Read Time:5 Minute, 33 Second

Luz es el nombre de un personaje ausente en la primera película del colombiano Juan Diego Escobar Alzate, es la madre muerta cuya pérdida en cierto modo parece presagiar todo lo que ocurrirá después. También es una metáfora arquetípica universal que relacionada con lo religioso representa el toque trascendental de lo divino sobre lo humano. No en vano, ya en la primera jornada de la creación en el Génesis (en los dos relatos canónicos), Dios dijo “hágase la luz”. Y de religión va sobre todo la película, con esa comunidad completamente cerrada en sí misma y en sus creencias, una teocracia en la que la autoridad es de El Señor (el profeta del pueblo), los roles se determinan a base de dogmas (las hijas de El Señor son ángeles, y ese punto no es discutible) y el destino de la comunidad persigue una aspiración profética: la llegada del mesías, un fin que justifica incluso el secuestro y asesinato de niños. El ambiente en la comunidad del film es opresivo, de una irracionalidad brutal y tremendamente deprimente. No parecen aquejarles dificultades de ningún tipo, no es que hayan vuelto sus ojos a su férrea fe como refugio a ninguna clase de desgracia. Viven en un lugar aparentemente idílico, la tierra y el trabajo no se sugieren adversos, no sufren inclemencias climatológicas o geográficas, ni opresión de fuerza exterior detectable… Es una gente a la que no les pasa (al menos en lo que se explica en la película) aparentemente nada, más que ellos creen que las cosas son así, las carencias que sienten se las forman ellos y sus esperanzas emanan solo de sus convicciones. Este aspecto es el que se le hace más crudo a un espectador ateo como yo: no es que me resulte exactamente desagradable, pero sí que percibo el fanatismo de todos los personajes como una pieza clave de lo que para mí es una terrible historia de terror y asfixia.

Lo más interesante de Luz es lo que no cuenta. ¿Cómo ha llegado esta gente a esa situación? Su director no sitúa la acción en ningún lugar ni en ningún tiempo, pero por algunos detalles de atrezo, sobre todo por las casetes, la grabadora, incluso por algún jersey de punto que viste algún personaje, parece claro que la acción no tendría lugar antes de las décadas de los 70 u 80 del siglo XX. Tal vez incluso se desarrolle en nuestro presente. La ausencia de elementos como automóviles o incluso de luz eléctrica, sin embargo, también llama la atención. La comunidad del film no tiene contacto con ninguna otra, y aparte de El Señor tampoco existe notición de ninguna otra forma de autoridad, ni siquiera un policía o guardia. ¿Son alguna clase de comunidad aislada por voluntad propia, como amish o como la aldea de El bosque de Night Shyamalan? ¿O es que ha ocurrido algo terrible, y estamos ante un film postapocalíptico, en un reseteo tras la muerte de nuestro mundo materialista? Peor aún: ¿y si ni siquiera vivieran en el planeta Tierra, y si en realidad fueran habitantes de una región… del mismísimo Edén, y tuvieran razón, viviendo bajo los ojos de Dios?

El Dios del que se habla todo el rato en Luz es el dios de Spinoza, el dios que es todo y a la vez no le finalidad a nada; para Baruch Spinoza, Dios estaba en todo desde las cosas grandes hasta las más insignificantes, y fuera de él no era posible nada. Por lo tanto, en el propio Dios estaba contenido también el Demonio (o más bien: el Demonio también es Dios). Pero a Juan Diego Escobar Alzate no parece interesarle la filosofía de Spinoza en el mismo plano que decía admirar el mismísimo Einstein, que identificaba a Dios con la Naturaleza y sus Reglas, sino que toma su deriva más puramente panteísta. Bien y Mal, ambos son Dios, y los personajes están a su merced. La ambivalencia de aquello a lo que debes adorar y temer llega a traducirse incluso en la fascinante relación captor/prisionero que El Señor lleva con el niño secuestrado: capaz de pasar de torturarle a rogarle acto seguido que tenga piedad de ellos.

El sistema de creencias de la comunidad que protagoniza la película es oscuro y complejo, y recuerda, cómo no, a La bruja (The Witch, 2015), film con el que guarda muchísimas similitudes. Coincide no solo en su temática, sino incluso en su apuesta por una cuidadísima puesta en escena artística, de extraordinario valor fotográfico y pictórico. Lo sorprendente, es que Luz opta por el color y la luz (valga la redundancia), tonos saturados, magentas, violetas y verdes profundos, acompañados de un grano fílmico deteriorado como salidos de una película de technicolor, le dan un tono de cine de fantasía y melodrama que rememoran El mago de Oz o Sonrisas y lágrimas, con planos amplios que resaltan la Naturaleza, especialmente en la primera mitad de la película, en la que las tres hermanas adolescentes protagonistas parecen despertar del letargo religioso y comenzar a emanciparse cada una de una manera: a través de la música, a través de la carnalidad, a través de las preguntas… A medida que la película avanza la oscuridad va siendo mayor y comienza un juego con los claroscuros en los rostros de los personajes, hasta acabar en una catarsis no exenta de imágenes macabras para el recuerdo.

La película no se priva ni de su propio Black Phillip, aunque aquí más bien es un White Philip, que viene a sembrar todavía más la turbadora ambigüedad: puede ser un símbolo del pecado, o una prueba de la realidad en la que estarían entonces basadas estas creencias. Luz a muchos niveles parece un western, maquillado de realismo mágico, y momentos que evocan el folk horror o incluso el horror cósmico.

Apuesto en cualquier caso a que es una película que va a desesperar a muchos espectadores, porque es lenta, rabiosamente personal, la trama se desarrolla sobre acciones cotidianas poco espectaculares… Pero si entran en su propuesta, tendrán que admitir que se van a enfrentar a sensaciones que pocas veces provoca una película… Tuvo su premiere mundial durante la edición de 2019 del Festival de Sitges, y posteriormente también se vio en Madrid en el Festival Nocturna. En Hispanoamérica ha sido vista en el Buenos Aires Rojo Sangre, en el Fantaspoa, el Mórbido Fest o el Festival de Montevideo. No sé como le estará yendo en su pais, Colombia, pero sí he leído de posible distribución de la misma en Estados Unidos o Canadá. Está claro que vamos a oir hablar de Juan Diego Escobar, seguro. Y lo haremos con gusto.

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

Deja un comentario