Los 4 Fantásticos: primeros pasos (The Fantastic Four: First Steps, 2025, de Matt Shakman)

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Tras la simpática Thunderbolts, Marvel Studios sigue intentando convencer al público de que no la decadencia que se venía viendo durante toda la fase 4 y sobre todo la fase 5, es un proceso reversible, y que pueden remontar. Los 4 fantásticos: primeros pasos añade a su panteón de personajes a la “primera familia”, que es a la vez un símbolo para el Universo Mavel por haber sido la primera creación de Stan Lee y Jack Kirby con la que lo comenzaron a construir en 1961. Tras tres películas anteriores (cuatro, si contamos la que produjo Roger Corman y no llegó siguiera a estrenarse), los derechos de los personajes han vuelto a la casa matriz tras la adquisición de la Fox por parte de Disney (lo que, obviamente, facilita cualquier traspaso de Fox a cualquier otra filial del gigante mediático). Además, los planes de la gente de Kevin Feige cuentan con que Los 4 fantásticos (a los que a veces me referiré como “los 4F”) tendrán un lugar destacado en el próximo macroevento Avengers: Doomday que se prepara (ya está en rodaje) para su estreno en las navidades de 2026. En definitiva, hay mucho interés, y es muy importante esta incorporación. Respecto a la película en sí… bueno, algunos dirán que no es de las mejores de Marvel y sin duda tendrán razón, pero seguimos en buena dirección, quizás no tan divertida como la citada Thunderbolts, pero correcta. Se percibe una distancia consciente respecto a los fracasos previos, se recupera la fórmula de Spiderman Homecoming, no contar el origen de un personaje archiconocido más allá de un mero flashback. Y comenzar la acción in media res, cuando los 4F llevan ya 4 años siendo ellos mismos, y todo el mundo les conoce. Se apuesta también por la fórmula del Capitán América, que fue presentado en una película aislada, de época, en la que no salía ningún otro personaje Marvel. En el caso de los 4F, ni siquiera estamos en el mismo universo, estamos en la Tierra-828, y eso explica cualquier anacronismo tecnológico, lo cual es muy interesante, y también la ausencia de menciones a la existencia de ningún otro superhéroe. Se apuesta, por lo tanto, por una aventura independiente, con personalidad visual y narrativa propia.

Uno de los puntos más destacados del film es su vibrante estética retrofuturista. Al situar la acción en la Tierra-828 de los años 60, la película apuesta por un universo alternativo colorido y luminoso, buscando homenajear el espíritu pop de los cómics originales de Stan Lee y Jack Kirby. Este look, que recuerda a la ciencia ficción optimista y pulp, revitaliza la propuesta y proporciona momentos visuales memorables, como la espectacular llegada de Galactus o las secuencias en el espacio.

La trama evita el clásico enfrentamiento buenos contra malos y se centra en un dilema familiar profundo: Reed y Sue, embarazados, deben salvar a su hijo y al mismo tiempo evitar que Galactus destruya la Tierra, lo que genera tanto tensión ética como emocional. Aunque el guion introduce temas de maternidad, sacrificio y liderazgo, la profundidad de los personajes a veces se ve limitada por su encasillamiento en roles arquetípicos, especialmente cuando la historia avanza hacia territorios más convencionales del género.

Las interpretaciones de Pedro Pascal (Reed), Vanessa Kirby (Sue), Joseph Quinn (Johnny) y Ebon Moss-Bachrach (Ben) resultan convincentes y el guion les otorga el suficiente margen para crecer como equipo y como figuras individuales. Aunque el mayor protagonismo del drama familiar se lo llevan Reed, Sue y su hijo Franklin, queda claro que se ha hecho un esfuerzo por darle tiempo a los otros dos miembros del equipo, y en especial se agradece que esta vez no hayan hecho quedar a Johnny como un simple niñato y a Ben como un mero forzudo. Ambos tienen momentos en los que pueden demostrar cualidades intelectuales y humanas, y eso es toda una novedad respecto a anteriores intentonas que no supueron entender a estos personajes.

En lo relativo al espectáculo visual, la película cumple con creces en las escenas de acción y despliegue de poderes, con efectos notoriamente superiores a entregas anteriores y momentos icónicos como la aparición del Silver Surfer o la batalla con Galactus. Sin embargo, otros instantes no logran evitar cierta artificialidad, y el guion sacrifica la exploración heroica en favor del conflicto familiar, lo que puede diluir el impacto para los fans de la aventura más clásica.

El mayor riesgo creativo —apostar por un tono menos irónico, más maduro y romántico— juega a favor de la obra en un panorama saturado de sarcasmo en el cine de superhéroes. El humor está presente, pero no eclipsa la trama, y el conjunto queda marcado por un equilibrio entre la emoción genuina y la épica fantástica, algo poco común en las recientes producciones de Marvel Studios.

En definitiva, “Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos” logra devolver la relevancia a unos personajes olvidados en el cine, acierta en muchos apartados visuales y de guion, e incluso se atreve a proponer una aventura distinta en el género. Aun así, sus facilismos argumentales y su falta de riesgo total la sitúan un peldaño por debajo de los grandes hitos del cine de superhéroes, aunque puede señalar el camino para una Marvel más atrevida y auto-consciente. Un reinicio sólido, atractivo y por momentos fascinante, aunque imperfecto.