como la anterior, en 1960, que podemos decir que nos encontramos con la primera obra maestra que da el género del horror gótico italiano. (ver crítica 2) En ella aparece por primera vez en Italia la que será la musa e icono de todo el género al completo, Barbara Steele, participando en numerosas producciones a partir de este momento. (ver biografía)

El mismo año Mario Bava produce una película (su única película producida): “Seddok, l’erede di Satana”. Esta junto a “Lycanthropus”, estrenada al año siguiente, serán dos de las escasas aportaciones del cine italiano al mito del hombre lobo. Las dos tienen diversos toques sexy-naïf que caracterizan la incipiente sexualidad que aparecía en las pantallas comerciales de los 60.

A continuación hemos de hacer justa estimación de la trilogía vampírica protagonizada por Walter Brandi. A la sombra desde siempre de “La máscara del demonio”, dos de las tres se estrenaron el mismo año que esta. “L’ultima preda del vampiro” es una película de vampiros ortodoxa con todos sus tópicos y características, realizada con una sobriedad poco usual en una Serie B y normalmente ausente de todas las reseñas que se dedican al subgénero vampírico. La historia tiene algunos puntos de interés, como la duplicación del personaje protagonista, elemento tradicionalmente acometido por personajes femeninos en el cine italiano y, a quien le pueda interesar, el hecho de que tenga escenas de desnudo muy atrevidas para la época (1960), precursora de lo que será el horror-sexy de los 70, con estandartes como Margheriti, Franco o Rollin. La historia podría recordar a algunas películas Hammer, aunque la puesta en escena funcional se resiente en ocasiones.

Cosa totalmente distinta pasa con la segunda “L’amante del vampiro”, la primera de la trilogía y muy superior a mi parecer a “L’ultima preda del vampiro”. Una película de esas que están totalmente desahuciadas y no se entiende muy bien el porqué, cuando, por ejemplo, resulta mucho más satisfactoria que “I lunghi capelli de la morte”, por poner una que el tiempo a transformado en mítica. De hecho los ecos de L’amante del vampiro llegan hasta hoy en día en la película de Guy Madin “Drácula, pages of a virgin’s diary”, ganadora hace unos años del Festival de Sitges y que normalmente se ha relacionado más con el cine mudo.

Igualmente “L’amante del vampiro” contiene elementos del cine mudo: Escenas sacadas de “Vampyr” incluidas. Pero también tenemos el hecho, uno de los más interesantes, de la monstruosidad de un vampiro heredero de Max Schreck encontrada frente a la belleza de una bella vampiresa decadente y hedonista. Como dije al principio, elemento gótico, sí, pero también una muy interesante premisa. Polselli, más conocido por sus delirios sexuales de los 70, filma esta película con un blanco y negro surrealista, con movimientos de cámara anodinos, pero que extrañamente, como pasa con algunas películas de terror del gran Fulci, acompañan la narración a la perfección. En ella la tensión sexual es constante, de manera latente, elíptica y a veces incluso explícita, muy superior esta pulsión a sus dos secuelas y a cualquier película de horror gótico italiana, quizá sólo superada en este punto por una auténtica obra maestra: Danza Macabra.

A nivel de historia se mezclan elementos de diferentes referentes, como “El fantasma de la ópera”, que Polselli desarrollará más en el casi-remake de esta: “Il mostro dell’Opera”, muy inferior a L’amante… pero mucho más delirante, como veremos más abajo.

“L’amante del vampiro” disfrutará de un éxito holgado en Italia, llevando a Walter Brandi a dar una breve alternativa en Italia a Christopher Lee, el vampiro por excelencia. También tenemos que guardarnos un nombre fundamental que aparece en esta película, el del guionista Ernesto Gastaldi, y que tendrá mención especial en esta serie con su propio artículo. Sin embargo a pesar de contener todos estos puntos de interés se resiente de todo aquello que podríamos suponer con juicios apriorísticos (esos a los que son tan aficionados alguna parte de la crítica, lo malo es que se quedan ahí, y de ahí no pasan, como mucho justifican sus tesis con argumentos superficiales y subjetivos): Agujeros en el guión, trama poco elaborada, que apunta algunas ideas que luego no desarrolla, aunque esté bien estructurada, una actuación (excepto Hèlene Remy y Walter Brandi que cumplen muy bien su función… en la línea histriónica de las interpretaciones “góticas”) bastante limitada, secuencias que brillan por su falta de significación sintagmática (muchos de las de desnudos, por ejemplo, más dedicados a la taquilla), una puesta en escena muy endeble aunque muy bizarre… En definitiva, muy recomendable para todos aquellos que sepan disfrutar de películas de similar pelaje y una excelente muestra para aquellos que se adentren en el horror gótico.

La tercera: “La strage dei vampiri”, es una mezcla de la ortodoxia impuesta por el gótico británico con el elemento sexual mucho más desarrollado, como suele acontecer en las producciones italianas. Sin embargo es una exploitation que intenta aprovechar el éxito de las dos anteriores con refritos incluso de sus predecesoras, no tiene mucho a comentar.

Para terminar toda esta serie de películas primerizas, terminaré con la segunda obra maestra de este periodo, a la zaga de la maestría de Bava en “La maschera del demonio”: “L’orribile segreto del dottore Hichcock”.

Con esta película Freda vuelve a los ambientes suntuosos y decadentes del horror gótico, pero esta vez, que será casi la última si exceptuamos su pseudo-horror gótico “Trágica ceremonia en Villa Alexander”, nos ofrecerá una obra maestra. En ella nos encontramos otra vez con el horror médico que aparecía en las anteriores películas aunque aquí la ciencia no será el “objeto ominoso” si no, como en “I Vampiri”, el vehículo para la monstruosa transformación del protagonista. Si el secreto de la Duquesa Du Grand era querer mantenerse joven aunque fuese un cadáver, trasunto de Dorian Gray, el horrible secreto de este Doctor Hichcock, revelado ya en la primera escena (censurada en la versión original), es su febril pasión por la necrofilia, tema este que nunca antes fue tocado, y menos de una forma tan explícita como aquí.

Es por todo esto que se puede considerar como el final de esta etapa, ya que en ella se recogen todas las pulsiones que conformarán el género de aquí en adelante, el exceso, la morbidez, el delirio, la belleza estética de muchas de las imágenes y su colorido…

Todo lo dicho en “I Vampiri” acerca de los movimientos de cámara se puede aplicar aquí, aunque resultan en este caso incluso más operísticos, trágicos, italianos, mucho más estilizados si cabe, llegado a extremos donde el travelling se apodera del tiempo narrativo. Los colores son profundos, turbios, primarios, donde predomina de nuevo los tintes rojos y negros. Siendo una de las mejores muestras del oficio de Bava tras la cámara. Todo el trabajo visual está tan perfeccionado, la puesta en escena tan espectacular hasta en sus más pequeños detalles, hay tanto oficio tras la imagen, que esta envuelve a los personajes de una forma completamente poética en su decadencia siniestra introduciendo a los espectadores en un cuento macabro, visualizando lo que podría haber sido una pesadilla de un Edgar Allan Poe o un Charles Baudelaire.

No se debe olvidar además el decorado y el atrezzo. Hay muchísimos elementos a comentar aquí, pero de ellos destacan tanto la presencia malsana de flores por doquier, el barroquismo del escenario, como el vestuario de los personajes, simbólico a la manera de un Mizoguchi, como la utilización de los cuadros o la disposición en el espacio de todos los elementos que se encuadran, que va aumentando la tensión hasta el final de una forma exasperante que beneficia a la película, convirtiéndola en un thriller gótico muy oscuro, tenso, mórbido, y apenas sin necesidad de sangre o efectismos de feria.

La modernidad de la utilización del lenguaje cinematográfico resulta insultante superando de lejos a la mayor parte de la “modernidad” actual. Por todo lo mencionado besa la ortodoxia en muchos momentos, Freda despliega una potente caracterización visual del espacio y de los personajes con un estilo apasionado, exacerbado, romántico, al borde de lo establecido por el Método de Representación Institucional y acercándolo a las vanguardias de su tiempo.

Como curiosidad decir que los dos actores principales son genuinos ingleses, Barbara Steele (que ya trabajó con Hitchcock) y Robert Flemyng, los dos haciendo papeles extraordinarios y superando al resto del cast. Además de que todos los miembros del cast tomarán nombres sajones, no es vano el hecho de que en el título aparezca el apelativo “Hichcock”, en clara referencia al maestro del suspense inglés. Pero lo más curioso de todo son los puntos en común (a veces con puntos “más que en común”, ya me entienden) de esta película con el Vértigo del maestro inglés, realizada un año después de esta… Yo no quiero decir nada, de momento, necesito investigar más sobre este escabroso tema, quizá en otro trabajo que dedique exclusivamente a esta obra maestra. Pero ahí queda eso. Al fin y al cabo tampoco sería un robo, más bien podríamos hablar de “intercambio”, a nadie se le escapa que “L’orribile segreto” está plagado de trucos y puesta en escena hichcockiana, como por ejemplo el hecho de que la criada del Doctor sea un trasunto de la Señora Danvers, de la película Rebeca, incluso apenas la muestra andando, truco típico del mago inglés del suspense.

En definitiva: Sin duda volveremos a esta película en un futuro, ya que se lo merece, de momento dejemos que hable el propio Freda: “Me divertí mucho cuando El horrible Dr.Hichcock fue proyectada, porque las discusiones eran absurdas. Una parte de la audiencia afirmaba que el estilo era puramente americano, mientras que los otros decían que era un film británico.”

Los elementos fundacionales de una mitología, entendiendo por mitología los iconos que conforman un género, nunca son banales, por eso era interesante encontrar estas raíces originales para seguir con la siguiente etapa. A partir de aquí, con “L’orribile segreto” y las demás, podemos decir que el gótico ya es conocido en su país y fuera de sus fronteras, por lo tanto tenemos que establecer nuevos marcos de representación: Ya tenemos varias de las películas que conforman el “pilar” sobre el que se mantendrá el resto del horror gótico italiano, con más o menos diferencias, tanto dialécticamente, como a nivel de historia, personajes o utilización del lenguaje, que posteriormente, elemento a elemento, iremos viendo como se desarrollarán hasta sus últimas consecuencias y la auto-destrucción del género.

Establecimiento del género (1957 – 1962)
– 1957. I vampiri / / Lust of the vampire (USA). Directores: Riccardo Freda y Mario Bava (acabó la película). Guión: Riccardo Freda, Piero Regnoli, Rik Sjöstrom y J.V. Rhemo. Música: Franco Mannino y Roman Vlad. Intérpretes: Gianna Maria Canale (Giselle), Carlo D’Angelo (Inspector Chantal), Dario Michaelis (Pierre), Wandisa Guida (Lauretta), Angelo Galassi, Renato Tontini, Riccardo Freda. Considerada la primera película de Horror en Italia. Las películas de terror estuvieron prohibidas en Italia hasta mediados de los años 50.

– 1960. Il mulino delle donne di pietra. / / Mill of the stone women (USA). Directores: Giorgio Ferroni. Guión: Remigio Del Grosso, Giorgio Ferroni, Ugo Liberatore, Giorgio Stegani. Música: Carlo Innocenzi. Intérpretes: Pierre Brice (Hans), Scilla Gabel (Elfi), Wolfgang Preiss (Dr.Loren), Robert Boheme (Prof.Gregorius), Dany Carrel (Liselotte)

– 1960. La maschera del demonio / / Black sunday (USA) / Revenge of the vampire (UK) (La máscara del demonio) Director: Mario Bava. Guión: Ennio De Concini, Mario Serandrei y Mario Bava; sobre un cuento de Nikolai Gogol (El Viyi). Música: Roberto Nicolosi. Intérpretes: Barbara Steele (Katia / Princesa Asa), John Richardson (Dr.Gorobec), Andrea Checchi (Dr.Kruvajan), Ivo Garrani, Arturo Dominici, Enrico Olivieri.

– 1960. Seddok, l’erede di Satana / / Atom age vampire (USA) Director: Anton Giulio Majano. Guión: Piero Monviso, Alberto Bevilacqua, Gino DeSanctis. Música: Armando Trovajoli. Intérpretes: Alberto Lupo (Profesor), Susanne Loret (Jeanette Moreneau), Sergio Fantoni (Pierre), Franca Parisi, Andrea Scotti, Rina Franchetti

– 1960. L’ultima preda del vampiro / / The playgirls and the Vampire (USA). Director: Piero Regnoli. Guión: Aldo Greci. Música: Aldo Piga. Intérpretes: Walter Brandi (Conde), Lila Rocco (Vera), Alfredo Rizzo (Lucas), Maria Giovannini, Tilde Damiani

– 1960. L’amante del vampiro / / The vampire and the ballerina (USA) Director: Renato Polselli. Guión: Ernesto Gastaldi, Renato Polselli, Giuseppe Pellegrini. Música: Aldo Piga. Intérpretes: Hélène Rémy (Louisa), María Luisa Rolando (Countess Ogda), Tina Gloriani (Francesca), Walter Brandi (Luca), Isarco Ravaioli, Gino Turini

– 1961/62. Lycanthropus / / Ghoul in a Girl’s Dormitory (USA) Director: Paolo Heusch. Guión: Ernesto Gastaldi. Música: Armando Trovajoli. Intérpretes: Barbara Lass (Priscilla), Carl Schell (Dr. Olcott), Curt Lowens, Maurice Marsac, Maureen O’Connor

– 1962. La strage dei vampiri / / Slaughter of the Vampires (USA) Director: Roberto Mauri. Guión: Roberto Mauri. Música: Aldo Piga. Intérpretes: Walter Brandi (Wolfgang), Graziella Granata (Louise), Luigi Batzella (Dr.Nietzsche) (!!!!), Dietter Eppler

– 1962. L’orribile segreto del dottore Hichcock / / Raptus (Internacional) / The horrible Dr. Hichcock (USA) Director: Riccardo Freda (como Robert Hampton). Guión: Ernesto Gastaldi. Música: Roman Vlad. Intérpretes: Barbara Steele (Cynthia), Robert Flemyng (Dr.Bernard), Harriet Medin (Marta), Silvano Tranquilli (Dr.Kurt), Maria Teresa Vianello

 

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