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Muy interesante y adulto film de investigación policiaca, con varios alicientes. El primero, es su personaje protagonista: un ex detective retirado de la policía tras un accidente,  que ahora mismo padece una enfermedad neurológica degenerativa similar al Alzheimer. Eso implica que ha estado perdiendo la memoria, hasta el extremo de que no recuerda prácticamente nada, ni de su vida ni de sí mismo, y que tiene la casa “en plan Memento”, es decir, llena de notas y post-its dirigidos a sí mismo, para recordarse desde lo más básico, cómo se llama y qué tiene que contestar si le llaman por teléfono, a dónde guarda las cosas. Aún así, su situación mental ha llegado a ser muy oscura, como demuestra una escena al principio de la película en la que saca el mando a distancia de su TV del microondas, y hasta él mismo se sorprende con amargura. Ahora está recibiendo un tratamiento experimental, y poco a poco está recuperando la lucidez, como si los nubarrones de su mente se despejasen. Y justo, oportunamente en este momento, recibe el llamado de un hombre al que no recuerda, pero que está en el Corredor de la Muerte esperando su ejecución tras, al parecer, una investigación policial hecha por él y su viejo compañero. El reo a punto de morir le jura que es inocente, y le recrimina por las irregularidades de la investigación, de las que el protagonista, por supuesto, no recuerda nada. Así, da comienzo una doble investigación: el protagonista tratará de averiguar la verdad sobre aquel caso, que en su día aparentemente se apresuraron en cerrar mediante la acusación de una cabeza de turco, y por otro lado esta investigación le permite averiguar cosas sobre sí mismo Todo le pilla por sorpresa, todo es como un hallazgo sobre otro, ya que con la memoria a cero, él no termina de identificarse con sí mismo.

La investigación es interesante, pero tampoco mucho más que la de un capítulo de CSI o de Mentes criminales. Lo mejor de la película es el solapamiento de ambas líneas de suspense. ¿Un hombre sin sus recuerdos sigue siendo el mismo hombre? ¿O acaso no somos nuestro pasado? ¿Le va a gustar conocerse a sí mismo?

Si les menciono El corazón del ángel no se lo tomen como un spoiler, lo digo sobre todo por el hecho de que el detective va haciendo descubrimientos en un mundo turbio y oscuro, y en realidad se está persiguiendo a sí mismo. Bueno, termine igual o no, ya me comprenden: es difícil separar el caso y las circunstancias que llevaron a que la investigación fuera como fue.

Russell Crowe es uno de los mejores actores de su generación, un gigante, y todo lo que hace suele estar bien (le perdonaremos su Zeus en esta tontería que es Thor: Love and Thunder). También es un tipo difícil, muy agresivo, prepotente, chulo, egocéntro y seguramente un inmenso gilipollas. Qué le vamos a hacer. Su admirado Marlon Brando no era mucho más sano en su posicionamiento vital. Eso le ha llevado a tomar malas decisiones, y sin duda su carrera en la actualidad ya no está en el mismo punto de hace 20 años, cuando era típico de las candidaturas Oscars por peliculones como El dilema, Gladiator, Master and Commander, Cinderella Man, etc. Ahora, quizás gracias a que ya no está tan reclamado, seguramente porque te la juegas si le contratas, y lo mismo te arma un pollo en el set, y esto ya lo saben todos los productores, le tenemos en películas como El exorcista del Vaticano o ésta. Eso que ganamos. No me importa que esté gordo como una bola: sigue siendo un actor de 10.

Película muy a tener en cuenta.

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