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A pesar de no haber sido estrenada en España (1), Triangle lleva unos cuantos meses haciendo cada vez más ruido a través de Intenet, habiéndose convertido en una de las películas más comentadas y aplaudidas por blogs y webs especializadas, y en un éxito de descargas. Y francamente, lo celebro, porque en efecto se trata de unos de los títulos más divertidos, inquietantes y adictivos de la pasada temporada. Presentado como un escenario de Escher o el eterno problema del cronopaisaje (2) como diversión intelectual típico de la mejor ciencia ficción (3), Triangle es la historia de un bucle temporal paradójico y asfixiante, mezclado con la moderna leyenda del Triángulo de las Bermudas, y aderezada con gotas de cine de terror y referencias mitológicas. Sin duda el proyecto más ambicioso hasta el momento (o el único realmente ambicioso) de su director, el ya habitual del género Christopher Smith. Trata del periplo de una extraña mujer (Melissa George), atrapada en un nudo infinito junto con sus compañeros de viaje en un yate que acaba de naufragar tras una tormenta totalmente anómala, cuando se dan de bruces con un trasatlántico fantasma en donde la protagonista no tardará en sentir que ya ha estado y en el que pasan cosas muy raras y mortales… Se pueden contar muy pocas cosas sobre la trama de Triangle sin revelar ninguna sorpresa ante la que el espectador seguramente prefiera llegar virgen.

El mayor inconveniente de Triangle es que se parece demasiado a Los cronocrímenes (2007), la ópera prima de Nacho Vigalondo.Triangle tiene vocación de film muy original con un guión inteligente, y por lo tanto parecerse tanto a otra película es lo último de debería haber pasado, una auténtica putada. Pero el parecido entre ambas llega hasta pormenores que deberían ser sorprendentes, como el misterioso asesino con el rostro tapado (en Los cronocrímenes con unas vendas rosas, en Triangle con una especie de saco, a lo Viernes 13 Segunda Parte). Y con esto ya he dicho bastante y les acabo de meter un spoiler grandísimo, porque si conocen Los cronocrímenes ya pueden prever la identidad del asesino de Triangle y viceversa, e incluso aventurar el porqué de algunos giros e interactuaciones. ¿Conocía Christopher Smith la película de Nacho Vigalondo cuando escribió Triangle? Una vez más, y como suele ocurrir en estos casos, es indemostrable. El hecho principal sobre el que no cabe ni la menor duda es el paralelismo general existente entre el planteamiento de la una y la otra. El segundo hecho, y aquí ya me voy a pasar de suspicaz, es que Los cronocrímenes, que en Estados Unidos se llamaTimecrimes, fue presentada en festivales internacionales tales como el importantísimo Fantastic Fest de Austin (Texas) en donde de hecho ganó el premio a la Mejor Película (sí, amigos: a pesar de que en España pasó sin pena ni gloria, en círculos especializados internacionales la película gusta; ya se dice, nadie es profeta en su tierra), así como en el Scream Fest de Los Ángeles, en Sundance, en el Fantasia de Montreal, en Trieste, Amsterdam, Edinburgo, etc. Smith ha tenido más de una oportunidad de haber visto la película del director cántabro. Sin embargo Christopher Smith asegura que no, que no había visto la película de Vigalondo, y cuenta una historia muy bonita y completamente verosímil (4) de cómo se le ocurrió la idea de Triangle estando en Cannes en 2005, es decir antes de Los cronocrímenes. Y eso es algo que tendremos que aceptar a falta de otros argumentos en su contra. El director inglés admite que le movía la inquietud de rodar algo “a lo Memento” (sic), cita como influencia a La Jetee de Chris Marker (re sic), y desde luego confiesa haberse inspirado mucho en El resplandor (The Shinning, 1980, de Stanley Kubrick). Pero a Los cronocrímenes ni los menciona, o mejor dicho, sí, pero para declarar lo ya antedicho: que no la ha visto. De todas formas, algo señalado con el dedo sí se ha tenido que sentir con todo este asunto cuando en otra entrevista a la revista Total Sci-Fi ha creído adecuado decir también que bueno, que por ejemplo Triangle también se parece en algún aspecto a Moon de Duncan Jones (¡pero muy poco!), y que esas cosas son normales y pasan todo el rato; que los temas son universales y flotan en el subconsciente de los que hacen películas según lo que está ocurriendo o lo que se puede ver en la TV, y que a menudo varias personas inventan historias semejantes casi al mismo tiempo. Que por ejemplo Creep y Desmembrados en su día también coincidieron con otras películas de temáticas muy parecidas y eso es algo corriente. Claro. Y que conste que le vamos a creer.

Como entenderán, le he dedicado todo ese espacio a esta cuestión porque creo que cuenta y es necesario, pero tampoco lo es todo. Sea como fuere, reducir Triangle a la categoría de mera presunta copia de la opera prima de Vigalondo sería incurrir en un grave error de apreciación. Lo cierto, y a la vista está de todos, es que esta “otra Cronocrímenes” es una película con entidad propia, y que de haber sido realmente un remake (de los que lo dicen en los créditos) sería un remake para quitarse el sombrero. Smith ha transportado (siempre partiendo de la premisa hipotética de que una película esté basada en la otra) cada uno de los puntos esenciales de la película española y los ha recubierto de una capa de fantasmagoría, amparándose en la cuartada sobrenatural que le da el Triángulo de las Bermudas (también llamado Triángulo del Diablo) y las alusiones a los mitos de Eolo (el trasatlántico se llama así) y su hijo Sísifo, o a la propia muerte que interviene sugerentemente como personaje… Su escenario fílmico, un escenario de alta mar, nos remite a terrores cósmicos como los de Hope Hodgson o el mismísimo Edgar Allan Poe, la inclusión de un buque fantasma a lo Mary Celeste es un absoluto acierto (¡habrase visto vehículo para viajar en el tiempo más bello!) y sus solitarios salones estilo años 30, sus corredores alfombrados y sus cámaras abandonadas son puro guiño al hotel Overlook de El resplandor (que era otro viaje mental entre lo sobrenatural y lo esquizoide). Sobre este último punto, no en vano existe en el barco un camarote, la habitación 237 (el mismo número que la habitación de la mujer desnuda deEl resplandor) cuya importancia en la trama y en los hechos inexplicables que se narran, es fundamental y en absoluto puesta ahí por coincidencia. Y el comportamiento de la protagonista, que se pasa medio metraje al borde de la descomposición nerviosa (y sólo al final comprenderemos el verdadero alcance de su ánimo) recuerda a ese Jack Torrants dudando de si puede fiarse de sí mismo o de su familia… o empujado por el ánima de ese lugar vórtige entre mundos a convertirse en un asesino.

Triangle
también tiene ese olor a las cosas raras y asombrosas que ocurren en Perdidos (Lost), una puesta en escena briosa y un ritmo palpitante que no te da tregua. El minimalismo feista de la película de Vigalondo es reemplazado por escenarios interesantes (y tan poco demasiado caros, pienso) e imágenes premeditadamente icónicas, y tan solo hemos salido perdiendo en coherencia interna: porque la película de Christopher Smith es muchísimo más enrevesada (aún) que la española, y también mucho menos congruente. Triangle confía en su apuesta por lo mágico y deja gran parte de su trasfondo abierta a la libre interpretación del espectador. Ah, importante es dejarlo muy claro para aquellos que hayan visto Los cronocrímenes y se hayan desaminado de intentarlo con Triangle por creer que es más de lo mismo: los desenlaces son, por supuesto, muy diferentes, y el de Triangle es especialmente extraordinario y desesperante, como el final de uno de los capítulos chungos de The Twilight Zone (ya tardaba en mencionarla) o sobre todo de la pesimista segunda versión de Más allá del límite (The Outer Limits).

Nada de este rico sustrato adicional existe en Los cronocrímenes, y por todo ello consideramos recomendabilísimo ver Triangle incluso si se conoce la otra. Me atrevo a más: Triangle está tan enriquecida y es tan superior en vistosidad en algunos aspectos (sobre todo de producción, la española era muy minimalista… y también en eso residía una de sus gracias), que puestos a recomendar, hoy y en detrimento de mi admirado Vigalondo, voy a tirarme a la piscina y les recomiendo la película de Christopher Smith.

Atención pues a la evolución de este director, que silenciosamente y desde el serie B podría estar comenzando a labrarse una carrera estimabilísima. Esperamos con interés su siguiente obra, Black Death, un film medieval acerca de la época de la peste negra…

Notas

1. En la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastian 2009 sí pudo verse, una excelente elección de sus programadores.

2. Tomo el palabro “cronopaisaje” (en inglés Timescape) del título de la famosa antología de relatos de ciencia ficción compilada por Peter Haining (1997) y presentada muy bien en España por Miguel Barceló y editada por Ediciones B (2003): Cronopaisajes: Historias de viajes en el tiempo.

3. Los viajes en el tiempo y las paradojas temporales han sido material tratado con auténtica filigrana por autores tan destacados como Isaac Asimov, Robert Heinlein (curiosísimo su Todos vosotros, zombies), Philip K. Dick, Ray Bradbury, Brian W. Aldiss, Frederick Pohl, Alfred Bester, Clifford D. Simack o Domingo Santos entre otros muchos.

4. El propio Christopher Smith nos lo cuenta: Estábamos en Film Market de Cannes presentando Creep, y la cosa había ido bien, parece que habíamos conseguido despertar interés con la película. Yo estaba buscando dónde relajarme, y me senté a mirar el mar. Estando allí se me ocurrió que debía hacer otra película que no se desarrollase en subterráneos como Creep, y que sería fantástico filmar algo en una playa como aquella, o en el mar, a plena luz y con ese cielo. A lo lejos había un barco, y allí mismo se me ocurrió la idea de una chica que mira a un barco y ve que desde su cubierta alguien la mira también, y no sabe quién es ese alguien, si un asesino, otra persona… o por qué no: ella misma.

 

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