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El Maestro de los detectives ha tenido tantas vidas diferentes (tantas casi como medios de comunicación existen) que encontrar adaptaciones que sean fieles al personaje original es más difícil de lo que parece. Al final el poder de la gran pantalla como el lenguaje narrativo que con más fuerza se impuso en el siglo XX obliga a que incluso algunos de los tópicos impuestos sobre el personaje no provengan de Conan Doyle, o que como mínimo no se repitieran en exceso: el “Elemental, querido Watson” no aparecía en ningún relato, el abrigo Inverness y la pipa de calabaza fueron algunas de las caracterizaciones que se añadió en una obra de teatro llevada al éxito por William Gilette y el cine se encargó de asociarlo definitivamente al genial detective, el gorro de cazador de patos no es mencionado por Conan Doyle en ningún momento pero aparecía ocasionalmente en las ilustraciones del Strand Magazine dibujadas por Sydney Paget que acompañaban a los escritos y de nuevo el cine fue el encargado de añadirle ese detalle… al final, la imagen que de buenas a primeras que se suele tener del detective un ocasional curioso que no ha leído jamás sus aventuras no está muy asociada a su verdadera imagen literaria. Forma parte de un personaje de tan bestial fama el tener muchos rostros, algunos muy alejados del verdadero (tomando “original” como “verdadero”).

El hermano más listo de Guy Ritchie

En definitiva, no me echaba para atrás del todo los rumores que iba leyendo sobre la versión que Guy Ritchie estaba rodando del personaje. No me importaba que estuviera basada en un cómic (1), que la acción fuera a ser un elemento predominante, o que los rasgos del genial detective fueran a estar caracterizados por Robert Downey Jr., actor que poco o nada se parece a la descripción original de Arthur Conan Doyle. Existen tantas versiones paralelas, desmitificadoras o alternativas del personaje que me gustan casi como las que no, y soy partidario de ellas cuando el resultado es positivo: Herbert Ross, basándose en la novela (y el guión) de Nicholas Meyer, Billy Wilder o en su vertiente juvenil Barry Levinson, por citar tres de las más populares (y de escaso éxito en taquillas en su estreno, todo sea dicho) lo lograron dibujando tres filmes (“Elemental, Dr. Freud”, La vida privada de Sherlock Holmes”y “El secreto de la pirámide”) de lo más satisfactorios practicando los cambios que creyeron necesarios sobre el personaje original al servicio de su obra.

Y sin embargo, en la película que nos ocupa, el tono, enfocado hacia las plateas adolescentes con menos exigencias, ha resultado asesino. Es decir, la película tiene una trama hasta cierto punto interesante, y con el material que había se podría haber logrado un resultado bastante más elevado. Pero un exceso de tonterías, de chistes muy, muy fáciles (y muy malos) de la más baja estofa (pedos, mocos… ¡en un título de Sherlock Holmes!), una dinámica de personajes muy basada en las buddie movies pero con muy poca profundidad más allá de un un buen montón de puyas y de chascarrillos pretendidamente ingeniosos, y un exceso de acción que hacen parecer en ocasiones a Holmes y Watson como dos macarras de bar más que dos detectives y aventureros dan al traste con cualquier esperanza de haber dado con un título con un mínimo de interés, más allá del parque de atracciones. Resulta de lo más irritante ese toque que se ha venido imponiendo en las películas de acción con altos presupuestos de ser enrolladetes, poco serios, de aplicar lo que ellos creen que es un “barniz adolescente” y no parecen darse cuenta de que lo que consiguen es atontar el resultado final de cualquier título. Por que al final es la sensación que le queda a uno después de haber visto este “Sherlock Holmes” de Guy Ritchie: una película tonta.

El héroe de la película de Ritchie viene a ser algo así como el personaje “standard” de Robert Downey Jr. para superproducciones, un papel que le hemos visto hacer ya en varias ocasiones y sospecho que le volveremos a ver: Un Sherlock Holmes granujilla, adicto a la adrenalina, que podría ser tomado como un pariente lejano de la creación de Conan Doyle, pero nunca como el original. Tiene algunos rasgos en común (más allá de la increíble capacidad deductiva, una cierta misantropía, desordenado) pero también parecen haberle recortado cualquier posible referencia a todo aquello que tenía el detective afincado en Baker Street de políticamente incorrecto para los tiempos que corren: nada de misoginia (manía a la futura mujer de Watson sí, pero según parece, aquí solo a ella), solo veladas referencias a las adicciones a los narcóticos, nada de racismo… en fin, nada de ese toque un tanto pretencioso y estúpido que tenía el personaje, en uno de los casos más claros en la historia de un personaje de éxito de ir en contra de lo que el público cree que quiere y terminaban por volverle aun si cabe más fascinante (lección que si han aprendido y aplicado casi a la perfección los creadores y guionistas del programa televisivo muy visto sobre un muy popular médico cojo con muchos paralelismos con el Gran Detective). Por su parte, con el Dr. Watson de Jude Law han cometido el error de querer “dignificar” al personaje (la cual en si es una idea de lo más noble) pero colocándole en un extremo quizá opuesto al acostumbrado a la imagen “típica” que ha dado del buen doctor el cine (la del médico gordito y bonachón con pocas luces, sin nada que ver como lo escribió Doyle), tan opuesto que casi está igual de lejos que el personaje original, aunque en la otra punta. Ni tanto ni tan calvo: de acuerdo que Watson era un hombre de acción, pero es que aquí casi es hasta violento, muy dado a liarse a puñetazos contra tres o cuatro tipos a la vez, un rompe-puertas bastante bruto: un extreme Watson, usando la terminología del cómic de acción americano de los 90.

Es sin embargo en la sub-trama sobre el cambio de domicilio de Watson por sus futuras nupcias con Mary Morstan (Kelly Reilly) donde se encuentra la mejor química entre los dos actores y el mayor gancho entre sus diálogos: un acercamiento semejante al que utilizó Michael Hardwick en su novela “La venganza del sabueso” (2), donde se nos presentaba igualmente a un Holmes que aprovechaba la mínima ocasión para reprochar a Watson que abandonara Baker Street a causa de su segundo matrimonio, provocando igualmente secuencias bastante cómicas. Ahí se puede disfrutar un poco del trabajo de Downey Jr. y Law, y se reitera el hecho de que cambiando el tono de la película se podría haber aprovechado mucho más el trabajo de ambos actores.

Igualmente, la parte final del espectáculo también tiene parcelas disfrutables, Ritchie dirige las escenas de acción con dinamismo y gracia, algo que ha tenido grandes problemas para encontrar en las los dos primeros tercios del film (es bastante sospechoso que bastantes personas con las que he comentado la película tengan una enorme facilidad para desconectar de ella, en un primer momento pensé que era una cuestión personal debida al parcial desinterés que me proporcionaba a ratos la obra, pero escucho que incluso a seguidores del film les ocurre lo mismo… ¿transmite Ritchie un síndrome de ausencia de concentración a la gran pantalla?), y como ya he comentado, la trama del film, con el correspondiente villano de opereta (Lord Blackwood, encarnado por un correcto Mark Strong) y la dama que aparenta estar en apuros pero es más canalla de lo que aparenta (Irene Adler, interpretada por Rachel McAdams) (3) trabajando en secreto para un “misterioso profesor” , presumiblemente el villano en posteriores secuelas, resulta entretenida y sin ser nada del otro jueves, amena.

Si la película sirve para que se editen en España más novelas protagonizadas por Holmes, o películas todavía inéditas en nuestro país en DVD, y ayuda a revitalizar el interés por el personaje (de momento la Asylum ya prepara su propio “Sherlock Holmes”, no podían faltar), bienvenido sea este Holmes encarnado por Downey Jr., por muy mediocres que sean sus aventuras: nunca le reconoceré como el Gran Detective, pero le agradeceré los servicios prestados a la causa.

Notas

1. Por cierto, ese rumor no es cierto: no existe ningún cómic diseñado por Lionel Watkiss y la película no lo adapta: presentó un tratamiento gráfico para el film y desde entonces se comenzó a difundir que adaptaba una novela gráfica. Como la cuestión de si Brad Pitt iba a interpretar a Moriarty, que resultó no ser verdad… lo cierto es que los meses previos al estreno han estado llenos de noticias falsas y desmentidos.

2. The Revenge of the Hound (1987), de Michael Hardwick, publicado en España por Valdemar en 1994, dentro de su colección Los Archivos de Baker Street; nº 14.

3. Irene Adler, “la mujer”, según el Sherlock Holmes de Doyle, solo aparecía en una historia, Escándalo en Bohemia, la primera aventura de Holmes en forma de relato corto, en el cual derrotaba al detective por audacia e ingenio),

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