Ha muerto Germán Robles, “El vampiro”

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El reciente 21 de noviembre nos ha dejado Germán Robles, a los 86 años de edad. El actor, nacido en Gijón pero que vivió prácticamente toda su vida en México, en donde desarrolló su carrera interpretativa, era para muchos de nosotros otro de los últimos mitos vivientes del cine de terror que quedaban. Inmortalizado, dicho sea sin sarcasmo alguno, por sus películas de vampiros, entre la que destacan el clásico del terror mexicano “El vampiro” (1957) a las órdenes de Fernando Méndez, y su secuela “El ataúd del vampiro” (1958), inferior pero también muy defendible. En ambas encarnó a Karol de Lavud, una aportación seria, serena y muy interesante al mito vampírico. Volvió a “calzarse” los colmillos en el serial del vampiro “Nostradamus“, que sería convertido en cuatro largometrajes: “La maldición de Nostradamus” (1960), “La sangre de Nostradamus” (1961), “Nostradamus y el destructor de monstruos” (1962) y “Nostradamus, el genio de las tinieblas” (1962), constituyendo otro de sus personajes célebres e inolvidables. Y todavía fue vampiro otra vez más en “El castillo de los monstruos” (1958), simpática pero de una importancia algo menor. Más allá de los vampiros, Robles también participó en varias de las más destacadas películas de terror realizadas en la época dorada del fantastique mexicano, como “El barón del terror” (1962), “La cabeza viviente” (1962) o “Herencia maldita” (1963). E incluso acabado el filón gótico, y en la línea más pop que un lector que conozca las películas de luchadores de wrestling como Santo el Enmascarado de Plata pueda tener en mente, también participó en “Los asesinos del karate” (1965) o “Los vampiros de Coyoacán” (1974). Así, hasta más de 50 películas, no todas fantásticas, por supuesto. Oculta tras tan destacada aportación a nuestro género favorito, queda tal vez su faceta más importante como uno de los actores de teatro más destacados de México, galardonado en diversas ocasiones. Ahora, y aunque que la muerte te llame a estas edades parece objetivamente razonable, los aficionados al terror gótico y más concretamente a las películas de vampiros, volvemos a sentirnos más solos. Solos y tristes. Gracias por su trabajo, y descanse en paz y con el honor que se merece.