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Scott Derrickson renunció a dirigir Doctor Strange II después de haber sido con éxito el responsable de la primera parte, por un proyecto mucho más modesto pero emocionalmente poderoso. Black Phone tiene una historia muy potente basada en un relato de Joe Hill, con elementos muy sugestivos y oscuros, como son los secuestros y asesinatos en serie de niños. El protagonista es un chico que tiene la mala suerte de toparse the Grabber, que es como los medios locales han dado en llamar al misterioso infanticida. Hecho prisionero por éste, comenzará a recibir la improbable ayuda de todas las anteriores víctimas infantiles de su raptor, a través de llamadas fantasmales por un teléfono sin línea. Estas llamadas son el principal elemento sobrenatural fantástico en un film que, por lo demás, se centra en la terrible situación creada por el asesino de niños. Es solo el primero de todo un juego de equilibrios en esta película, que es modélica en muchos sentidos: mesurada entre la parte fantástica y el terror de lo real; capaz de funcionar como película de adolescentes y para adultos a la vez; suficientemente sórdida en algunos aspectos, pero suave y mainstream en otros. Es, ante todo, una película de terror bien elaborada y sorprendentemente sencilla, aunque Derrickson tampoco prescinde de los sustos, como ya sabíamos si hemos seguido su carrera, desde El exorcismo de Emily Rose a Sinister, ambas películas muy interesantes (especialmente la segunda), pero no exentas de su ración de efectismo.

Además de la representación amenazadora detrás de la máscara del secuestrador, la mayor fortaleza de The Black Phone está en su descripción precisa tanto de un tiempo y lugar específicos (los suburbios de finales de la década de 1970), así como un momento en la vida de los jóvenes cuando las pesadillas del mundo real comienzan a entrometerse y a anteponerse en la plácida fantasía infantil. No es extraño, por lo tanto, que debajo de la superficie, haya algunos paralelos temáticos genuinos (aunque obvios); al tratar con su captor, Finney aprende a desarrollar el tipo de coraje que necesita para manejar las amenazas reales , su padre y sus compañeros.

El secuestrador infanticida está interpretado por Ethan Hawke, cuyo rostro está oculto a lo largo de toda la película, a menudo por una serie de máscaras espeluznantes diseñadas por Tom Savini. A pesar de ser la estrella de la película, Hawke nunca es del todo reconocible en The Black Phone, imbuyendo a su secuestrador con una amenaza sombría extrañamente familiar pero francamente inquietante. Hawke trabaja de nuevo con Derrickson después de Sinister, y por lo captado de las reacciones hasta ahora, esa nueva colaboración será tan celebrada o más que la anterior.

Como una película de terror o un thriller criminal, The Black Phone funciona muy bien, tiene un ritmo magnífico, e incluso cuando toma prestadas un par de piezas (un final que rememora El silencio de los corderos, y algunos retazos de It) resulta evocadora y emocionante. Sin duda de lo mejor del año, y fácilmente entraría entre mis recomendaciones de lo visto en los últimos años.

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