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De los dos hermanos Scott, Tony es el que no dirigió ni Alien ni Blade Runner, y eso le convierte en “el otro”, siempre a la sobra Ridley. Cabría preguntarse si esa ordenación es justa, dado que la carrera de Ridley Scott tampoco ha cubierto las expectativas que tal vez se pudieran haber tenido de él en los 80, pero este comentario no quiere ir en contra del director de Prometheus, sino a favor de Tony Scott, que como el lector sabrá, el pasado 19 de agosto nos oscureció a muchos el veraneo playero con su muerte. Más aún por las circunstancias nada claras de la misma, ya que al parece Tony Scott se suicidó tirándose desde un puente. La prensa dijo en los días siguientes que el motivo pudiera hallarse en un tumor cerebral inoperable, que habría llevado al cineasta a preferir una muerte rápida y contundente a la agonía de una enfermedad que le haría perder el juicio por el camino. Pero tanto su viuda, Donna W. Scott, como su hermano Ridley Scott salieron al poco a desmentirlo, y a declarar que Tony no tenía ningún problema de salud. Tal vez algún día llegue a divulgarse la nota de suicidio que dejó, pero de momento todo esto va a tener que permanecer en el más absoluto de los misterios.

Tony Scott tenía 68 cuando se mató. Nació en Inglaterra, y era el pequeño de los tres hermanos. Ridley Scott le sacaba siete años. A pesar de esa diferencia de edad, ambos hermanos se iniciaron en el cine prácticamente juntos. Ridley siendo el mayor comenzó a dirigir cortometrajes en los que Tony salía de actor. Pocos años más tarde ya dirigían cortos ambos, y Ridley también salía como actor en algún corto de su hermano pequeño. Cuando Ridley montó su primera productora para rodar spots publicitarios, Tony se puso a trabajar en ella. Los hermanos Scott siempre han colaborado juntos, hasta el final, incluso últimamente mediante la productora Scott Free que dirigían ambos.

Pero por separado las carreras de Ridley y Tony Scott han demostrado tener entidades y estilos separados aunque afines. Tony Scott representó con sus películas la esencia de lo hollywoodiense de nuestro tiempo, para bien y para mal. Sus películas son mayoritariamente thrillers de acción con un tono de comercialidad descarado y sin complejos. Fotografías marcadas por un contraste y uso de la luz muy típico del mundo de la publicidad y el videoclip (los áreas profesionales de los que provenía antes de dedicarse a hacer películas con continuidad), y la esencia puesta en el ritmo, fueron sus señas de identidad. Destaca, también y sobre todo, su característico modo de mover la cámara, frenética, en las escenas de acción. En esto estaba emparentado con otro pope del Hollywood comercial de hoy como es Michael Bay. Y el montaje. Se sabe que una película es de Tony Scott solo por cómo se mueve la cámara y está montado.

Fue el director de Top Gun, de acuerdo. Es con lo que se han quedado los periódicos en sus titulares. Hoy en día Top Gun es como un azucarillo deshecho, es una película que no apasiona a casi nadie y que pocos desearían volver a revisar. Es de esa clase de cine como lo fue Love Story en la generación de nuestros padres, un gran éxito en su tiempo que décadas más tarde ha sido relegada a su correcto sitio y se ha revelado como el petardo que siempre fue. Y así y todo, admitamos el mérito de haber marcado una época, tal vez los 80 fueron tanTop Gun… Después siguió con el cine de moda, con el Eddie Murphy en su momento de oro, en Superdetective en Hollywood II. Era mucho mejor que la primera, que ya de por sí estaba bien, definiendo definitivamente el género de la “comedia policiaca”, aunque no pinte mucho en un sitio como Revista Fantastique. ¡Pero qué dos últimas décadas! ¡Que 90’s y que 2000’s!

Nos regaló una de las mejores películas de acción del mejor Bruce Willis, una de esas cintas que le han convertido en un Mercenario en el sentido stalloniano: El último boy scout (The Last Boy Scout, 1991). Quentin Tarantino le facilitó con un guión suyo la posibilidad de hacer su propio film de culto: Amor a quemarropa (True Romance, 1993). Y a partir de 1995 inicia una fructífera relación con Denzel Washington que empezó con Marea roja (Crimson Tide, 1995) y abarcó El fuego de la venganza (Man on Fire, 2004), Deja vu (2006), Asalto al tren Pelham 1, 2, 3 (The Taking of Pelham 1 2 3, 2009) o Imparable (Unstopable, 2010).

Aparte de Amor a quemarropa
, hizo películas magníficas, como Enemigo público (Enemy of the State, 1998) con Will Smith, El fuego de la venganza o la adictiva Marea roja (una de las mejores películas modernas sobre submarinos junto con La caza del octubre rojo), Deja vu oEl ansia (The Hunger, 1983), su primera película. Pero en cualquier caso, todas sus películas son entretenidísimas.

Tal vez por eso no fue tomado en serio por la crítica, y los espectadores ven sus films y luego los olvidan: los consumen. La muerte, como de costumbre, viene a cambiar eso, y en estos días vemos mucha reivindicación de Tony Scott. Ya era hora, más vale tarde que nunca. Nosotros siempre te lo dijimos.

Como homenaje, aquí enlazamos este cortometraje publicitario que rodó Tony Scott para BMW en su serie promocional “The Hire”:

 

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