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Es curioso el fenómeno que se da con relativa frecuencia de las “películas pareadas”. Me refiero a relaciones de coincidencia argumental en un mismo año tan descaradas como las de Asalto al poder (White House Down, 2013) y Objetivo: La Casa Blanca (Olympus Has Fallen, 2013), HormigaZ (AntZ, 1998) y Bichos (A Bugs Life, 1998), Deep Impact (1998) y Armageddon (1998), ED TV (1998) y El Show de Truman (1998), Dante’s Peak (1997) y Volcano (1997), Blancanieves (Mirror  Mirror, 2012) y Blancanieves y la leyenda del cazador (Snow White and the Huntsman, 2012) y muchas más. Las coincidencias existen, está claro, pero la mayoría de las veces esto se produce por razones más ladinas, como pueden ser un guion que no se ha querido comprar pero ha terminado siendo copiado, o simplemente una estrategia de marketing buscando la tracción de un tema de moda. Al fin y al cabo, desde que un guion comienza a moverse por los despachos, hasta que una o varias productoras se hacen cargo de filmarlo, las ideas fundamentales de una película no son algo que se puedan mantener en secreto, especialmente si buscas financiación y necesitas engatusar a inversores, a los que, como mínimo, tendrás que contarles por qué piensas que lo que vas a hacer va a recuperarles la inversión. En definitiva: en Hollywood al final todo se sabe, cuando un guion anda dando vueltas o una compañía anda buscando socios. Y bueno, si tú crees que la idea puede funcionar, y no tienes muchos escrúpulos, puedes tratar de replicar ese concepto por ti mismo (“¡con casinos, y furcias!”). Ignoro de si ese ha sido el caso de Inmacutate y The Fisrt Omen, el duelo de monjas y advenimientos diabólicos que se nos han planteado en apenas seis meses. En España llegó antes La primera profecía, aunque en Estados Unidos fue al revés: se estrenó antes Inmaculate. Claro que eso no quiere decir nada, también se estrenó antes Supersonic Man que Superman. Porque no solo puedes copiar, también puedes copiar e intentar ser más rápido. En realidad, poco importa: en estos casos los aficionados terminamos llevándonos ambas a nuestras colecciones, y cada uno tiene su favorita aunque las dos tengan valor.

Sin embargo, tengo razones para sospechar que en este par, Inmaculate es la original, y La primera profecía es la réplica. Quizás porque todos coinciden en que Andrew Lobel, el guionista, llevaba moviendo el proyecto casi dieciocho años. Que Sydney Sweeney lo conoció ya en 2014, cuando hizo una audición para él, aunque finalmente la película se canceló. Que Sweeney no arrojó la toalla, puso el proyecto en seguimiento, y que solo después de que la actriz comenzase a convertirse en uno de los nombres de moda gracias a su papel en la serie Euphoria, y gracias a su empeño personal en impulsar Inmaculate es que ha terminado haciéndose. Por el contrario, La primera profecía es el nuevo título de una vieja franquicia, que tocaba volver a The Omen sí o sí, fuera en forma de reboot, remake o similar; y que alguien en la Fox posiblemente había leído el guion de Inmaculate, y creyó que no se iba a rodar ya. De no haber sido por Sidney Sweeney, ese ejecutivo habría tenido razón. Pero aquí estamos, con dos pelis de monjas, ambas americanas, ambas en un convento de clausura en Italia, ambas siendo manipuladas para quedar embarazadas por la gracia divina, en las garras de una secta en el interior del seno mismo de la Iglesia, una conspiración, la una para alumbrar al mismísimo Anticristo (este cambio venía servido en sí mismo por la propia naturaleza de la saga de La profecía) y la otra de la mismísima segunda venida de Cristo, clonado mediante métodos fanta-científicos tan inverosímiles como maravillosos (algunos dirán que lo que funcionó con el mosquito de Parque Jurásico, bien puede funcionar con Jesucristo, ¿no?).

No les voy a volver a dar detalles, porque esencialmente son los mismo que en la otra película que ya les comenté. Solo les hablaré de lo que cambia: Inmaculate es más bizarra (todavía), más “italianada”, más frontal, un poco más macarra, y tiene a Sydney Sweeney que, francamente, me ha deslumbrado, porque no solo es una actriz joven y bellísima, cosa que ya sabía con solo darme una vuelta por Internet, o con ver las fotos que se comparten de ella por redes sociales, sino que ha hecho una interpretación magnífica, entregadísima, con mucha convicción y energía. Y no es que a La primera profecía le ponga pegas por el lado interpretativo tampoco, que la Sweeney aquí marca ella solita una goleada.

Inmaculate es, para entendernos, The First Omen con técnicas de terror de los 70 y 80, pasado por un filtro de Mario Bava y Argento, huyendo del “terror elevado” y abrazando abiertamente el género tradicional puro.

A mí de las dos, y pareciéndome ambas buenas, ésta es la que más me gusta. Depende si les gusta más que un film de terror mantenga todo lo posible los pies en el suelo, o si no les imparta que las cosas se pongan un poco locas de repente. A mí me va la locura, e Inmaculate me ha funcionado a todos los niveles. Y ojalá Sidney Sweeney, aunque seguro que no es lo mejor para su carrera, decida seguir con nosotros, haciendo más películas como ésta.

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