Parece que Tate Taylor, el director de Criadas y señoras (The Help, 2011) o el biopic de James Brown I Feel Good: La historia de James Brown (Get on Up, 2014), se quiere apuntar a eso que han dado en llamar el “elevated horror”. Este concepto tan de moda, esconde una trampa de esas en las que, como bobalicones, caemos una y otra vez los aficionados al cine de terror, especialmente los que escribimos sobre el género, como cuando caímos y aceptamos sin rechistar el uso de “torture porn”, una etiqueta que en sí misma no puede ser más degradante y reduccionista (con todos mis respetos al porno de verdad, ¿eh?) para un grupo de películas en las que había de todo, incluso obras muy buenas (como, la primera en la frente, la misma Saw). Bueno, pues ahora hablamos de “terror elevado”, porque ya se sabe que las películas de terror normalmente no vuelan muy alto, es más, son bastante rastreras, por no decirnos a la cara directamente que son una puta mierda. Así que el “elevated horror” vendría a ser un conjunto de películas todas recientes que, por motivos de lo más heterogéneos, no han sido una puta mierda, sino que son interesantes, incluso formal, artística e intelectualmente. Vamos, algo que nunca había pasado hasta ahora. Sí, estoy siendo irónico. Dicho de otro modo: a una serie de críticos a los que el cine de terror les parece basura y nosotros les debemos de parecer tontos, les ha sorprendido que les han gustado películas como It Follows, La bruja, Déjame salir o Hereditary. Y como eso no les encajaba, han dicho: ah, no, espera, es que esto es diferente, porque es “elevated horror”. Y si nace un gilipollas más, no cabemos y nos caemos al mar.
Pero volvamos a El sótano de Ma, y lo que podríamos llamar “el efecto Jordan Peele”. Peele es uno de esos directores bien vistos por esa crítica tras sus dos estupendas películas Dejame salir (Get Out, 2017) y Nosotros (Us, 2019). A mí es del grupo “elevated” el que posiblemente me gusta menos. Bueno, y tengo sentimientos encontrados sobre Ari Aster, puesto que quizás a ambos les veo un cierto olorcillo a darle la razón a esos críticos, como si dijeran “eh, vale, mis películas son inquietantes. Pero no son películas de terror”. Pero bueno, eso ha pasado siempre. No me imagino a David Lycnh diciendo cuando hacía Mulholland Drive que quisiera hacer “una de terror”. Todos sabemos que hay directores con “conciencia de género”, que son autores y fans a la vez, como un mismísimo Quentin Tarantino, y directores que en realidad se están expresando a su propia manera, y lo que les sale nos encanta. Vayan de una cosa o de otra, aceptaremos cada película por lo que sea en sí misma y la amaremos igual, si nos gusta. Pero volviendo a Peele: digo que me gusta menos porque me parece quizás un poco más “de tesis”, sobre todo en sus textos. Pero esto no va de Jordan Peele, sino de Tate Taylor, que es blanco, pero al que le gusta reflejar en sus películas temas y personajes negros, como los de Peele. No da la sensación e que Taylor le interese demasiado el cine de terror, pero caramba, ahora parece que se puede hacer “sin pringarse”, y que incluso hay una demanda, tanto en público (que siempre la hubo) como en crítica.
Es verdad que El sótano de Ma es más bien un thriller, pero a pesar de eso no deja de ser una película sobre una mujer, Sue Ann, “Ma” para los amigos, muy inquietante y peligrosa. Y que la película abraza uno por uno los lemas de una película de venganza a lo Carrie, o que flirtea uno por uno con los iconos escenográficos del gótico, entre casas apartadas a lo Psicosis, sótanos, habitaciones prohibidas… Lo mejor de Ma es con diferencia la interpretación de Octavia Spencer, actriz que repite otra vez con el director, y que compone un personaje humano, creíble y que da muchísimo miedo, una mujer resentida y traumatizada por una humillación de instituto, con momentos de una cabronez que recuerda al personaje de Luis Tosar en Mientras duermes, y otros momentos en que sin embargo da lástima. También tenemos por aquí a Juliette Lewis, con la que siempre da gusto reencontrarse. Y hay algunos momentos muy buenos, como mi favorito: aquel que define el meollo de la película, y que es en el que los adolescentes protagonistas están en la puerta del supermercado pidiéndole a desconocidos transeúntes que les compre alcohol, algo que ello no puede hacer por ser menores de edad.
Esa inconsciencia que los lleva a aceptar la ayuda de Ma y a intimar con ella, ese contraste entre el creer que se sabe todo y sin embargo el estar en un peligro mortal sin tener ni idea, es, junto con la descripción psicológica de Ma muy elevada (aquí sí, la palabra) por el trabajo de Spencer, lo que da cierto interés a El sótano de Ma.
Lástima que esta vez se le nota al director que no sabe nada de cine de terror, y fracasa precisamente cuando la película está pidiendo un crescendo, y sobre todo en el tramo final, que para lo fuerte que es en su concepción resulta flojo en ejecución. En definitiva, Taylor hace muy buen trabajo al principio, cuando con un par de fotogramas te pone en situación sobre el tipo de pueblo al que se están mudando las protagonistas (ese plano fugaz de la planta industrial, esos márgenes de la carretera…), o del tipo de relación que tienen madre e hija y de cómo son, del tipo de vida que van a llevar, etc, y no sabe igual de bien cómo manejar cuando las cosas se deberían a poner verdaderamente malrolleras.El sótano de Ma llega presentada por Blumhouse, cómo no. Y bueno, en esta no estén pensando en secuela, pero ya sabemos que a Jason Blum también le gusta apuntarse alguna película nominable a Oscars, y ésta lo es, al menos por la parte que toca a Octavia Spencer, quien además de amiga del director, figura también como productora.
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