Tracers es una película sobre parkour, ese rápido deporte urbano que consiste en desplazarse a toda carrera saltando y esquivando cualquier obstáculo que la ciudad te pone por medio: bancos, cubos de basura, coches, escaleras, vallas y paredes… e incluso tejados si de practica en las azoteas. Soy conocedor de que a las personas que lo practican la definición que acabo de dar no les gusta. Ellos lo consideran más bien una forma de entrenamiento enfocado a desarrollar el cuerpo y la mente a través de la superación de obstáculos sin más ayuda que las otorgadas por la naturaleza, buscando la adaptabilidad en su sentido más amplio. Es decir, que la cosa no va solo de correr, saltar y balancearse como equilibristas, sino que como todo ya está rodeado de su propia mística, similar a las artes marciales. Elparkour nació en Francia, de ahí que su nombre sea una palabra francesa, y a los que lo practican se les llama traceurs (o traceurses en femenino), lo que traducido al inglés da el título del film del que estamos hablando. Naturalmente a la película le han buscado un (mínimo) argumento: un chaval con problemas de deudas a la mafia, huérfano y con un historial conflictivo, aunque aficionado a los deportes y a montar en bicicleta de forma extrema entre el tráfico de Nueva York, conoce a una chica que practica parkour. Por ella se inicia él también en esta práctica, y pronto acaba metido en el grupo de ella, sin saber (al principio) y sabiendo (más tarde), que en realidad se trata de una banda de ladrones que usan sus habilidades para sus actividades delictivas. A lo mejor les suena, e incluso pueden imaginársela sin verla, incluso anticipando el desenlace. Entonces tampoco les sorprenderá si les cuento también que la chica resulta ser la novia del jefe de la banda, y que “en una manada solo puede haber un alfa” (sic), por lo que en cierto modo el chaval tendrá que rivalizar con su jefe/compañero de saltos/nuevo amigo.
La están comparando por ahí con Le llaman Bodhi (Point Break, 1991, de Kathryn Bigelow) por razones evidentes si cambiamos el parkourpor el surf. Sin embargo Tracers es todavía más sencillota, no existe nada ni parecido al dilema moral de Keanu Reeves debatiéndose entre el deber y todo aquello que Patrick Swayze pone a su alcance. Sencillota, y sin complejos. Que nadie se rasque las vestiduras, siempre se han hecho películas así, orientadas a una audiencia joven, que usan como gancho cosas generacionalmente interesantes y que se puedan mostrar con música más o menos cañera y una estética acorde. Es en lo mismo en lo que se basan tanto las películas de la saga The Fast and the Furious, como las recientes películas de baile como las de la serie Step Up. Pero vamos, no de ahora solo, ya en los 50 había películas de rock and roll, o de moteros, sin olvidarnos de las sempiternas y clásicas películas de deportes como el baseball o el boxeo, aunque estas últimas tienden a tener más sustancia dramática que todas las demás que he mencionado. O con las películas de artes marciales, con las que la que estamos comentando comparte buena parte de su característica ética y estética. Tracers ofrece acción,parkour por un tubo, persecuciones a pie increíbles, y grandes dosis de adrenalina. Nada más, y tampoco nada menos.
Los actores entrenaron durante dos meses con maestros en parkour, y realizaron todas sus escenas de acción por sí mismos, incluido el protagonista, Taylor Lautner, sí, el hombre lobo de la execrable saga Crepúsculo. Todos recordamos la metamorfosis de este chico entreCrespúsculo (Twilight, 2008, de Catherine Hardwicke) y Luna nueva (The Twilight Saga: New Moon, 2009, de Chris Weitz), cuando nos sorprendió con un cuerpo repleto de músculos ciclados. Precisamente esa característica, que el tipo básicamente lo que tiene que ofrecer en el mundo del cine es su cuerpo, lo convierte en carne ideal para el cine de acción. Y no, no tuerzan así el gesto, que el 90% de los héroes del cine de acción de serie B de videoclub que ahora tanta gracia nos hace y añoramos tenían el mismo carisma que Lautner o menos. Mucha gente debería perdonarle de una vez su intervención en las memeces vampíricas de la mormona Stephenie Meyer. Volviendo a los actores y su dedicación a fondo en las escenas arriesgadas, durante el rodaje llegó a haber lesiones e incluso hubo que parar durante una temporada porque Adam Rayner se rompió un tobillo.
Y en la dirección, nos espera la sorpresa: al español Daniel Benmayor, que ya apuntaba que era este tipo de cine lo que quería hacer desde su debut con la flojita Painball (2009) o la mucho más curiosa Bruc. El desafío (2010). Otro compatriota que se afinca en Estados Unidos para tratar de salir adelante, algo que se le debería recomendar a todo cineasta joven. Precisamente es el trabajo de Daniel Benmayor lo que salva la película y la hace funcionar: su pericia con las escenas de acción, claras, expositivas y sin embargo emocionantes (equilibradas), con movimientos de cámara precisos, junto con su nervio narrativo, consiguen, con la colaboración del director de fotografía Nelson Cragg, que Trancers resulte un thriller efectivo. Esperamos que esta primera aventura americana sirva para que le hagan muchos más encargos dentro de esta misma clase de cine, porque auguro que Benmayor nos lo va a hacer pasar mucho mejor de lo que jamás llegamos a pensar en su etapa española.
No es la primera vez que el cine se fija en el parkour, siendo como es una actividad muy dinámica y espectacular de ver. He dicho que elparkour es francés, ¿y quién más es de allí? ¡Pues claro, nada menos que Luc Besson y su productora Europacorp, siempre atentos a lastendencias molonas sobre la que crear un trepidante film de acción. En 2001 produjo Yamakasi (Yamakasi: Les samouraïs des temps moderne) que dirigieron al alimón Ariel Zeitoun y Julien Sèri. Los Yamakasi son un popular grupo de parkour, street stunts y otras acrobacias en la calle que han alcanzado una celebridad en su país que les ha llevado a aparecer muchas veces en la televisión y a obtener una legitimidad de rango de artistas. Aunque la película no es biográfica sobre el grupo, los integrantes de Yamakasi la protagonizaron y le dieron su nombre al título. El film tuvo bastante éxito, y los llevó de gira por todo el mundo. Recuerdo haberles visto en diferentes programas de nuestras cadenas, entrando en el plató haciendo exhibición de sus destrezas gimnasticas y atléticas. La inevitable secuela se estrenó en 2004: El retorno de los Yamakasi (Les fils du vent), dirigida ahora en solitario por Julien Sèri, y película por desgracia muy inferior a su predecesora. Y ese mismo año también Besson produjo, al margen de su otra franquicia, la muy recomendableDistrito 13 (Banlieau 13, 2004), del que resultó ser el mejor director de su escudería: Pierre Morel. Al margen de que la película no trate como tema principal de este deporte, también hay destacables escenas de puro parkour en algunas películas del nunca suficientemente celebrado Jackie Chan, maestro de la acrobacia, con la antológica escena de persecución de Duro de matar (Hung fan kui, 1995, de Stanley Tong); e incluso en el inicio de Casino Royale (2006, de Martin Campbell), la primera y mejor película de Daniel Craig como 007, hay una escena sobresaliente englobable como ejemplo de esta disciplina. Ahora Trancers viene a sumarse a todas ellas, y gracias al trabajo de Benmayor lo hace incluso colocándose en buena posición entre todas ellas.
Tracers es una película tan intrascendente como respetablemente entretenida, una opción recomendable para ver con tan bajas pretensiones como ella misma tiene.
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