Te aproximas al lugar del espectáculo y unas carpas negras te reciben lúgubres y fascinantes como un anochecer en los Cárpatos. Con tu entrada en la mano tratas de llegar a su asiento, y una santa compaña de extraños y feroces seres infernales te van saliendo al encuentro. Recibes algunos sobresaltos que no por previsibles resultan menos efectivos, y aunque a veces deseas pararte a admirar los maravillosos trabajos de maquillaje, en el fondo hay algo que te pone nervioso al mirar a la cara a un demonio o al cruzarte con el mismísimo Leatherface, al que tienes que dejar pasar para no ser arrollado por su motosierra. Un acomodador-monje, como salido de un concierto de Sunn O))), te deja en casi completa oscuridad en tu sitio, y a tu alrededor comienza a oír los mismísimos golpes y arrastrones del Infierno. Algo o alguien ha saltado a tu lado, y por delante de ti (¡aparta los pies!) pasa alguien que podría haber sido humano… en otro momento, hace mucho. Te diviertes, y te reconfortas, de ver que el resto de espectadores están tan indefensos y desconcertados como tú. Has pagado por eso, y sabes que no es real; pero no te ha gustado como te ha mirado esa monja a la que le faltaba media cara. Déjate llevar, vuelve a ser un niño al que le da miedo mirar debajo de la cama. Y comienza el show. Oscuros acólitos arrastran un ataúd hasta la pista, y la tapa se abre para dejar visible a su pálido pasajero: Nosferatu, Maestro de Ceremonias, que como el tío Creepy de los cómics presenta el espectáculo y nos invita a permanecer atento a las sorpresas que nos esperan…
En la corriente moderna de lo que se ha dado en llamar nuevo circo, la compañía El circo de los Horrores combina de manera chispeante el circo, el cabaret, el teatro y elementos de pasaje del terror. Acróbatas, contorsionistas, malabaristas o trapecistas te asombran con la fuerza y la destreza de sus cuerpos, colgándose de los cabellos del trapecio, retorciéndose en imposibles danzas, representando sin efectos especiales dantescas transformaciones corporales o exhibiendo fuerzas dignas del mismísimo Maciste. Hay un payaso, de nombre Grimo, que podría ser el hermano deslenguado del Pennywise de It. Hay una siniestra mujer-niña (en realidad una enana, sin connotación peyorativa alguna), y una vampira vodevilesca que “lanza” cuchillos y provoca a los caballeros de la audiencia. También hay un par de números de puro clown, del clásico, uno brillante muy mímico, a lo Yllana, y otro muy participativo y convencional, pero hilarante. Y todo ello regado por humor constante, por provocación, lenguaje malsonante y alusiones sexuales (las palabrotas y las bromas para adultos son los dos elementos que harían de éste un espectáculo poco recomendable para niños) y parafernalia gótica o terrorífica, mientras la banda sonora que lo acompaña hace restallar temas de Poltergeist o La profecía ambas de Jerry Goldmsith o, muy destacadamente, la melancólica música circense de Jim Morris para El hombre elefante (banda sonora a reivindicar). Precisamente también es Jim Morris el tema estrella que vida al número final: el baile de los vampiros, a ritmo de waltz de The Nightmare, maravillosa melodía ideal para el acto de despedida de la mascarada.
El director y fundador de la compañía es Suso Silva (Jesús Silva González, 1962), orensano de trayectoria ejemplar: estudió en el Circo de los Muchachos, en el Instituto de Teatro de Barcelona, en París con Gaulier, y hasta con el patinador y skater Jim Greco. Experto en mimo y pantomima, trabajó con la Fura dels baus, Els Comediants y El Joglars, ha formado parte del Circo Mundial y del Circo del Arte. En 2003 fue Premio Nacional de Circo. Junto a sus hermanos creó la compañía Ox Paxaros en donde exploró la fusión entre teatro y circo. El circo de los horrores es la consecuencia natural de todo ello.
El primer montaje de El circo de los horrores, de nombre Psicosis, se remonta a 2009. Por entonces Silva en persona interpretaba al Nosferatu y BeatleSuso, versión (todavía más) grosera de Bitelchús; su mujer, Raquel Maldonado, interpretaba a la vampira, y hasta su hija Sara interpretaba a la niña diabólica, la que juega con el público y una cabeza cortada (ligero spoiler). Con el paso de los años, las representaciones, las apariciones en los medios y sobre todo el boca a boca, al circo le ha ido bien.
Hace dos o tres años el circo presentaba la gira de Manicomio, espectáculo en el que poco a poco se iban produciendo cambios en el elenco: Laura Elizabteh Ward reemplazó a Raquel como vampira, y la mujer enana (segunda vez que me disculpo en relación a ella, pero es que no encuentro en ninguna parte el crédito de su nombre) reemplazó a la niña Sara, y se incorporaron nuevos artistas. Entre el equipo de artistas del circo se puede encontrar un poco de todo, y todo muy bueno, desde cómicos y payasos de formación clásica como Javier Alvaret Travet (el payaso Grimo), gimnastas olímpicos como los bielorrusos (Viktor, Vova, Dmitry, Sasha, Yuri…), consagradas contorsionistas de Mongolia (Munkhtuya Mongoljav y Otgonbayar Sugardorj, “las endemoniadas”), acróbatas de Rumanía (Catalín Badea, “la momia”), boleadores argentinos, y un infinito etcétera. De Nosferatu (y de Suso Clown) han hecho también a lo largo del tiempo Enric Gomayo, y en uno de los recientes espectáculos lo hace Carlos Pérez.
El camino nunca es llano, y a lo largo de los años al Circo de los Horrores también le han ocurrido desgracias, como éste accidente de una de las acróbatas durante unos entrenamientos (los artistas ejecutan tan bien sus números que es fácil olvidarse de que lo que hacen desafía a la mismísima Muerte) o el terrible accidente de coche que le costó la vida a un hijo de una de las artistas durante la gira por Italia. Pero en líneas generales, y sin miedo a la vida, que también está cargada de esas y otras tristezas, al Circo le ha ido bien. Este 2015 han desdoblado sus actividades en dos compañías, capaces de hacer dos giras simultáneamente: Orígenes, espectáculo que básicamente recoge la programación de Manicomio cambiando su temática, de locos y monjas a monstruos clásicos y demonios; y Cabaret maldito, el nuevo espectáculo que todavía no hemos visto y que esperamos ver muy pronto.
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