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Disquisiciones sobre ese bien tan excaso: pasar miedo con una película de terror. Sobre el sentido del miedo, lo que asusta y lo que no, y cómo se refleja o no se refleja en las películas según la evolución que ha ido siguiendo el género terrorífico en las últimas décadas. Reflexiones surgidas a propósito de Expediente Warren (The Conjuring, de James Wan)

Cuando era niño creía en Dios y además le pedía cosas y temía sus castigos (justo el día de mi Primera Comunión empezó mi tormento porque en teoría ya no podía pecar…algo realmente doloroso para quien había conocido ya la debilidad de la carne!). Al llegar a la adolescencia ya no creía en Dios (no me hacía ni puñetero caso, lo cual demostraba empíricamente su no existencia) pero sí me creía el más izquierdista de los mortales y gran defensor de los valores democráticos (entonces no sabía que la extrema izquierda y la democracia no se llevaban precisamente bien…tampoco que entre Izquierda y Derecha había más bien poca diferencia, oh, dulce ingenuidad de instituto…) y ahora casi al llegar a los 40 años ya no creo ni en Dios ni en la Izquierda ni en la Democracia (la dictadura de las mayorías sobre las minorías) ni en casi nada (no quiero que se me confunda con alguien antidemocrático, simplemente aún no me ha convencido ninguna forma de gobierno que me parezca solvente)…salvo en algo que sigo creyendo desde niño y que aún no me ha desencantado: las pelis que dan miedo.

Borges dijo que la Duda es uno de los nombres de la inteligencia (algo tan brillante como cuando Umbral dijo que a los políticos les gusta mandar pero no gobernar) y es la duda (el debate, la discusión, el desacuerdo) y no la certeza lo que nos hará evolucionar (de adolescente todos creemos en certezas, en esencias, en fundamentos…luego la vida te va demostrando que si de joven ansías las grandes verdades únicas y lo absoluto luego descubres que la realidad es plural y compleja…aunque como dijo el filósofo la experiencia no sirve para nada pero hay que tener experiencia para saber que no sirve para nada…). No recuerdo qué filósofo dijo que la Religión tiende a la Unidad mientras la Inteligencia tiende a lo plural. No se me ocurre mejor forma de describir a muchos fans del género del cine de terror (¿fundamentalistas?) que se tragan cualquier cosa en nombre de la Causa (la de mantener vivo su universo cerrado y maloliente) sin pararse a pensar qué tipo de cine nos merecemos (Mill, ese gran filósofo político, decía que tenemos que ganarnos el privilegio de que nos gobiernen culturizándonos) o por qué el cine de terror no da casi nunca miedo…Y he ahí la clave. La gran mentira de llamar cine de terror a lo que no da miedo (una de las muchas falsedades de la vida y a la que nos cuesta abrir los ojos) y el respetar tan poco a las pelis que si dan miedo, que son el manjar que siempre escasea y por ello nos resulta tan caro…el otro día revisé Expediente Warren (The Conjuring) en DVD (hoy que ya nadie siente respeto por un DVD pero yo, de la generación del glorioso y entrañable VHS, sigo coleccionándolos mientras la marea de lo digital e Internet lo nublan todo…con o sin pirateo,…vale, tachadme de reaccionario!) y disfruté como hacía tiempo que no disfrutaba e inevitablemente me puse a reflexionar sobre el Terror Duro, el cine que da miedo de verdad…

James Wan, a propósito de Expediente Warren (2013), decía en alguna entrevista promocional sobre el film que se encontró con un guion lleno de sustos y tuvo que decirle a los guionistas (Chad y Carey Hayes, los mismos de La Casa de Cera y La Cosecha) que eliminaran algunos porque una peli de terror tenía que tener “menos sustos y más tensión.” Está claro que Wan ha aprendido las lecciones del cine clásico de terror moderno (ese que empezó con Psicosis y El Exorcista) y se dejó de los excesos estéticos y de guion de las dos Insidious(en la segunda los rebuscados viajes temporales son tan interesantes como poco terroríficos). Pero que Expediente Warren haya sido calificada de peli clasicista no se debe sólo a que esté ambientada en los 70’s y tire de todos los tópicos habidos y por haber, sino, claro, de su ritmo, atmósfera, uso del sonido y distribución de los sustos y momentos impactantes (y de lo bien coreografiados que están)…¿Acaso importa el guion en una peli de miedo? ¿Es que realmente los guiones de El Resplandor o Al Final de la Escalera eran claves para dar miedo? Sí es cierto que El Exorcista hundía bien sus raíces en cierta literatura y cultura (la novela de Blatty es una delicia, se la recomiendo a cualquiera y no importa las veces que hayas visto la peli!) pero de lo que nos acordamos todos es de la niña metiéndose el crucifijo en sus partes o de las vomitonas y no de las brillantes implicaciones psicológicas y antropológicas del guion (sin duda, uno de los mejores de la historia del cine de terror). Y es que lo que queda al final tras visionar una peli de terror duro no es tanto la historia como esos momentos en que casi te meas en las bragas…

Por desgracia lo que yo llamaría Terror Duro (o sea, pelis que dan miedo de verdad) escasea a lo largo de la historia del mal llamado cine de terror  y salvo la clara Santísima Trinidad formada por El Exorcista (1973), Al Final de la Escalera (1980) y El Ente (1981) pocas pelis han podido llegar a convertirse en clásicos que den miedo (salvo que tengas diez años y te asuste aún Phenomena de Argento como me asustaba a mí a esa edad!). El cine de terror moderno (ya digo, el que se inicia realmente en los años 70’s con el Nuevo Hollywood y el auge del cine underground) ha sabido antes crear corrientes que podríamos llamar esteticistas (Halloween, Suspiria, Alien, La Cosa,Candyman) y malrollistas (Amenaza en la Sombra, La Matanza de Texas, La Mosca) o simplemente pelis truculentas (todo el cine gore de rigor, principalmente desde Posesión Infernal hasta Braindead)…pero de terror puro y duro podemos contar los clásicos con los dedos de la mano (al menos yo!). Si repasamos la historia moderna nos podemos quedar con el final de La Invasión de los Ultracuerpos de 1978, algunos momentos de Poltergeist (yo incluso pasé miedo con algunas secuencias de Poltergeist III, sobre todo con los puñeteros espejos!), el ambiente de Terror en Amityville, y más recientemente El Proyecto de la Bruja de Blair (si, en el cine lo pasé mal…luego la revisé en casa y no me dio ni dolor de cabeza) y Open Water (una de esas pelis que quedan relegadas enseguida de la historia del cine pero que agobió lo suyo ¿no?). Y yo que soy de la generación del 75 pasé una infancia aterrorizada con pelis como Re-Animator o Phenomena que hoy parece que son un chiste para los aficionados…

Bien, es cierto que muchos de los momentos más terroríficos del cine moderno se escapan del género del terror (¿Acaso esa escena deThe War Zone, debut en la dirección de Tim Roth, del padre violando a su hija y sodomizándola no es una de las secuencias más acojonantes y horripilantes de los últimos lustros?), algo inevitable, pero cuando el cine de terror sabe dar en el clavo con un film que da miedo de verdad se disfruta más debido precisamente a su escasez. Yo confieso que he pasado buenos sustos con todo ese cine japonés (y por extensión oriental) que se puso de moda y que estaba lleno de sustos fáciles (ya sabéis, sagas como The Ring, El Grito, etc). Pelis muy malas y clónicas (¿aún nadie se ha dado cuenta que The Ring no es más que un plagio argumental de Al Final de la Escalera?) cuyo único sentido de ser son el susto por el susto (poco importa a qué es debido o si hay coherencia con el propio film).

Mientras la ciencia ficción y la fantasía comerciales (sinónimo hoy día de “juvenil e infantil”) han sabido encontrar sus filones en la literatura (El Señor de los Anillos, Harry Potter, Crepúsculo, Los Juegos del Hambre, Divergente y en la tele Juego de Tronos…por no hablar ya del mundillo de los cómics con las toneladas de pelis clónicas de la Marvel y DC) el terror que da miedo no tiene donde agarrarse tan fácilmente. La literatura de terror no se puede trasladar cómodamente (¿alguien cree, aparte de Stuart Gordon y Guillermo del Toro, que Lovecraft realmente se puede trasladar a la pantalla?) porque primero no da miedo y segundo los mecanismos del terror son diferentes al escapismo y libertad creativa de la fantasía y la ciencia-ficción. Así pues nos hemos visto escasos de nuestro vicio favorito (pasar miedo!) y quizá eso hace que pelis como Expendiente Warren triunfen (no solo a nivel comercial sino también crítico) a pesar de ser un ejercicio mimético de los clásicos del género. ¿Qué diferencia real hay entre Expediente Warren y El Exorcista o Terror en Amityville? Si coges El Exorcista y cambias a la niña por la madre tendrás a Lili Taylor siendo exorcizada (vomitona de sangre y mobiliario flotando incluido) prácticamente como en el clásico de Friedkin y si te fijas en el rollo familia atormentada por fantasmas tienes un remake en toda regla deTerror en Amityville… ¿Está todo inventado ya en el cine de miedo? La saga Paranormal Activity nos diría que no (la moda found footage ya la inventó Deodato en su día, jolín). Que, como siempre, las nuevas tecnologías nos darán nuevas formas de contar lo MISMO (y ahí está la clave, lo mismo significa fantasmas, sombras, maleficios…aunque los metamos en un puñetero IPhone).

Decían que la principal diferencia entre cine moderno y clásico (dentro del terror) es que igual que pasó con la literatura se pasó de los elementos románticos y góticos (castillos, vampiros, fantasmas) a los modernos (el mal es el ser humano mismo no entelequias absurdas e irracionales) pero eso no acabó de dar miedo. Porque el miedo se centra en lo irracional y lo irracional es que debe asustarnos lo que no conocemos. Bien, todo esto no es del todo cierto: en la vida real una mujer puede sentir terror de su marido maltratador igual que un niño de sus padres abusadores…pero eso en el cine no funciona como elemento de puro miedo terrorífico. Hay miedos que funcionan como elemento terrorífico en la pantalla (el miedo a la oscuridad) y otros que no (el miedo a los gérmenes). Así que el cine de Terror Duro en vez de ahondar en ese miedo al ser humano mismo, el miedo al vecino, al psicópata tiene que ahondar en lo que ancestralmente nos da miedo ver (y no sólo sentirlo en carne propia).

Sagas como Hostel o Saw no dan miedo (explotan lo truculento) porque explotan el horror humano (algo a lo que además estamos muy acostumbrados…a diferencia de los fantasmas y vampiros nuestra vida, y telediarios, están llenos de psicópatas, violadores de niños y gente que encierra a chicas en sótanos para esclavizarlas…). Así que lo que acaba funcionando es ese terror que nos atormenta cuando estamos a punto de dormirnos (¿quién no ha pensado en la muerte y se ha acojonado en la cama justo antes de poder dormirse?) y ese miedo ancestral a la oscuridad, la soledad, la muerte (esa muerte que puede llegarte en soledad…la más terrible de todas)…eso me hace pensar en The Descent (2005), una peli que a mí por lo menos me acojonó bastante porque tengo un miedo atroz, claustrofóbico, a los sitios estrechos (para mí no hay peor muerte que precisamente quedarte atrapado en una sima oscura y húmeda a la espera ya de la irremediable muerte!).

 

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