Para ubicar Ghostland en un mapa cartesiano de referencias temáticas y estilos, podríamos decir que estaría empapada de gótico americano, del espíritu de Tobe Hooper y de evocaciones (incluso explícitas) a H.P.Lovecraft. No obstante, si algo ha dejado claro Pascal Laugier tras su última película, es que ha encontrado su propia voz. No es, desde luego, un tipo que se pueda domesticar o comprar. Bien sabido es que, con la notoriedad ganada con la polémica Martyrs, le surgieron oportunidades diversas para trabajar en Hollywood, pero que todas fueron para hacer secuelas o remakes sin personalidad, y que él le dijo a todo que no. De esos proyectos no realizados, destaca el tantas veces anunciado reboot de Hellraiser, del cual el director francés salió escopetado en cuanto, tras las primeras reuniones con los productores, detectó que pretendían que hiciera una versión para adolescentes. Laugier es demasiado mayor para ser llamado enfant terrible, pero desde luego es un tipo que no se amilana, aunque eso le haya llevado a tardar seis años entre su anterior película, El hombre de las sombras, y ésta.
Ghostland es su mejor película con diferencia. El talento para crear grandes momentos de terror que ya demostró en Martyrs, aquí encuentra mejor arropamiento mediante una ambientación barroca y fetichista, y un guion travieso, pero vibrante. En esta historia, Beth, la protagonista es una joven escritora que habla con el mismísimo Lovecraft (y que, como proyección de Laugier, delata que seguramente el director ha estado teniendo conversaciones con el fantasma de Tobe Hooper) y que se inventa un “lugar feliz” al que evadirse de la cruel realidad que está viviendo, secuestrada, torturada y violada reiteradamente y junto a su hermana por una familia de psicópatas en la mejor tradición del cine extremo francés. El metraje juega a dos niveles: el de la fantasía, mucho más simple tanto de diseño como de contenido, pero no exento de pequeños indicios de que algo no va bien, y el de la realidad, demoledor, tétrico y terriblemente violento. Vera, su hermana, por su parte, necesita que Beth regrese con ella, aunque eso implique un poco de egoismo.
En Ghostland funciona todo, la parte morbosa, el componente atmosférico lúgubre, los jump scares (que los hay) e incluso el aspecto psicológico. Laugier está mejor que nunca, y tiene la suerte de haber encontrado al diseñador Gordon Wilding como artista visual (Wilding destaca por sus diseños de muñecos y de surrealistas evocaciones a una taxidermia imposible. Suyo es el diseño de la mansión, la antítesis de la casa rural en la que vivían los caníbales asesinos de La matanza de Texas, que, descontando los ornamentos de hueso y piel humana, era más bien austera. O la fotografía de Danny Nowak, que ha encontrado un tono de luces y colores que refleja polvo, oscuridad y secretos.
Para el reparto, Laugier ha contado con unas protagonistas femeninas espléndidas, un quinteto en realidad, ya que las dos hermanas están interpretadas por actrices diferentes de mayores (en la fantasía) y de jóvenes (en la realidad). Mención merece Taylor Hickson por el accidente que sufrió durante el rodaje, durante el cual sufrió gravísimos cortes en la cara, quedándole desde entonces y para siempre una cicatriz. La actriz ha demandado tanto a productora como a director por lo que ella considera que fueron instrucciones temerarias en la que se la tuvo engañada (concretamente se le pidió que golpease un cristal que en teoría no se podía romper… y que se rompió, lanzando todos sus añicos contra ella).
También está la cantante Mylène Farmer, a la que Laugier conoció al filmar un videoclip para ella, y que aquí interpreta a la madre, tanto en la fantasía como en la realidad.
Confieso que el aspecto ideológico final en El hombre de las sombras no me gustó nada, y eso que nunca he sido un ofendidito ni un social justice warrior. Durante un tiempo he tenido muy mala opinión de Pascal Laugier. Pero esta película coloca las cosas en su justo sitio. Y hoy en día, es probablemente uno de los directores de cine de terror de raza más puros e interesantes.
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