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Tras este espectacular título que tanto recuerda a los que solían estilarse en los años 60 y 70, nos acercamos a la que fue una de las sensaciones en el Festival de Sundance 2014, que para más señas se presenta como una película iraní de vampiros. Ante semejante tarjeta de visita sé que cabe que el detector de hipsters de más de un lector se haya puesto a zumbar: indies, multiculturalidad… ¡uf! Pero no teman, ese no es el caso. A Girl Walks Home Alone at Night merece la pena porque aporta mucho más que una mera nota étnica.

Ana Lily Amirpour es en efecto de origen iraní y habla farsi (persa) con su familia, pero nació en Reino Unido, y ha vivido desde niña en Estados Unidos. Su identidad demográfica no es lo único marcado por la mezcla, también lo está su creatividad: ha abordado la pintura, la escultura, ha tocado en una banda punk y, por supuesto hace cine.  El mismo signo de la mezcolanza da personalidad a su película, curioso coctel de chador islámico y monopatín, nueva ola del cine iraní, pop art, spaghetti western, comic, cine de terror, nouvelle vague, Jim Jarmusch y Darren Aronofsky. El resultado funciona a un nivel estético, no tanto en contenidos. Y no es que la historia sea mala, es simplemente que será la parte de la película que tardemos menos en olvidar.

Hay quien ha querido forzar en su comprensión de ella un comentario social, creo que sobre la feminidad  o tal vez sobre el mundo árabe. Pero pretender algo así solo porque la directora sea mujer y de raíces persas me parece algo desmedido. Yo más bien creo que se trata de una fábula sobre la soledad ambientada en un espacio ficticio y onírico, la ciudad de Bad City (el nombre lo dice todo), suburbio en ninguna parte (por cultura, podría ser Teherán; por tipología de barrial, podría ser –y es- California) en el que aparece una vampira que, puestos a alimentarse con todo lo que ello implica, procura cual justiciera devorar sobre todo a gente culpable de causar daño a alguien más.  La vampira (muy interesante la actriz Sheila Vand), que no tiene nombre ni referencias conocidas, está muy sola, y la directora nos lo hace saber por medio de todas esas escenas de ella en su casa, rodeada de posters de Madona (y entre los que, si nos fijamos bien, también han colado una foto de Ana Lily Amirpour a modo de autocameo) o melancólica, como perdida en su condición inmortal (suponemos que lo es). Entonces la vampira conoce a Arash (interpretado por Arash Marandi), otro solitario, un buen chico metido en líos, que cuida de su padre yonqui (Marshall Manesh). Es una hermosa paradoja, y un gran momento de la película, cuando lo conoce, estando él disfrazado de Drácula, un Drácula kitsch y cutre, de fiesta de disfraces. El tercer personajes solo es Atti (Mozhan Marnó), una prostituta a la que está abandonando su juventud. El mundo de estos tres personajes es apático, cuesta arriba, descorazonador. Y al final de la película sigue siéndolo, pero al menos se ha producido algún cambio al entrar en juego la vampira. La historia carece de las cualidades psicológicas y metafóricas de un Cabeza borradora,  y no contribuye a hacerla sobresalir sobre otras tantas historias de soledad (sin vampiros).

Otra cosa es su apartado visual y escénico. La capacidad de trascender de una película puede estar relacionada con su capacidad para generar imágenes difíciles de olvidar, icónicas a poder ser, pero como mínimo imágenes que se queden contigo; y eso es algo que A Girl Walks Home… hace muy bien. Desde imágenes sueltas, como las de la vampira desplazándose por las calles desiertas de Bad City montada en el monopatín con su chador hondeando, la enigmática fosa común de cadáveres en la que trabaja el protagonista, su porte de James Dean venido a menos, los picados bajo las farolas y los primeros planos de Atti la prostituta… y sobre todo cada uno de los ataques de la vampira, más feroces e incluso terroríficos que los de muchas películas de terror… Pero también secuencias enteras, como la del desafío de la vampira a ese niño que todo lo observa (y al que conmina a alejarse de cualquier mal camino, aunque sea a través de la presión del miedo) o, muy especialmente, la de la muerte de Saaed el camello (Dominic Rains), un momento de excelente cine de principio a fin, y en la que la cámara, el espacio, la música y las interpretaciones, funcionan como un engranaje de relojería.

Con la nimia excepción de algún momento suelto un poco más plano, o en el que se hace notar demasiado claramente lo que yo llamo “la estética del cine digital” (inexpresivamente limpio), Amirpour y su director de fotografía Lyle Vincent (al que conocíamos de contribuir a la estética de películas de terror tan interesantes como Devoured) han desarrollado un mundo escénico en blanco y negro muy interesante, fantasmagórico, que sin recurrir para conseguirlo al expresionismo pop mediante máscaras y filtros de un Sin City (2005, de Robert Rodriguez y Frank Miller), evoca ideas gráficas semejantes, seguramente porque ambas toman el lenguaje del cómic para la composición de muchos de sus encuadres.

Del spaghetti western sabe tomar las pausas, los enfrentamientos de miradas y el manejo de ciertos espacios. Y hablando de miradas y pausas, la directora hizo que los actores aprendieran a moverse extremadamente despacio durante los ensayos. Amirpour tiene la teoría de que cuando permaneces quieto en ciertas situaciones, o te mueves muy despacio, todo se transforma. Para mí que su experimento es un éxito, ya que A Girl Walks Home… posee momentos de gran extrañeza (en el buen sentido), o en los que cobran relevancia ojos o boca, mientras los actores no se mueven o se mueven muy despacio. Pero volviendo al spaghetti, sin lugar a dudas la cita más obvia a este subgénero se produce a través de esa secuencia tan evocativa, misteriosa y melancólica creada a partir de hacer sonar de principio a fin el maravilloso tema Black Sunday de Federale, el grupo de rock-folk americano que se inspira en y suena a aquellas películas, con Ennio Morricone como principal influencia.

La música en general juega un papel fundamental en la estética y el valor artístico de A Girl Walks Home…, y se nota que es un tema que a la directora le interesa mucho, que está informada y tiene unos gustos muy definidos y personales. Casi toda la banda sonora está compuesta por artistas iraníes (Farah, Radio Teheran, Kiosk, etc), con una presencia dominante de la música electrónica y alguna muy oportuna nota post-punk (White Lies), aparte de los mencionados Federale, que tienen recogidos varios temas. Cada una de las canciones encaja como un guante con las imágenes, funcionan fusionadas con ellas.

Ana Lily Amirpour es una chica moderna, no cabe duda. Urbanita empedernida, asegura que el guion de esta película lo escribió durante unos días de reclusión en un hotel de Las Vegas. Sí, para ella las luces, el gentío y el ruido son como muros aislantes (en el fondo la comprendo perfectamente) que le funcionan mucho mejor que un retiro en el incómodo y enervante entorno natural campestre. Aunque su reclusión –dice- fue tan total, que en realidad lo mismo habría dado Las Vegas que Hong Kong, siempre que la ciudad fuese grande y bulliciosa.

Otro rasgo de su carácter que me ha simpatizado, es la apertura y claridad con la que habla. Utiliza metáforas sexuales para explicar cómo ve ella el cine: aunque ha asistido a una escuela de cine, en realidad ahora afirma que el cine es como follar, no te lo pueden enseñar. Desarrollando aún más ese concepto: puedes ver follar a otros, disfrutarlo y creer que estás aprendiendo, igual que puedes creer que estás aprendiendo a hacer cine viendo cine; pero a la hora de la verdad, la primera vez a ti te saldrá como te saldrá, porque vas a hacer lo que te salga de dentro. Y en cine, como en sexo, la práctica y la experiencia te hace ganar puntos (se lo dijo a la revista Indie Wire). Entre sus influencias vitales suele poner a la cabeza Regreso al futuro (a mí una chica me llega a decir eso en una primera cita, y me tiene), aunque concretamente al empezar a encarar A Girl Walks Home… más bien tenía en mente Corazón salvaje (Wild at Heart, 1990, de David Lynch), Malas calles (Mean Streets, 1973, de Martin Scorsese) o La ley de la calle (Rumble Fish, 1983, de Francis Ford Coppola), y algo de la estética de todas ellas hay en su película.

En realidad, A Girl Walks Home Alone at Night es la versión extendida de un cortometraje anterior (2011) de Ana Lily Amirpour que tenía el mismo título, y con el que llegó a ganar el  premio al Mejor Corto en el Noor Iranian Film Festival. La película es justo lo que ha podido, sabido y querido hacer, de forma totalmente independiente y sin aceptar presiones. Gran parte del proyecto ha sido financiado mediante el cada vez más habitual método del crowdfunding, a través de la plataforma IndieGoGo. A partir de cierto momento, fue la veterana novelista Margareth Atwood la que le echó un capote con una generosa donación, que además fue escenificada públicamente durante una Comic Con, la misma Comic Con en la que Amirpour apareció ataviada con Chadar y colmillos de vampiro (por desgracia no he encontrado foto de eso).  Otro patrocinador que ha contribuido a la existencia de la película fue el siempre inquieto Elijah Wood, con su productora SpectreVision.  En 2003 la joven autora estuvo por primera vez en el país de sus padres, Irán, y entabló contacto con artistas de allí (a ciertos niveles –a otros indiscutiblemente sí-, Irán no es un país tan oscuro y asfixiante como a veces tratan de vendernos). Aunque allí ella es considerada con absoluta propiedad una americana, y la película está filmada en Estados Unidos (y es, en contra del llamativo claim de ser una supuesta película iraní de vampiros, una película norteamericana), ella quiso que su película se rodase hablada en lengua farsi,  que reflejase aspectos culturales iraníes, y que de hecho la mayor parte del elenco fueran actores de aquel país.

Y para aquellos que quieran profundizar en el mundo de A Girl Walks Home Alone at Night, que tengan en cuenta que existe también una línea de cómics, con guion de la propia Ana Lily Amirpour, y dibujados por Michael DeWeese, y publicados por la editorial independiente RadCo. Hasta el momento han aparecido dos novelas gráficas: Death is the Answer y Who Am I, pero tienen previsto sacar al menos otras dos. Estos tebeos están planteados casi a modo de pre-cuela, y exploran las preguntas acerca de la identidad y origen de la chica, nuestra vampira. Radco también distribuye una edición especial en blu-ray que incluye en un pack de lujo la primera de las novelas gráficas.

Si quieren ver una película un poco más arty de lo habitual, pero que tampoco tenga pinta de tener que verse en un museo, prueben con ésta.

¿Saben? La primera vez que vi esta película (ya la he visto dos) pensé, prejuicioso que es uno, que su directora era una más de los muchos rostros pálidos que se internan en el territorio de lo fantástico en un solo título (como el mencionado Jarmusch lo ha hecho, curiosamente también con vampiros en Only Lovers Left Alive), pero no me pareció la clase de persona interesada en labrarse una filmografía fantástica. Ahora ya no sé qué pensar. Me entero que maneja un proyecto para filmar un segundo largometraje, The Bad Batch, que describe como una historia de amor distópica en el seno de una comunidad de caníbales que sobrevive en un Texas post-apocalíptico... Tal vez lo pasó tan bien entre nosotros en Sitges, que está deseando volver a vernos.

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One thought on “Una chica vuelve a casa sola de noche (A Girl Walks Home Alone at Night), de Ana Lily Amirpour

  1. Desde que empecé a leer sobre este film siempre me va recordando a La Adicción de Ferrara, también de vampiros, también en blanco y negro, también con chica protagonista (mi admirada Lili Taylor)…aunque pecaba de algo pretenciosa (como suele pasar con Ferrara) un mini-clásico de los 90’s.

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