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Hay quien me ha dicho que soy demasiado bueno o demasiado poco exigente, porque a casi todas las películas las pongo más o menos bien, o por lo menos resalto sus valores. Bueno, en realidad tiene truco, solo hago un puñado de reseñas de entre todas las películas que veo, y desde luego no me apetece dedicarle ese esfuerzo y ese cariño a las que no se lo merecen. Como conclusión, históricamente cuando no me ha gustado una película ha sido fácil para mí simplemente no hablar de ella, y hacerlo de otra que me hubiese gustado más. Es la única ventaja que tiene ser un escritor “de culto” (bonita manera de decir “un escritor muy vago”) y prodigarse lo justo o menos. Pero hoy les voy a hablar de una película que no me ha dejado nada satisfecho, y que así y todo tiene relativo interés por ser la segunda película de Richard Bates, el tipo que un par de temporadas antes nos regaló Excision (2012), que es una de las mejores películas de terror adolescente de la década. Me encantó, disfruté como un gorrino, y tenía la esperanza de haber descubierto a otro director al que suscribirme. Pero de momento no va a ser así.

Excision era una nueva versión sobre el clásico de la adolescente extraña, siniestra y a la vez entrañable. Era May (2002, tarjeta de presentación de Lucky McKee) más que Carrie, si entienden el tipo de friki a la que me refiero: una de gustos que a la mayoría de los demás les parecen tétricos (y que en verdad lo son), y que en casa encaja con sus padres tan poco como fuera. En Suburban Gothic Bates vuelve a reincidir sobre el tema del conflicto generacional, la incomprensión entre padres e hijos, y la figura del joven diferente, del que se burlan y al que su inflexible padre considera un fracaso. En este caso tenemos una contrapartida masculina, el joven médium Raymond, interpretado por Matthew Gray Gubler (el joven empollón Spencer de Mentes criminales) es como Norman el protagonista de El alucinante mundo de Norman (ParaNorman, 2012) se hubiese hecho mayor, e incapaz de encontrar un empleo tras salir de la Universidad, tiene que volver a su pequeño pueblo natal, y a su familia, la misma que nunca le aceptó tal y como es.

Sé que hasta aquí aún no he dicho nada malo de Suburban Gothic, pero los paralelismos entre mi apreciada Excision y ella se han terminado ya. Suburban… es una comedia de terror muy blanca y ligera, carente de los elementos punk de humor negro, provocación, gorey oscuridad que sí tenía Excision. Y a cambio, motivo por el que hace aguas, es un film repleto de momentos muy tontos que no deberían haber pasado de una versión borrador del guion.  Para que se hagan una idea, aquí el referente de tono de gags serían Scooby Doo y Shaggy. Otro referente muy claro, que no en vano tiene un cameo en la película, es John Waters, pero no el Waters destroyer de los 70 y 80, sino el delas comedias irreverentes pero suaves de los 90, época de Los asesinatos de mamá (Serial Mon, 1994); peor aún, buscando ese tono, pero todavía menos mordaz que Pecker (1998) o Cecil B. Demente (2000).

Tampoco favorece precisamente al disfrute de la película su protagonista, Matthew Gray Gubler es un actor bastante limitado y sin carisma, que da el pego arropado por un grupo como en Mentes criminales (Criminal Minds), la serie que le ha convertido en una cara conocida, pero que no aguanta el peso de una película que gira enteramente en torno a su personaje. Ya en la citada serie se mostraba incapaz de insuflar interés a ciertos arcos argumentales que sus guionistas tuvieron a bien regalarse a su personaje, pero en Suburban Gothic ya es el colmo de la sosería. Al parecer Gray Gubler y Richard Bates son amigos íntimos desde hace muchos años, de hecho el actor ya aparecía en un papel secundario en Excision. Esta nueva película es un regalo del director a su colega, escrita no solo pensando en él, sino dejándole participar en la definición de la historia y el tono a emplear.

Como tercero del triángulo podríamos unir a Mark Bruner, co-guionista junto a Bates y amigo íntimo tanto del director como del actor. Y para más inri faltaba la chica: Kat Dennings, que estuvo saliendo hace unos años con Gray Bubler, y con el que sigue guardando una buena relación. Es fácil imaginárselos urdiendo esta película entre pizzas y cervezas, y no es algo que me moleste en absoluto. Pero ya podrían haber tenido la deferencia de invitarnos a los demás, trasmitiéndonos algo de la fiesta que se supone que debe haber cuando se trabaja con tus amigos de toda la vida.

Pero no todo está mal en Suburban Gothic. Puedo mencionar a Ray Wise, que hace de padre intolerante y paranoico del protagonista, y que cada vez que aparece en pantalla hace subir la película con la fuerza de su presencia. Y en general los diálogos son cínicos, exultantes de sarcasmo y dan bastante ritmo y entretenimiento a la película: los diálogos de Wise como digo son divertidos todos, y el resto, con sus altibajos, a bastante buen nivel. Hay algún personaje delirante que episódicamente también engancha, como el primo Freddy (Jack Plotnick), o el doctor, interpretado por el siempre querido y enloquecido Jeffrey Combs (sabemos que sobreactúa, pero es uno de esos actores que consiguen que no nos importe). Todo ello, unido a algunas soluciones visuales bastante interesantes, hacen que la experiencia de ver Suburban Gothic tampoco sea una total pérdida de tiempo ni mucho menos un martirio.

Pero creo que estábamos en un punto en el que podíamos esperar otra cosa, con algo más de punch. ¿Lo he vuelto a hacer? ¿He vuelto a describir una película que objetivamente también tiene sus puntos de valor? Es una comedia muy peculiar, y supongo que hay que verla gestionando muy bien las expectativas. Encárenla bajo su responsabilidad, siento no poder ser más tajante.

 

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