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Con 81 años vuelve Dario Argento, tras los diez años trascurridos desde su anterior film, la olvidable Drácula 3D. Siento ser brusco, y espero no herir sensibilidades (no lo creo, de todas formas), pero de Argento hoy por hoy ya no se espera nada especial en concreto, habida cuenta del nivel medio mantenido en su filmografía de los últimos… ¿treinta años? Es un autor al que amo, sin embargo, y por encima de cualquier otra consideración, debido a lo que hizo en los 20 anteriores, desde que entró como renovador y potenciador definitivo del giallo que había inventado Mario Bava, y sobre todo desde que realizó muchas de mis películas favoritas de todos los tiempos, como son Suspiria (1977), Rojo oscuro (1975), Inferno (1980), Phenomena (1985) o Tenebre (1982). Por mí, ya solo por su periodo entre 1970 y 1990, ya puede luego haberse echado a dormir, haber perdido el toque, o haber decidido no volver a meterse en cosas tan visualmente complejas, que ya está en el Olimpo, y siempre le daré el reconocimiento y la gloria que merece. Además, no seamos tan ingratos y gañanes: de a partir de 1990 me encanta El síndrome de Stendhal (1996), disfruto hasta casi el final Insomnio (2001) y La madre del mal (2007) no estaría mal si no la comparásemos de manera natural con las dos anteriores entregas de su trilogía. En resumen: para mí olé Argento, haga ya lo que haga. Y si encima consideramos que en el momento presente es una persona mayor, uno de los pocos clásicos vivientes que le quedan al género, mi entrega es incluso mayor.

Así que, hecho este arrebato de sinceridad, si quieren pueden ahorrarse el resto de mi comentario, porque se intuye por dónde van a ir los tiros. No creo que nadie espere que Occhiali Neri a.k.a. Dark Glasses sea una película excelente, aunque somos muchos los que hemos corrido, por todos los medios disponibles (legales o a-legales) a verla por el sencillo hecho de que es del Maestro. ¿Y bien? Pues si a pesar de todo han llegado hasta aquí, es el momento de decirles que la película vuelve a no ser buena, pero tiene una primera mitad que sí lo es. El arranque con el eclipse, los primeros asesinatos, y sobre todo la escena del accidente de coche, pasarían el corte del Argento bueno de todos los tiempos. También el tema es interesante: tanto el asesino de prostitutas como la cuestión tan querida en el cine italiano de los ojos, lo que se ve y lo que no se puede ver, es sumamente sugerente. Son 30-40 minutos iniciales que les recomiendo encarecidamente, y en los que el autor parece recuperar la buena forma, a pesar de su provecta edad.

Sin embargo, la entrada en la acción de la trama del niño huérfano (no diré más para no incurrir en spoilers) es como el pistoletazo de comienzo de la caída en picado, y ya ni los crímenes ni las persecuciones, ni el ambiente en la guarida del asesino, que tendría que ser malsano, proyectan la suficiente oscuridad y sugerencia. El suspense desaparece por completo, y se añaden subtramas (los policías) que no añaden nada y disipan fuerza al film. Lo peor cuando se da esta situación, cuando tienes una primera mitad buena y una segunda absolutamente olvidable, es que el sabor de boca que queda es malo. De haber sido al revés, si media película hubiera sido soporífera y de repente al final pega un sorpresón, siempre hay más maneras de tomársela bien.

Quizás otros de los problemas principales de la película, aparte de los errores de guion, es la actuación de Ilenia Postorelli, que sí, que es una mujer preciosa con un cuerpazo escultural, y dan ganas de hacerla protagonista de lo que sea y procurar que haya escenas de topless (por lo menos). Pero es una actriz bastante mala, a la que ya vimos en Le llaman Jeeg Robot, film que me gusta mucho, incluso a pesar de su actuación, que también fue bastante mala. Quizás su personaje estaba pensado para Asia Argento, ya hemos tenido numerosas pruebas de que su padre tiene cierta tendencia a sacar desnuda a su hija en sus películas, y en líneas generales de que Asia tiene una filmografía rica en papeles de prostituta, yonqui o como mínimo de chica problemática. Pero como la actriz dijo en su reciente paso por Sitges, ella a estas alturas de su vida (46 años y dos hijas), ya no le apetece hacer esa clase de papel. Así que en Black Glasses se ha quedado con el papel de asistente social, y ha dejado los desnudos y todo lo demás a la Pastorelli, diez años más joven y que todavía necesita demostrar cosas con papeles protagonitas.

En resumen: Argento ha vuelto (recuerden: 81 años, ahí es nada), y no es el peor Argento, incluso tiene cosas muy buenas concentradas en la primera mitad. Eso que nos llevamos, ¿no creen? Para todo lo demás, siempre tendremos los clásicos de los 70 y 80.

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