El mundo perdido está basado en la novela homónima de sir Arthur Conan Doyle, publicada en 1912, y con la que presentaba en sociedad a un nuevo personaje con el que esperaba eclipsar a Sherlock Holmes, su creación con la que para su disgusto había llegado a sentirse encasillado y prisionero. Se trataba del profesor Challenger, un hombre que tiene en común con el detective de Baker Street solo su consciente superioridad intelectual, como no podía ser menos, pero que difiere en todo lo demás: el cienfífico es más agresivo, pasional, menos refinado, en definitiva más humano. El éxito del personaje fue solo parcial: no consiguió sustituir a Sherlock Holmes en la preferencia de los lectores, pero tuvo suficiente éxito como para dar lugar a cinco novelas, cosa nada despreciable. A El mundo perdido le siguieron La zona ponzoñosa, El país de la bruma, Cuando la Tierra lanzó alaridos y La máquina desintegradora. De todas, sin duda es El mundo perdido la que ha ganado mayor difusión, con mayor número de re-ediciones en todos los idiomas, y también ha sido la favorita de las gentes del cine, con un gran número de adaptaciones a la pantalla, la primera tan temprana como la de 1926 (clásico pionero del cine fantástico con dinosaurios animados por stop-motion obra y gracia del maestro pionero Willis O’Brien), hasta varias series y miniserios de TV ya entrado nuestro siglo XXI.
Esta que nos ocupa es la versión de 1960, y tiene la particularidad de que es la versión de Irvin Allen, el director y productor que dominó el cine espectáculo de los años 60 y 70 gracias a sus películas de aventuras, y sobre todo a sus películas catastrofistas. Como un Michael Bay de su época, solo que rodando bien. Esta fue su primera gran película, la que le lanzaría. Luego ya vendría Viaje al fondo del mar, Cinco semanas en globo, las series de Viaje al fondo del mar y Perdidos en el espacio, y un larguísimo etcétera, hasta llegar a las archiconocidas La aventura del Poseidón, El coloso en llamas y demás. Filmado en maravilloso Cinemascope, su presupuesto fue muy medido y limitado por la 20th Century Fox para tratar de paliar poco a poco las pérdidas provocadas por Cleopatra, por lo que a Allen no le concedieron mucho dinero para gastar en efectos especiales, y eso le pesa a la película en varios momentos, que más que envejecer mal seguramente ya se veían así de precarios en su momento, especialmente en los que salen animales normales aumentados y “pegados” mediante cromas que no terminan de resultar eficaces. Otros momentos, sim embargo, lucen mejor gracias al trabajo de stop motion de nuevo de Willis O’Brien, el hombre que dio vida a las criaturas en la versión muda de 1926 que ya citamos. La vida es cíclica, y en este caso el círculo queda prácticamente cerrado, ya que ésta sería la última película completa en la que participaría el maestro de la animación y los FX antes de morir (muerte que le sobrevino obligándole a dejar El mundo está loco, loco, loco, tres años después, a medias).
La película comienza cuando el profesor Challenger, nada menos que el mítico Claude Rains (El hombre invisible, El fantasma de la ópera, Casablanca, etc), un célebre biólogo y antropólogo, que llega a la Sociedad Zoológica de Londres para informar al mundo de su descubrimiento de especímenes vivos de animales supuestamente extintos, incluidos los dinosaurios, en una meseta remota en lo profundo de la cuenca del Amazonas, que los nativos locales llaman Curupuri. La evidencia de este hallazgo sorprendente se perdió cuando todo su equipo de cámara se hundió en el camino de regreso a la civilización, pero sin ninguna prueba, le toca a Challenger equipar una segunda expedición para probar sus extravagantes afirmaciones. El grupo incluirá al jefe de la Sociedad Zoológica, el profesor Summerlee (Richard Haydn), el cazador de caza mayor Lord John Roxton (Michael Rennie, sí, el no menos mítico Klaatu de Ultimatum a la Tierra), el periodista Ed Malone (David Hedison), cuyo editor adelanta 100.000 dólares para pagar la expedición, pero a cambio les coloca de carabina a la hija del editor, Jennifer Holmes (Jill St. John) y a su hermano menor David (Ray Stricklyn), porque faltaba una chica guapa en esta aventura en la jungla, algo que en el cine de aventuras de la época era prácticamente una ley no escrita.
Y en efecto, en el relato original de Conan Doyle no hay ningún personaje femenino. Pero ese cambio ya lo habían hecho anteriormente en otras adaptaciones, incluida la de 1926. Y también se lo hicieron pocos años antes a Julio Verne en Viaje al centro de la Tierra. En definitiva, era algo esperable. Claro: si hay una chica, hay interés amoroso, incluso un triángulo con celos. Una cosa llevaba a la otra en el cine de los 50 y 60. Por lo demás, Irvin no está especialmente preocupado a ser fiel a la novela. Una vez que tiene la aventura en marcha toma lo que le funciona y lo que le puede encajar para la capacidad de efectos especiales disponible de la que hablé dos párrafos atrás. También introducen una trama de búsqueda de diamantes, que es de lo peor del guion para mi gusto, pero que en cierto modo completa la cuota de clichés añadiendo también enemigos internos en la expedición, el codicioso Roxton y su búsqueda de El Dorado (WTF), y el brutal compinche José Costa (Jay Novello), un tipo asqueroso, violador (intenta agredir a una niña indígena), inmoral y capaz de cualquier cosa, especialmente si es despreciable. ¿Faltan caníbales? No, no faltan; no sé ni cómo lo dudan. La película no es buena. Hay una tensión constante entre ciertos dejes de película de gran estudio y soluciones de film muy barato que saltan continuamente, y hacen que se sienta que algo no es como debería haber sido en esta producción. Me refiero a que me he comido películas selváticas rodadas en plató, y con monstruos fuera de plano o descaradamente de goma, que se sentían más certeros que El mundo pedido. Pero haciendo el debido ajuste en la sintonización de las propias expectativas, el film ofrece diversión muy sincera. La actuación de Rains es un punto culminante muy a tener en cuenta, y si eres flexible con los escenarios que pueden verse ridículos, podrás disfrutar de muchos elementos jugosos, como esos caníbales locos, o escenas como en la que un dinosaurio destruye el helicóptero de nuestros héroes. Ya me conocen, soy más de quedarme con lo positivo que con lo negativo, y aquí hay muchas razones para mantenerle el cariño a esta película. Aunque a la vez resulte conflictivo recomendársela según a quién.
Varios insertos de esta película fueron re-utilizados de forma flagrante en la posterior, y esa sí que era serie Z, Land of the Giants.
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