En otro de esos giros asombrosos que tienen nuestra cartelera, se estrena cuando nadie lo esperaba una de las películas que estuvieron de moda en 2009: Dead Snow, llamada aquí en España, para no complicarse mucho (por razones obvias sobre su contenido), Zombies nazis. Déjenme aclarar que Dead Snow, y muchos de ustedes ya lo saben, estuvo de moda porque fue seguramente el título más comentado del año pasado en blogs personales especializados y gracias a las descargas por Internet, ya que ninguna distribuidora se dignó a distribuirla. Cuando la pusieron en el Festival de Sitges 2009 en octubre nos pareció muy adecuado, pero un poco tarde ya (era una película que todos los fans habíamos visto, de aquella manera), así que ahora, un año y pico después y ante este estreno tan tardío que ha preparado DeAPlaneta, tendrán que comprender que no nos encontremos lo excitados que nos gustaría. Lo valoramos positivamente, a pesar de todo, ya que gracias a él es posible que termine por descubrirla algún último despistado, y sobre todo porque de esta manera se nos asegura una edición española en DVD y BD.
A raíz de todo esto se me ocurren unos cuantos temas de reflexión. Por ejemplo, el modo en el que nos estamos acostumbrando a tener que ver las mejores (y también muchas de las peores) películas de terror de la temporada en casa y gracias a Internet, ya que la información sobre ellas fluye por todo el mundo pero los estrenos y las ediciones nacionales de esos títulos no, supeditadas a las limitaciones de cada mercado; por ejemplo, también, el sentido y la problemática de la distribución cinematográfica de este tipo de películas si las empresas que se dedican a ello no pueden reaccionar a tiempo (y reaccionar a tiempo no es estrenar algo que ya ha visto todo el mundo un año antes); por ejemplo, por último, la manera en que ambas cuestiones se interrelacionan y la encrucijada que supone esto.
Pero no es de eso de lo que vamos a hablar ahora. Tarde o no, ha llegado el momento de Dead Snow / Zombies nazis.
El concepto es tan sencillo como irresistible: en los parajes helados de las altas montañas boreales y sus cumbres perpetuamente nevadas, un regimiento de soldados muertos vivientes que vivos habían pertenecido al ejército Nazi en la Segunda Guerra Mundial, se alza desde los infiernos para acosar a un grupo de jovencitos que han alquilado una caballa con el propósito de pasar unos días de vacaciones haciendo snowboard y disfrutando de la nieve. Los zombies, que en vida cometieron auténticas masacres entre los pueblos de la zona, habían muerto sepultados por la nieve en circunstancias más bien mágicas, malditos por un asunto relacionado con un tesoro compuesto de monedas de oro. Ahora los jóvenes han encontrado el oro de los nazis, y estos se levantan putrefactos dispuestos a recuperar lo suyo y a seguir masacrando, aunque ahora ya no a tiros, sino a un estilo más gore y manual (o dental, uf).
A los muertos vivientes les sienta bien cualquier uniforme militar, y no es, ni mucho menos, la primera vez que vemos zombis soldados. Y no hace falta que nos pongamos alegóricos en clave antimilitarista como George A. Romero con su entrañable zombi Bud de El día de los muertos (Day of the Dead, 1985) o Joe Dante en su Homecoming (uno de las aportaciones más afortunadas de la primera temporada de la serie Masters of Horror), qué va. Nazis zombis, concretamente y sin más cuartadas, ya nos los enseñó Jesús Franco en La tumba de los muertos vivientes (1982), aunque por lo demás fuera un bodrio; o en aquella otra no mucho mejor, también con guión de Franco y atribuida a menudo erróneamente a él como director, pero que en realidad filmó Jean Rollin: El lago de los muertos vivientes (Le Lac des morts vivants, 1981), otra pesadilla de muertos vivientes, mujeres denudas, atmósferas raras y bostezos, muchos bostezos. Más interesante, lo digo en serio, será si recuperan la cult-movie norteamericana Terror en las aguas (Shock Waves, 1977, de Ken Wiederhorn), con Peter Cushing y John Carradine en pequeños papeles, y un ejército de zombis ataviados de las SS capaces de surgir de las profundidades marinas (!). Últimamente hubo otra también curiosa, Outpost (2008, de Steve Barker), aunque los zombis no se veían mucho. Bueno, y ya que viene al caso les recuerdo que hace ya años que se viene hablando de Worst Case Scenario, una de ¡zombis nazis robots! producida por Brian Yuzna que sería el debut en la dirección de largometrajes del holandés Richard Raaphorst, un fan del subgénero como demostró con su corto Zombi 1 (1995), pero de la cual no sabemos nada nuevo desde hace mucho, ni si está terminada o se va a estrenar alguna vez siquiera; tememos por su suerte.
Incluso en esas películas que acabo de nombrar, aún en las peores, el muerto viviente vestido sea de soldado nazi, sea de las SS o de la Gestapo, siempre da mucho juego. Tal vez porque aúna dos imagenes que dan muy mal rollo como son el zombi y la esvástica: el nazi, el villano definitivo, ¿por qué no hibridarlo con cualquier otra clase de amenaza? Es más, cualquier monstruo vestido de nazi ya es una imagen potente, como prueba la célebre escena del sueño del hombre lobo nazi de Un hombre lobo americano en Londres (An American Werewolf in London, 1984, de John Landis). Los zombis de Dead Snow lucen de maravilla, da gusto y merece la pena echarle un vistazo aunque sólo sea por eso.
Fiesta, fiesta, fiesta (gore)
En realidad y entrando en materia Dead Snow es esa clase de películas que van de enrolladas, de película-colega. Buscan a un tipo de público muy concreto, cómplice, que ya esté en el ajo incluso antes de empezar, y parecen gritarle todo el rato: ¡eh, soy como tú, tus pelis favoritas son también las mías! Su capacidad real para conectar al nivel que pretende, claro está, queda supedita a la voluntad que tenga el espectador por dejarse enrollar y en su pertenencia a ese tipo de público, de compartir los referentes. Y la petición de colaboración, la invitación a mirar “con ojos de amigo”, la hace a través de la invocación explícita de Posesión infernal (Evil Dead, 1981), el clásico canónico de Sam Raimi, y Braindead (1992) de Peter Jackson, tanto como mediante la elección de un tono que busca el espíritu del cine de terror de los 80, la década prodigiosa para esa clase de seguidor. Dead Snow se autoerige así en película referente para una maratón juerguista o una celebración de geeks (o frikis, o llámalos como quieras) fans del género por el género y de la sangre (y la tripa) como gag caricaturesco.
El lenguaje de Dead Snow es como una jerga, el lenguaje de una generación con sus correspondientes connotaciones de orgullo de clase; lo hablas, o no lo hablas. Y la película de Tommy Wirkola dice “Posesión infernal” cuando usa exactamente el mismo argumento que el clásico (jovencitos de vacaciones en una cabaña que despiertan al ‘mal’ tras invocarlo accidentalmente por algo que encuentran); y dice “Braindead” en su famosa escena del cortacésped (aquí, una moto de nieve). Para que nadie pueda decir que es plagio, o mejor dicho, para que todo el mundo se dé cuenta de la total autoconciencia de las citas, uno de los personajes incluso lleva una camiseta que diceBRAINDEAD. Y es a lo que me refiero cuando digo que la película parece gritarle al espectador todo el rato: ¡eh, tío, mira mi rollo! ¡Mi peli favorita también es Posesión infernal! (Luego no es exactamente ese el espíritu de la película, pero la declaración ya queda hecha y su percepción es lo que prevalece). Tampoco creo que sea casual que las referencias en Dead Snow sean primordialmente a dos clásicos del cine gore, y más en concreto a dos películas de terror cómico (me matizo a mí mismo: Evil Dead/Posesión infernal, en contra de muchas opiniones, puede resultar excesiva pero no es una comedia; sin embargo tanto Evil Dead 2 -es decir, Terroríficamente muertos– como Army of Darkness – Evil Dead 3, sí lo eran). La explicación de esta elección radica en la actitud de la película: Wirkola no busca evocar y compartir de manera sentimental una pasión por el cine de terror, sino que está más bien en la vía del que te dice: ¡eh, ¿y si nos compramos unos litros de birra y nos vamos a mi casa a ver unas de zombis y echarnos unas risas?! Exactamente eso pretende ser Dead Snow: ¡la fiesta!
No sé si Tommy Wirkola me daría la razón o me acusaría de haberle malinterpretado. Hay otra interpretación de todo esto, y es la que él mismo da en las entrevistas, cuando asegura que aunque parezca mentira la inmensa mayoría del público más joven que ve Dead Snowno sabe qué películas son ni Evil Dead ni Braindead, y que el detalle de la camiseta es, por ejemplo, para incitar a esos chavales a pensar:¡ah, que hay una película que se llama Braindead, y debe de ser gore! Según eso, Wirkola sería un divulgador y Dead Snow una reflexión sobre el cine de un periodo de tiempo. Aquellos lectores que ya la hayan visto coincidirán conmigo en que esto último no tiene sentido, y que Dead Snow prolonga y homenagea, pero no deconstruye ni comenta ni mucho menos explora lo que fue el cine de terror de los 80. Por lo cual, con todo mi respeto al director noruego, me voy a quedar con mi versión de que su película es enrollada como una fiesta dirigida ala tribu, y nada más.
Claro que esto no significa ni garantiza nada, por muy aficionado que uno sea y por muy geek o friki que te consideres. ¿Cuántas veces la promesa de una ‘película gamberra’ se ha visto truncada al resultar ser el producto en cuestión sólo una chorrada inane y sin gas, comoLesbian Vampire Killers, Zombie Strippers o peor todavía mierdones del calibre de Jesucristo Cazador de Vampiros, por poner algunos ejemplos? Sin embargo aquí sí que voy a romper la lanza a favor de Dead Snow, porque creo que sí que da lo que ofrece. A su favor tiene ese tono equidistante entre la seriedad y la caricatura tan de los 80 (o mejor dicho: todo está hecho ‘como en serio’, pero resulta tan bizarro que no puedes evitar carcajearte de cuando en cuando), un uso contundente (aunque se hace de rogar) de las escenas gore, un diseño de producción bastante cuidado y una duración muy ajustada. Lo digo sin ningún pudor: a mí me ha convencido y me ha parecido divertida. Sin duda, y aquí ya les estoy contando mi experiencia personal, porque la sintonía se ha producido, he compartido con complicidad entregada su lenguaje, me deseado que salieran sus zombis nazis, y he celebrado sus sketches sanguinolentos, exactamente igual que en su momento hizo con Dog Soldiers de Neil Marschall, con Doghouse de Jake West o con Feast de John Gulager. Sí, al fin y al cabo,Posesión infernal y Braindead también son algunas de mis películas favoritas
Aunque en el fondo no puedo evitar el pensar en lo que decía una vez Peter Jackson de esas películas que según las vas viendo te da la sensación de que pretende ‘hacerse de culto’ a base de argumentos estrambóticos (¿se acuerdan de aquella de las ovejas zombi, Black Sheep?) o de referencias que no dejen lugar a dudas de cuál es tu rollo. El ser de culto es algo que sólo puede decidir el público, no es una forma ni un subgénero. El ir haciendo guiños no vale para nada, y a Dead Snow se le puede criticar no su falta de pretensiones, ya que sí las tiene (quiere molar, de aquella manera), sino la falta de otras pretensiones auténticas.
En fin, las cartas están sobre la mesa desde el principio, o vienes a la fiesta o no, con birras o sin ellas.
Dead Snow es su segunda película de Tommy Wirkola, nacido en Noruega pero que ha estudiado cine en Australia: la primera fue Kill Buljo, una parodia sarnosa y escatológica de Kill Bill que más que a Tarantino recordaba a un quiero y no puedo de Torrente o a un spoofespecialmente patético (tipo Casi 300, Disaster Movie, Date Movie o casi cualquiera de los que han hecho últimamente, a excepción deBlack Dinamite que es muy buena). Pero en realidad Kill Buljo era una expansión hecha largometraje de una serie amateur para Internet que hizo en su época de estudiante, y que aunque luego ha tenido cierta repercusión él mismo compara con las películas suecadas deRebobine por favor (Be Kind to Rewind) de Michel Gondry. Así que en muchos sentidos, Dead Snow es su verdadera primera película profesional. Actualmetne trabaja ya en su próxima película: Hansel & Gretel Witch Hunter, que seguirá el mismo tono de terror, homenajes, gore y comedia. Naturalmente, y dado el enorme éxito de Dead Snow en el circuito especializado de todo el mundo, también habla deDead Snow 2. Tal vez alguien debería dejarle la extensión Zombies Nazis del videojuego Call of Duty para que vaya cogiendo ideas. Podría ser otro guiño que el público que se dirige entenderíamos.
Noruega está convirtiéndose en una cinematografía a tener muy en cuenta para los seguidores del cine de terror actual. Recuerden si no los excelentes resultados del muy estimable slasher Cold Prey (Fritt vilt, 2006, de Roar Uthaug), su secuela Cold Prey 2 (2008, de Mats Stenberg), el survival boscoso Manhunt (Rovdyr, 2008, de Patrik Syversen), el morboso thriller lynchiano Next Door (Naboer, de Pål Sletaune) o las películas de Pål Øie: Dark Wood (Villmark, 2003) y Hidden (Skjult, 2009), casi todas ellas marcadas por paisajes nevados y bosques. Y es que el país nórdico tiene un potencial magnífico para el terror, tanto por parajes solitarios como por su baja densidad de población y sus largas noches polares… Esperamos seguir teniendo noticias del Gran Norte, aunque si es cierto lo que nos comentaba Patrik Syversen (el director de Manhunt) en San Sebastián el año que la presentó, las oportunidades para hacer cine, y más cine de terror en ese país no son precisamente numerosas. Eso hace todavía que iniciativas así tengan aún más valor.
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