Desde El Exorcista (1973) hasta La Huérfana (2009) pasando por clásicos como El Ente (1982) el cine de terror ha sabido utilizar (con o sin sutilidad) esa mezcla de horror, perversidad, niños, sexo y transgresión. Frágiles, en el sendero de la sutileza, alcanza una curiosa aleación enmarcada en una clásica historia de horror llena de topicazos y lugares comunes. Ahora que se cumplen diez años de su estreno creo que es interesante una reinterpretación realmente necesaria de este film con múltiples y fascinantes lecturas (y que no a todos les ha parecido percibir).
Cuando en los extras del DVD Jaume Balagueró (director del film) habla de la actriz infantil Jasmine Murphy (que interpreta el personaje clave de Maggie) la describe como una explosiva mezcla de belleza e inteligencia perversa con cierta tristeza en la mirada (Julio Fernández, el productor, mucho más limitado en su vocabulario y con su estética ostentosa de traje y reloj caro, apenas farfulla en el mismo documental que el film es ideal para forofos del cine de terror, supongo que para él los forofos del cine es como los forofos del fútbol, simple ganado listo para ser exprimido en taquilla). Balagueró ya nos da sus propias claves para una interpretación del film que gira alrededor de una niña hermosa, triste pero también perversa en su inteligencia casi impropia de su edad. El mito lolitesco, una vez más, aletea por ahí. Aunque Frágiles haya sido interpretada como una película de terror más vamos a buscar las claves de que no es sólo eso. Esconde una historia más vieja que la humanidad.
AMORES RAROS Y PROHIBIDOS: UNAS BREVES REFERENCIAS CULTURALES
En uno de los primeros diálogos de Platón, el llamado Lisis, el filósofo nos habla del hermoso Lisis, un chiquillo de rubios cabellos que tiene enamorado a Hipólates, un adolescente compañero de estudios. Es en el contexto del diálogo (a las puertas de lo que hoy llamaríamos un colegio) donde aparece Sócrates e intenta hablar al joven Lisis (que para los historiadores, según sus cálculos, debería tener entre 12 y 14 años) del Amor y de la Amistad. Dicho diálogo platónico es poco conocido por ser primerizo y porque otro posterior, El Banquete, ha resultado para los estudiosos más maduro, brillante y al final más popular. Sin embargo la fascinación pederástica de Sócrates (es decir, de Platón) es mucho más evidente en este Lisis que en cualquier otro escrito posterior. El ser humano maduro fascinado por la juventud ya hacía estragos en aquella época.
Pierre Louÿs (1870-1925), escritor del orbe simbolista francés, amigo de adolescencia del futuro premio Nobel André Gide (ambos con gustos pederásticos aunque dirigidos a distintos sexos) aportaría en su novela Afrodita una pequeña historia, lejos del argumento de la novela, protagonizada por una Cleopatra aún niña que seduce y humilla a un gran esclavo negro, adelantándose con mucho a los mitos lolitescos creados por Nabokov en sus novelas El Hechicero y Lolita (ambas con idéntico argumento). Louÿs, niño rico dedicado a la literatura por placer, se sintió fascinado tanto por el orbe griego como por el lesbianismo (se hizo famoso con sus Canciones de Bilitis, décadas después el conocido fotógrafo obsesionado con adolescentes y preadolescentes desnudas David Hamilton debutaría como director de cine con el mítico film erótico Bilitis, de 1977, sus posteriores films, Tiernas Primas y Primeros Deseos, ahondarían en su obsesión por las adolescentes) y prefirió al estilo Gide recorrer tierras del norte de áfrica en busca de tiernas adolescentes musulmanas (mientras Gide lo hacía pero con chicos, esa diferencia marcaría el distanciamiento personal de ambos escritores en el futuro). Como otros tantos escritores simbolistas creyó en una revolución sexual y libre, en un mundo mejor y distinto teniendo como guía la antigua civilización griega y la lejana oriental.
Rachilde, apodo de la escritora Marguerite Eymery (1860-1953), fue la rara entre raras de la literatura francesa y del orbe Simbolista. Sus polémicas y escandalosas novelas tocaban todo tipo de amores prohibidos y morbosos (desde los hermafroditas a los pedófilos) y vestía como un hombre sin tener, que se sepa, inclinaciones lésbicas. Suyo es el brillante aforismo sobre el amor que dice: “El amor deprava a los seres honestos pero también introduce orden en las vidas desordenadas. Su mismo absurdo es la garantía de su sinceridad”. Siguiendo ese brillante aforismo en el film Frágiles el amor de la enfermera Charlotte por su niña enferma (interpretada por Ivana Baquero, la niña de El Laberinto del Fauno y la posterior La Nueva Hija) acaba depravándola…igual que el amor de otra enfermera, Amy (interpretada por Calista Flockhart en la cima de su belleza madura, tras ese delicioso film Cosas Que Diría Con Sólo Mirarla donde hacía un papel de lesbiana que cuidaba a su amante enferma de cáncer) , por otra niña, Maggie, introduce orden en su desordenada vida (por hechos anteriores a los relatados en la película y que nos hablan de una negligencia con una ¿niña?). Vidas paralelas, amores paralelos, historias de pasión-horror. Lo que en principio era una película más de almas malditas y sórdidas historias de hospitales antiguos se convierte en una metáfora de los amores prohibidos, raros o simplemente incomprendidos. También muy al estilo del mencionado Pierre Louÿs.
FRÁGILES, LA PELÍCULA
Estrenada en 2005 en el Festival de Venecia (antes que en Sitges), coproducción entre la Filmax y la Future Films británica, dirigida por Jaume Balagueró que venía de la fallida Darkness y co-escrita con el dramaturgo catalán Jordi Galcerán (el mismo de El Método) Frágiles es, en apariencia, otro film de terror del llamado nuevo cine español, y más en concreto de ese filón de subvenciones que era la Filmax, lleno de tópicos por todos lados, ya que Frágiles nos cuenta una historia ambientada en la muy británica Isla de Wight, con el hospital infantil Mercy Falls de por medio, con niños que ven fantasmas, enfermeras asustadas, personajes de raza negra bondadosos (al estilo Halloran de El Resplandor), historias morbosas y escabrosas de enfermedades raras (uno no puede evitar pensar en otro clásico del terror de niños enfermos olvidados: Al Final de la Escalera), giros argumentales sorpresa, noches lluviosas, médiums ancianas, sacerdotes, escenas en archivadores buscando información vital del misterioso pasado del hospital, jefaza incrédula que no cree nada de sus empleados histéricos, prota con problemas personales y medicada hasta las trancas, esa Elena Anaya haciendo el papel de típica española trabajando en tierras extranjeras, flirteo rutinario entre protas (Calista y el médico), en fin…en una primer vistazo el film no parece que ofrezca nada del otro mundo. Pero en cuanto la niña protagonista habla con su enfermera, Amy, sobre el Príncipe enamorado (de Blancanieves) y que los besos de amor son en los labios (y que el film finaliza con un beso de lo más ambiguo, en los labios, entre la niña y su enfermera) ya empezamos a sospechar que no se trata de otra historia más de fantasmas.
¿Dos mujeres peleándose por el amor de una niña? ¿Una enfermera, Susan, que también estaba fascinada por la niña? ¿Otra enfermera, española, que no soporta a la niña quizá porque la niña le ha dado calabazas? Si, parece una de esas raras historias de Rachilde o de Pierre Louÿs donde la ambigüedad deja paso a especular de qué tipo de amor hablamos mientras lo femenino se impone a lo masculino y lo inquietante a lo convencional. Porque esto va de enfermeras obsesionadas con sus niñas.
Balagueró ya tocaba en su debut en largo Los Sin Nombre (peli para mi gusto fallida pero basada en un material literario muy interesante) eso de las niñas que son pervertidas por el Mal absoluto. Frágiles sería una versión sutil y mucho más estética a un tema parecido. Si Amy, la enfermera, oculta un secreto pasado (ese teléfono que susurra “sabemos lo que hiciste”) que intenta superar a golpe de pastillas y rechaza la insinuación romántica del médico atractivo que intenta ayudarla es porque si hay algo que le importa ahora en la vida es la pequeña y extraña Maggie, niña que juega con una enfermera fantasma, que le gusta hacer rabiar a la señorita Pérez (la guapa y lozana Anaya) y que gusta de charlar sobre el amor con su nueva amiga Amy tras la huida de Susan (la anterior enfermera objeto del cariño de la cría). Balagueró hablaba de la inteligencia perversa de la niña, esa inteligencia rebelde (recordemos la escena del baño, cuando desafía a la enfermera Pérez), obsesiva y de mirada triste que busca el cariño y el amor que ha perdido por una enfermedad (fibrosis quística) y la ausencia de padres (también la enfermera Amy es huérfana, como le confiesa en otra escena a la niña). Así los paralelismos entre la relación intensa entre Charlotte y su niña enferma (de osteogénesis imperfecta) y la de Amy con su niña con fibrosis quística son más que evidentes. Una representaría el lado oscuro de tal relación de amor y la otra la luminosidad de un amor puro. La recta final del film con Amy salvando a su niña de las pretensiones de Charlotte, con la niña devolviéndole el favor con un beso en los labios y finalmente con la niña, ya muerta, haciendo de ángel de la guarda de una recuperada (en el hospital) Amy (porque como dicen las médiums: uno se queda siempre junto a lo que más quería) describe un amor equívoco, ambiguo, muy al estilo del Simbolismo francés (de nuevo mencionar a Pierre Louÿs y la Rachilde) donde todo parece ser y no ser, donde el amor tiene muchos nombres y el arte, que debe ser siempre ambiguo e interpretable, es el medio de comunicación, metafórico o no, de esas historias difíciles de contar porque son difíciles de definir (más si acaban siendo expuestas ante lo que Valle-Inclán llamaba la plebe canallesca).
Los que vieron un típico film de sustos no están equivocados. Los que hemos visto unas historias entrecruzadas de amores imposibles, sórdidos, prohibidos, puros y apasionados tampoco. Decía un artista que las obras de arte se componen de dos factores: lo que ha creado el autor y lo que ha interpretado el espectador. Por ello las obras de arte crecen y se enriquecen con el tiempo, la perspectiva y los puntos de vista que las contemplan. Frágiles, al menos para mí, es una obra de arte, en cuanto se deja interpretar de múltiples formas porque nos regala claves para que así sea. Balagueró (que siempre adoleció de pretenciosidad y cierta pedantería que le quedaba muy grande), luego, ya no volvería a sorprendernos jamás. Una pena.
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One thought on “Frágiles, de Jaume Balaguero: una reinterpretación (diez años después)”
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Me encanta tú manera de ver los filmes, y la comparación que haces con algunos textos literarios, me parece sublime la forma en la que lo haces, a penas acabo de descubrir esta pagina y estoy asombrada. Debo decir que ví esta película cuando era una niña, y no comprendía muy bien del todo, me parecía rara, única como pocas, y recientemente a mis 20 años la he vuelto a ver y me ha dado la misma sensación que en aquel entonces, muy analítica sobre todo, siento que hay veracidad en lo de que hay cierta, perversión en las niñas, no podría decir que de forma innata, creo que lo llamaría más morbo mezclado con curiosidad (Cabe destacar que yo rechazo toda idea de la pedofilia) pero creo que, siempre es interesante ver las cosas desde otro punto de vista, y creo que la película lo hace destacar.